Jesús y los mercaderes del Templo (Lucas 19, 45-48)

Tengo esta escena grabada en mi memoria emocional. Vi Jesús de Nazareth tantas veces…Y Jesús empuñando un palo y a golpes junto con las caras de libertad y satisfacción de los apóstoles siempre me han impactado…

No aprovechaste la oportunidad que Dios te daba (Lucas 19, 41-44)

Qué durás las palabras de Jesús a Jerusalén y a sus habitantes, a todo lo que Jerusalén representaba en aquel momento. Es curioso porque viendo cómo anda el tema por Oriente Medio… desde luego queda claro que Jerusalén todavía lo está pagando…

Comentarios aparte, Dios da oportunidades. Me da oportunidades cada día y cada día abre ante mi la opción de elegir y ser más feliz. En el fondo, cada día es una oportunidad. Cada persona que se nos cruza por el camino. Cada emoción que nos inunda y nos advierte. Cada sueño. Cada pobre de la calle. Cada vez que tengo que optar por seguir igual o romper cadenas. Uno puede verlas o no y luego puede aprovecharlas o dejarlas ir.

Siempre me ha producido angustia el dejar pasar oportunidades. Tal vez por eso siempre he preferido explorar un camino con el riesgo de tener que volver atrás que perder la opción de descubrir mi paraiso.

Un abrazo fraterno

Tuve miedo (Lucas 19, 11-28)

Miedo. Eso es lo que le impidió a uno de los sirvientes poner en juego su moneda para producir más en favor de su Señor. Miedo.

El miedo nos achica, nos paraliza, nos empequeñece, nos tensa, nos minimiza, nos neutraliza, nos endurece. Vivimos con mucho miedo. Nos meten mucho miedo en el cuerpo.

¿Tú a qué le tienes miedo? ¿Qué te impide hacer?

Vida de infamia (II Macabeos 6, 18-31)

Me ha cautivado la historia del anciano Eleazar de la primera lectura de hoy. Impactante coherencia en los tiempos que corren… Hoy estamos en venta. Nos vendemos por un coche mejor, por una casa más grande, por unas vacaciones en algún país del Caribe, por el prestigio de un puesto, por el poder… Vivo en una sociedad que cuelga el «SE VENDE» en su escaparate día sí día también.

Eleazar es de esos que se respetan a sí mismos, honrado con quién es y con el Dios que lo creó. Eleazar es valiente y no le tiene miedo a las consecuencias de sus actos. Es libre, realmente libre.

Yo estoy un poco vendido. Muchos días me asaltan las ganas de jugármela y apostar por algo laboral que me satisfaga y que no sólo me compense. Estoy hastiado de tanto derroche de vida, como si me sobrara. Porque no soy tan libre ni tan valiente como Eleazar. Tengo miedo de arrepentirme en un futuro pero vivo con ello. Hasta que un día se me crucen los cables y… me la juegue.

Un abrazo fraterno

Hubo muchos israelitas que resistieron (I Macabeos 1, 10-15.41-43.54-57,62-64)

La primera lectura de hoy me parece de lo más actual: un pueblo que «se relaja», que empieza a relativizar todo lo que hasta aquel momento sustentaba su identidad. Pierde la referencia de sus valores, de sus instituciones, de sus costumbres, de su fe… y empieza a dejarse llevar por una corriente de «todo vale» que viene impulsada desde las más altas instancias del Estado.

¿No os suena a conocido ésto? A una semana vista de las elecciones generales en nuestro país no puedo evitar hacer una relación directa de esta Palabra con la crisis que estamos afrontando: crisis de valores, crisis ética, crisis de fe…

Yo creo que vale la pena ser de ese grupo de resistencia que lucha por mantener su vida bajo ciertos parámetros, guiada por una escala de valores interiorizada y acorde con la fe que profesa. No es rancio ni transnochado. No es conservador. No es inmovilista. No se trata tampoco de convencer a nadie ni de pensar que poseo la verdad más absoluta. No se trata de ir contra nadie. Por mucho que nos digan, no se trata de nada de eso. Creo que hoy en día, lo más progresista es luchar por no ser un borrego, defender todo aquello que proteja la vida y a las personas, clamar por la justicia social y trabajar mucho para que el mundo de todos sea mejor.

Un abrazo fraterno

Les aseguro que les hará justicia sin tardar (Lucas 18, 1-8)

Reconozco que leo el Evangelio de hoy y me quedo paralizado. Jesús nos asegura en esta parábola que Dios hace justicia con todos sus elegidos, con aquellos que claman por justicia. Y me quedo paralizado porque he visto y veo cada día casos de personas que esto no se lo creen porque viven en sus carnes una injusticia brutal, se sienten injustamente tratados por Dios. Es más: hay personas que se mueren y uno puede ver sus vidas y descubrir que Dios ha permanecido en silencio ante ellas.

Claro, todo esto es aparente. Es mi visión. Es la visión y la mirada de alguien que se acerca a Dios, lo conoce un poquito y que, aún así, es incapaz de comprender muchas cosas. Tal vez todo sí tiene sentido. Tal vez Dios sí hará justicia al final. Tal vez sí hizo justicia, a su manera…

Silencio. Soledad. Injusticia. ¿Qué pasa cuándo así nos sentimos con respecto a Dios?

Un abrazo fraterno

Comían y bebían, compraban y vendían (Lucas 17, 26-37)

Leo los titulares y sigo las noticias y es pasmoso lo de la crisis. No pasa otra cosa en el mundo. Si por los periódicos fuera, o por los políticos, o por el sistema… mi único y mayor problema hoy sería que la Comisión europea nos pide más recortes… Y acepto que tiene importancia, tal vez mucha. Pero… ¿qué hemos hecho? ¿Qué monstruo hemos creado que ahora nos devora? Leo el Evangelio y veo que algo de esto nos ha sucedido. Comíamos y bebíamos y comprábamos y vendíamos, sin control, alegremente, pasando por el mundo sin más preocupación que nuestro estado del bienestar. Sin importarnos los valores, el prójimo, los pueblos empobrecidos… Y nos hemos acostumbrado a ser mercaderes de todo. Ponemos precio a nuestro tiempo, al estar con nuestras familias. Ponemos precio al éxito y vendemos humo a las generaciones que nos sucederán. Y no les hablamos de Dios. Y no les hablamos del resto de la humanidad, del compromiso con el que no tiene, de que es más ser que tener, etc, etc, etc… Así nos va. Aunque sea en sentido figurado, estamos pasando el diluvio porque nos están cayendo a chuzos. El que quiera que se meta en el arca. Que Dios nos guíe y que juntos sepamos reconstruir el mundo cuando se calmen las aguas…

Un abrazo fraterno

El Reino de Dios ya está entre ustedes (Lucas 17, 20-25)

Tal vez es un cambio de mirada o un cambio de perspectiva pero ¿sigues buscando a Dios fuera? ¿Dónde? ¿Esperas que te llame, que te zarandee, que aparezca un día en tu puerta? Tal vez suceda pero…

Igual hay que mirar adentro, tomar aire, afinar la mirada, mirar a los ojos, llorar con quien llora y sonreir. Igual hay que hacerse a tirarse sin paracaídas para comprobar que alguien nos recoge… No sé…

El Reino está entre nosotros. Si no lo vemos tendremos que ponernos las pilas.

Un abrazo fraterno

¿No sabes que eres templo de Dios? (I Corintios 3, 9c-11.16-17)

A veces tiendo a buscar a Dios exclusivamente en el prójimo y, por lo tanto, adecúo mis acciones a construir el Reino desde la perspectiva de ayudar a otros, de servir a otros… Hoy leo esta Palabra y recuerdo algo que en teoría sé: yo soy templo de Dios y el Espíritu habita en mi. Y entonces recuerdo cómo a lo largo de los siglos las personas hemos ido interpretando cómo debía ser un templo de Dios, cómo hacer los lugares dónde el mismo Dios habita. Y encontramos grandes catedrales que se elevan a los cielos, preciosos y coloridos rosetones por donde entra la luz, lugares reservados a la adoración, una fragancia especial… y mi misma experiencia de entrar en templos dice que hay lugares que me ayudan a sentir su presencia y otros que, siendo grandiosos también, no. ¿Y yo? ¿Cómo soy yo como templo? ¿Qué fragancia se encuentra quien se acerca a mi? ¿Inspiro piedad y religiosidad? ¿Mantengo mi templo a punto? ¿Está bien asentado? ¿Es hermoso?

No lo tengo claro.

Un abrazo fraterno