Levadura (Lucas 13, 18-21)

¡Qué manida está esta parábola pero qué bonita sigue siendo! Jesús es un gran hacedor de metáforas, un magnífico cuentacuentos que pone patas arriba las emociones y la vida de aquellos que lo oyen. La imagen de la levadura es una de las que más me gusta.

Ayer tuve reunión de comunidad y leyendo hoy este Evangelio descubro que esa es la MISIÓN principal. Cuántas comunidades se pierden y se enzarzan en descubrir su misión. Cuántas veces no sabemos las parejas y las familias ser testimonio del Reino desde nuestro hecho matrimonial y nuestra vivencia familiar cotidiana… Y Jesús da la clave. Es algo muy simple y a la vez complicado: ser como la levadura.

El sobre de la levadura es un humilde sobre que se guarda en un rinconcito de la despensa o de la cocina. No llama la atención ni es caro en el supermercado. No es un ingrediente importante ni se gloría de ser la base del sabor final del plato. Es un polvillo blanco e insignificante. La levadura no es nadie fuera de la masa por eso su misión es penetrar en la masa, vivir en la masa… Y no transforma la masa, no la cambia… simplemente la salva, la eleva, le da plenitud…

Preciosa imagen. Mucho tenemos que hacer comunidades, familias, parejas cristianas… Mucho que hacer sin hacer nada especial y haciéndolo todo. La gente percibe algo y aunque no sepa muy bien qué es… percibe la levadura.

Un abrazo fraterno

¡Hipócritas! (Lucas 13,10-17)

Supongo que como mucha gente, tengo un amigo homosexual y,a la par, católico. Un día me confesaba ciertamente abrumado lo difícil que era pertenecer a la Iglesia y vivir su sexualidad con normalidad. A mi me dio pena escucharlo, mucha pena. Este amigo es una persona comprometida en su parroquia, trabajador, bueno…

Yo no soy de los que alegremente deciden irse de progres y proclamar a los cuatro vientos las miserias de la Iglesia por su conservadurismo absurdo, su intransigencia machacona y su irracional postura ante muchos asuntos del día a día de sus fieles. No me sirve este discurso porque creo que no es real ni bueno. Yo quiero a la Iglesia a la que pertenezco. Y respeto a los que nos guían. Y los escucho. Pero también soy capaz de descubrir muchas veces como, igual que aquellos que atacaban a Jesús, nos preocupamos de las minucias de la Ley, colamos un mosquito y nos tragamos un camello. ¿Vale todo? No. ¿Café para todos? Tampoco. ¿Guía? Sí. ¿Losa? No.

Leo el Evangelio de hoy y me hago consciente de que Jesús vulnera la Ley en innumerables ocasiones y recibe el ataque de los pastores de la época. Él, al que sólo le importan las personas y su salvación, pasa por encima y sigue priorizando el AMOR y la FELICIDAD en el Dios verdadero.

Un abrazo fraterno

Tú eres mi fortaleza (Salmo 17)

Ayer sábado hablaba por la noche con Alba. Estaba ella en Villafranca del Bierzo a punto de irse a la cama porque hoy empezaba el Camino hasta llegar el próximo viernes a Santiago. Lo primero que sentí es envidia. hacer el Camino me parece siempre un privilegio, una oportunidad, un terremoto interior que sacude y cura. Yo le decía a Alba con cariño y cierto paternalismo que el Camino era como la vida: difícil de preveer qué va a traer pero, a la par, experiencia brutal que siempre deja huella. «Habrá un antes y un después».

También comencé ayer un discernimiento. Fue una mañana escuchando a Javier Agudo hablar de Calasanz… y descubriendo a mi corazón turbarse de nuevo. Son momentos de esos en que me sube la tensión espisitual y me siento llamado a transformar cosas, a crear, a arriesgarme, a jugarme la vida por Dios y por el prójimo. Y me acerco a las lecturas y descubro en la primera un Dios atento al grito del necesitado y en el Evangelio a un Jesús que resume toda la Ley en el amor al que vive conmigo, a mi lado, al que sufre cerca, al que necesita de mi. Y me descubro tocado, frenado, capado, cagado… y me siento ahogado en esa llamada a la que no acabo de saber responder adecuadamente.

Y es entonces cuando me pongo el «Nada te turbe» de Taizé y releo el Salmo una y otra vez. «En Cristo mi confianza», Señor Tú eres mi fortaleza. Ayúdame.

Un abrazo fraterno

AVISO

Hola a todos los que os acercáis a este blog con cierta asiduidad. La vida cada día trae novedades y es de sabios irse adaptando como el río que fluye entre peñascos y pendientes.

Mi mujer empieza a trabajar el lunes, gracias a Dios. Es un trabajo que le gusta en un lugar que le gusta. Su horario va a cambiar nuestras rutinas ya que saldrá a las 18:00 todas las tardes. Eso implica una carga mayor sobre mis espaldas de nadador ucraniano así que estoy empezando a reducir cosas en las que andaba embarcado. No sé si voy a poder mantener mi actividad en el blog así que prefiero avisar. Intentaré no abandonarlo pero necesito ver cómo me apaño las primeras semanas.

Hasta la vuelta.

Un abrazo fraterno

Estaba de pie su madre (Juan 19, 25-27)

Hoy, día de nuestra señora de los Dolores, oro acordándome de mi madre y de todas las madres del mundo. De las que lo van a ser 😉 y de aquellas que son ejemplo de permanecer de pie al pie de la cruz de sus hijos que es también su propia cruz.

Estaba extenuado del camino (Números 21,4b-9)

Hoy me he fijado en esta frase del comienzo de la primera lectura. Es una lectura que me gusta y que muchas veces he orado de otra manera pero la primera frase, hoy, me parece relevante.

La extenuación, el cansancio acumulado, suele ser causa de males mayores. Cuando el cansancio irrumpe en la vida de uno los errores se multiplican y los dones que uno está acostumbrado a poner al servicio se nublan y pierden protagonismo con respecto al enfado, la tensión, la suspicacia, la queja, el grito a destiempo y desproporcionado… Tengo que cuidar esto.

Cuidarse a uno mismo es una base irrenunciable para estar sano, feliz y poder construir el Reino con eficacia y eficiencia. Un cansado malhumorado sirve para poco. El camino suele ser extenuante. Para mi lo es. Uno no sabe a veces cómo es capaz de sacar todo adelante. Hoy ha sido un día de los de extenuación y la segunda parte del día es mejor olvidarla.

No me acostaré tarde.

Un abrazo fraterno

Todos se llenaron de temor (Lucas 7, 11-17)

Cómo somos las personas… que nos llenamos de temor cuando sucede algo extraordinario, imprevisible e inexplicable… por muy bueno que sea. Creo que esa emoción de las personas del Evangelio de hoy la hemos sentido todos alguna vez. Es como si dijéramos el miedo a que las cosas salgan… Extraño pero real. ¿Nunca lo has experimentado?

Miedo a que te elijan a ti para ese trabajo, miedo a que te den un premio, miedo a que tu hijo sea realmente puntero en algo y sobresalga por encima del resto, miedo al compromiso por muy claro que tengas que ya estás comprometido en cierta manera… ¿Por qué será? ¿Es que preferimos vivir en la mediocridad, en la desgracia media por la que poder quejarnos, en la tranquilidad de no sentirnos obligados a algo…?

Dios a veces actúa y da miedo. Tal vez nos asusta sentirnos amados tan profundamente siendo lo que somos. Nos asusta y nos compromete hasta la médula.

Un abrazo fraterno

Oración donde quiera que se encuentren (I Timoteo 2, 1-8)

Desde hace ya algún tiempo oro más pero de otra manera. Tengo la Palabra mucho más presente y confronto mi vida con ella, escucho. Pero he descubierto algo que no sé muy bien cómo explicar. Es algo así como «hacer presente», «vivir en comunión con todos», darle a Dios la capacidad de saber lo que uno ya está pensando y traerlo durante un pequeño silencio, un breve paseo, un viaje, un rato de soledad, una risa compartida…

Eso me permite orar donde quiera que esté y estar de una manera en el mundo. Y me gusta. Hace no mucho me coincidió estar solo en Madrid y me bajé andando al cementerio de Carabanchel a ver al abuelo Teodoro. Me gusta ir al cementerio. Me pone delante de la muerte, de lo breve de este regalo. Me pone delante de familias, de personas con historias propias, felices o no, que un día se encontraron con la muerte. Me descubre vidas que se han ido pronto. Otras demasiado pronto. Y otras bien aprovechadas… Ese paseo en soledad rodeado de tumbas fue un momento de tremenda espiritualidad y oración. De vez en cuando me paraba en algún nicho y leía el nombre de la persona que allí yacía. Y hacía presente a su familia y oraba por ellos. Nada especial. Un recuerdo, una brizna de espíritu… pero yo me sentí hermano de muchos, miembro de una familia, hijo de un mismo Dios, portador de un mensaje de esperanza, de luz en la oscuridad…

Suene friki y soy consciente pero si es así es porque no soy capaz de explicarlo mejor. Y tal vez no sea necesario… me lo sigo guardando para mi.

Un abrazo fraterno

Nuestra vida está en manos del Señor (Salmo 15)

Yo ésto me lo creo. MI VIDA ESTÁ EN MANOS DEL SEÑOR. Yo me lo creo. Creérselo implica vivir de una manera, sentir de una manera, preocuparse y despreocuparse de ciertas cosas.

Es fácil para un cristiano decirlo pero veo muchos que no se lo creen, que actúan como si toda variable de su vida dependiera de sus decisiones, de sus proyectos, de sus circunstancias y deseos. Cuando viene el viento fuerte y la casa se tambalea se preocupan y les entra un miedo atroz, una preocupación seria.

Yo me siento amado, protegido, especial ante los ojos de Dios. Sé que hay un Padre que me cuida, que me sostiene, que me acompaña, que está pendiente de mis necesidades y mis sufrimientos. Y esto… es algo diferenciador en un entorno frágil, desconfiado y temeroso.

Un abrazo fraterno

Dará a luz un hijo (Mateo 1, 18-23)

El otro día fui con los niños de visita al Palacio Real aprovechando que todos estamos de vacaciones. Les gustó, sobre todo la armería 🙂

Lo que uno descubre cuando visita un lugar donde hay obras de arte pictóricas es que el episodio de la Anunciación es uno de los más retratados por los pintores del mundo durante toda la historia. Debemos suponer que es un momento que siempre ha sido interpretado por todos como clave en la Historia de la Humanidad.

Es un momento de intimidad y, pese al sí de María, posiblemente de vértigo ante la petición que se le acababa de hacer. De vértigo e incertidumbre, de algo de miedo también posiblemente. María era una jovencita como cualquier otra y debemos suponer que experimentaría emociones y sentimientos similares al resto de las personas ante una misión tan grande. Por eso su SÍ a Dios es un ejemplo para las personas de fe que venimos después. Porque no se deja paralizar, porque se fía del Padre y porque, lo más importante, decide ser vehículo para la presencia de Dios entre los hombres.

¿No es esto lo que se nos sigue pidiendo hoy?

Un abrazo fraterno