Excusas sin entrañas ante el otro (1Jn 3, 11-21)

En el día en el que todos esperamos con ilusión que llegue la noche mágica de Reyes, previa a la mañana de los regalos, las sorpresas, la ilusión y la alegría… esta Palabra de hoy, a través de S. Juan, me cuestiona absolutamente y me deja ciertamente tocado:

Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios?

¡Cuántas excusas me pongo y nos ponemos para justificar mirar a nuestro hermano, ver su necesidad y no hacer casi nada al respecto! ¡Cuántas excusas… para cerrar nuestras entrañas! Sólo dejamos, como mucho, que nos raspe en la epidermis de nuestra alma.

Hoy le pido a los Magos de Oriente, más entraña abierta, más entraña entregada, más entraña al servicio del otro.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Jesús toma el centro. Testimonio y seguimiento, hoy

Contemplo la escena evangélica de hoy y recibo una Palabra sobre dos experiencias importantísimas en la vida de fe: testimonio y seguimiento.

Andrés recibe de Juan el anuncio de quién es Jesús y el empujón para que lo elija como Maestro. Andrés hará luego lo mismo con su hermano Pedro. El testimonio es una cadena donde uno recibe y donde uno da. Si miro a mi vida me doy cuenta de que muchos personas han sido para mí anuncio de Jesús: mis padres, mis profesores, varios religiosos escolapios, sacerdotes, familiares, amigos que ha conocido… ¡Gracias Señor por todos ellos! Y también miro mi vida y compruebo que he intentado no dejar de dar testimonio de lo que yo he recibido, visto y oído: en el cole, a través de las redes, en mis blogs, como catequista de jóvenes, en mi anterior trabajo, en los whtasapps…

La experiencia de seguimiento me cuestiona más, sin duda. Cuando Jesús aparece en la vida de uno, te mueve de donde estás irremediablemente. Seguir a Jesús implica abandonar «un lugar vital» para que sea Él «el lugar» donde vivir a partir de ahora. ¡Cómo cuesta esto! A veces quiero seguir imponiendo mis seguridades, mis aficiones, mis lugares, mis maneras, mis personas, mi estilo… Debo abandonarme mucho más. ¡Ayúdame, Señor, a darte el centro de mi vida, a no seguir a otro!

Un abrazo fraterno – @scasanovam


Evangelio según San Juan 1,35-42

Reconocer a Jesús en mi vida

Carta del apóstol San Juan 2, 29-3, 6
Evangelio según San Juan 1,29-34


Comienzo el año 2017 con el propósito de retomar este blog, el decano de mi actividad bloguera. El parón sufrido en el mismo ha sido también un parón en mi oración diaria… ¡Para que luego digan que las redes no pueden servir de ayuda a la vida cotidiana!

Hoy leo las lecturas y se me queda resonando con fuerza un verbo que aparece, de una u otra manera, en la primera lectura y en el Evangelio: RECONOCER. En el fondo, de lo que me habla hoy la Palabra es de la capacidad, o el don, de poder o saber reconocer a Cristo en mi día a día. Me habla de tener una mirada lo suficientemente limpia como para percatarme de que Jesús vive a mi lado a cada instante. Está en las personas que me rodean, en su bondad, en su simpatía, en su amabilidad, en su ternura, en sus caricias, en su mano tendida, en los whatsapp que me mandan y se interesan por mí, en su compromiso, en su fortaleza… Está en la madre amiga divorciada que lucha por sacar a sus hija adelante, en el familiar que lo deja todo por cuidar a su madre enferma, en el religioso que se desvive por los jóvenes y su futura felicidad, en los esposos que siguen peleando y construyendo familia pese a sus dificultades…

Esa mirada es, en sí misma, un don del Espíritu. Cuánto más abierto esté yo a Dios, más fácil me será mirar de esa manera. Cuanto más desordenada esté mi alma… más me costará encontrar a Jesús en los rincones de mi vida. Ordena mi vida, Señor. Toma el centro.

Un abrazo fraterno

Sin Espíritu no nos entendemos… #mioracióndehoy

Supongo que habéis tenido también estas conversaciones sobre Dios y la Iglesia que, al rato, ves que no van a acabar en ningún sitio. No tienen por qué ser conversaciones con ateos, agnósticos o pasotas obligatoriamente. Pueden ser conversaciones con personas de Iglesia, católicos, como uno, pero con diferencias en la manera de seguir a Jesús. Hay momentos en que llegas a un punto en el que sabes que no va a haber entendimiento.

La primera lectura de hoy me ha dado mucha luz al respecto. A veces, sin darnos cuenta, nos ponemos a hablar de «cosas del Espíritu» como si fuera un tema de gobierno, de política, de universidades, de empresa… Con la lógica que usamos para todo lo demás, con la manera de razonar que usamos para todo lo demás, con la manera de pensar y el lenguaje con el que afrontamos otras cosas de la vida. Y así se hace complicado. Porque «las cosas del Espíritu» requieren que las personas las miren, las contemplen y las valoren y asuman desde el Espíritu. Sin ese Espíritu «habitando» en las personas difícilmente se pueden «ver» determinadas realidades.

Orando sobre esto también he caído en la cuenta lo fácil que es juzgar a otros que no invocan ni desean que el Espíritu les habite. Sin esa perspectiva, ¿cómo vamos a actuar de la misma manera? ¿Cómo vamos a percibir al otro como hermano de la misma manera? ¿Cómo vamos a afrontar las dificultades de la misma manera? ¿Cómo vivir nuestros dones?

Un abrazo fraterno

Se buscan testigos de andar por casa #mioracióndehoy

Yo a veces caigo en la trampa, lo reconozco. Quiero ser un testigo de Jesus HQ (High Quality). Quiero que la gente se sorprenda al escucharme, quiero demostrar lo que sé, quiero que me ensalzen, que me aplaudan, que se acuerden de mí, que acudan a mí por mis méritos… A veces caigo en la trampa en las redes y busco el tweet más certero, las palabras más precisas, la imagen más rompedora, la presencia más especial. A veces caigo en la trampa y creo que cambiaré el corazón de las personas y que salvaré sus vidas con mis propios medios, por lo que yo soy, por lo que yo hago.

Me encuentro con la Palabra de hoy y me da cierta vergüenza. Me da estupor la confesión del gran S. Pablo, dando a conocer su miedo y su floja predicación. Estupor. Porque a mí, como a muchos, me gustan los cracks, los grandes, los gurús del testimonio…. Y no me doy cuenta de que los que hoy considero gurús eran pequeños, pequeñísimos… enfermos, débiles, tentados, atacados, desvalidos…

El salmo lo deja claro: ¿dónde está la fortaleza? ¿Dónde está la grandeza? Meditar la Palabra, buscar y gustar a Dios, orar, cumplir sus mandatos, anhelar su voluntad, amarla… Abrirnos al Espíritu, empaparnos de Él, llamarle para que venga y nos inunde y para que Él lo haga todo. Que nos coja y nos haga instrumentos de la grandeza de Dios. Ese es el testimonio más poderoso. Dejar que Dios actúe en mi más absoluta pequeñez.

Posiblemente la reacción, alrededor, será la del Evangelio. A la gente no nos gustan los «hijos de los carpinteros», no aceptamos que tengan algo que aportar, no admitimos que sean ellos los elegidos de Dios.

Un abrazo fraterno

La espera del enamorado #mioracióndehoy

Esther y yo, casados desde hace 12 años, vivíamos en lugares distintos cuando comenzamos la relación. Ella vivía en Madrid y yo vivía en A Coruña. Nos habíamos conocido en una Pascua juvenil a la que ambos asistimos como catequistas de nuestros respectivos grupos y, desde entonces, nuestra amistad había ido «in crescendo». Recuerdo que llegó un momento en el que, tras una serie de circunstancias y tras entender que Esther podía ser la persona que Dios quería para mí, decidí pasar a la acción. Le preparé desde la distancia una sorpresa para su 27º cumpleaños, con la colaboración de una amiga común de Madrid y de su madre, a la que no conocía. El 18 de mayo, día en el que ella cumplía, su casa estaba llena de globos y con un juego de pistas preparado… Yo era el final del juego, esperando agazapado en su habitación con un precioso ramo de margaritas blancas. Recuerdo la tensión de esa tarde, en su casa. Ninguno sabíamos cuándo podría llegar de trabajar. Allí fue llegando toda su familia menos ella… Podía llegar en cualquier momento.

Leo el Evangelio de hoy y me viene a la mente mi propia historia. En mi vida he comprobado que los tiempos del Señor, la brisa del Espíritu sopla cuando quiere, y hay que estar alerta. La palabra alerta siempre me aporta una connotación negativa. Es sinónimo de peligro, de miedo, de precaución… Leyendo el Evangelio, debo reconocer, no desaparece esa sensación. El tono de Jesús me resulta amenazante. Pero haciendo el paralelo con la historia que ya os he contado, creo que lo que el Señor quiere es que se le espere. ¿Qué hubiera sentido Esther si, el día de su cumpleaños, hubiese llegado a casa y ésta estuviera vacía, sin nadie esperándola? ¿Se hubiera sentido querida, amada, mimada?

Jesús quiere que le esperemos, que le esperemos con la misma ansia de enamorado con la que yo me comía las uñas la tarde de aquel 18 de mayo. El Señor es así. Quiere que le quieran. 

Un abrazo fratero

¿Cansancio? ¿Miedo? ¿Desconsuelo? Jesús #mioracióndehoy

Es fácil descentrarse. ¡El día a día es tan complicado! ¡Hay tantas cosas que hacer! Para un papá trabajador como yo, viviendo en una ciudad como Madrid, al día le faltan horas si uno quiere hacer todo lo que quisiera. Los hijos, sus colegios, las tareas, los estudios a su lado, las idas y venidas, hacer la compra, la lavadora, tener la casa recogida, un ratito para descansar y encontrarme con mi mujer, el trabajo, los viajes… y luego todo el tiempo dedicado a los demás y a la evangelización… Parece imposible. Y lo es. Y el problema es que en toda esta vorágine a veces acabo desprendiéndome de aquello más importante.

Hoy me lo recuerda S. Pablo en su carta. Él habla de buscar a Jesús, de poner en el centro su Evangelio, de buscar en Él consuelo y fuerzas. ¡Qué necesitado de fuerzas estoy tantas veces y qué poco le busco! ¡Cuántas veces pienso que estoy siguiéndole y lo que estoy es inmerso en una vorágine personal de compromisos, acciones, respuestas…! ¡Cuántas veces afronto el futuro con desánimo, incertidumbre, miedo…! Signos, todos ellos, de haberle soltado la mano al Maestro…

Ayer celebré en fraternidad la festividad de S. José de Calasanz. Laicos y religiosos juntos, compartiendo carisma y misión, mirando al Fundador e intentando ser santos, como él lo fue. Su secreto fue, tal vez, no perder ese centro. Jesús, Jesús, Jesús. Y María para llegar a Él. Y oídos para escuchar al Espíritu y pies para seguirle allí dondequiera que nos lleve.Así sea yo, Padre.

Un abrazo fraterno

Acción de gracias llena de dolor #mioracióndehoy

Leo las lecturas de hoy y veo que el Señor trae lo importante a escena en esta vuelta de verano. He seguido, y lo sigo haciendo, con inquietud, preocupación y dolor las noticias que llegan de Irak. No es el único lugar donde suceden estas atrocidades, limpieza étnica y religiosa, Tal vez su posición en el tablero geopolítico y su protagonismo en los últimos años, hacen de Irak un objetivo de los medios de comunicación. Lo cierto es que hay lugares de África, como República Centroafricana o Nigeria, donde estos actos vienen siendo constantes. Parece que África no consigue entrar en los periódicos si no es por un mundial de fútbol o la «primavera árabe» de los países más «occidentalizados».

La carta a los Tesalonicenses es una llamada a mirar a estos hermanos nuestros, perseguidos y masacrados, y dar gracias a Dios por ellos. Es su fe la que hoy nos sostiene a todos. Es su sacrificio el que alimenta la Iglesia de hoy y de mañana. Como dice la Palabra «es deber nuestro dar gracias».

Un sentimiento difícil de manejar presento hoy ante el Padre. ¡Me resulta tan fácil dar gracias por estos hermanos mirando su martirio desde lejos! ¡Me parece hasta inhumano, hasta frívolo! Ver cómo mueren, cómo acaban con sus vidas… y luego dar gracias en mi oración, sin más… me cuesta tragarlo Padre. ¡¿Dónde estás?! ¡¿Por qué no acudes al auxilio de estos hijos tuyos?! ¡¿Es necesario todo este sufrimiento?! A la par me siento un privilegiado, alguien que no puede albergar la queja en su boca ni en su corazón. Como padre, además, siento que dar gracias a Dios cada mañana es de los mejores legados que puedo dejarles a mis hijos.

Se acaba el verano y todo vuelve a su cauce, al menos para algunos. Otros hermanos simplemente miran al cielo y luchan por sobrevivir un día más…

Un abrazo fraterno

Yo soy Tomás. Tú eres Tomás. #únicos

Un día escuché una catequesis con este texto de Tomás, y otros, de fondo. Me quedó grabada. Jesús siempre trata a cada uno de manera distinta. Nos conoce y Él se presenta a nosotros y quiere nuestro amor personal y único. Por eso los caminos de fe son tan diversos y tenemos que respetarlos tanto.

Tiene pinta que Tomás era bastante racional. Jesús lo respeta y no pretende que sea quién no es. Jesús se presenta a Él con sus heridas de clavos y lanza y se las ofrece para que «toque», para que «compruebe» que es Jesús, el Maestro crucificado en Jerusalén.

Otros tal vez no lo necesitaron. Otros necesitaron escuchar su nombre de boca del Mestro, como la Magdalena, para reconocerlo. Tomás necesitaba esto y Jesús se lo da. Y a partir de ahí, la vida de fe de Tomás cambiará para siempre.

Jesús me conoce, me respeta, me quiere como soy en lo profundo. Y viene a mí con humildad. Se abaja. ¡Qué grandeza la de mi Dios! ¿Hago yo lo mismo como creyente, como catequista, como padre, como amigo? Ahí queda.

Un abrazo fraterno

jesus-llagas

Al mal, ni agua #sinpiedad

Al mal, ni agua. Esa es la conclusión que me llevo después de leer la Palabra de hoy. Ni agua. Lejos, como hace Jesús, que no se mantiene inalterable al cruzarse con el mal. Jesús no sólo hace el bien sino que combate el mal. No es lo mismo.

La primera lectura nos lo deja más claro: haz el bien y odia el mal. A Dios es difícil es engañarle. Que el mal nos engañe a nosotros es fácil. Al menos a mí me pasa. Me dejo engatusar, enredar, liar… me dejo engañar por ese mal vestido de bien, disfrazado de algo positivo, placentero y ¡hasta necesario! Dios se debe de poner negro cuando ve lo «facilón» que soy a veces. No es un juego. La primera frase de la lectura es determinante: «haz el bien y vivirás». ¡Cuánto nos quejamos a veces de lo desgraciados que somos, de lo mal que nos salen las cosas, de toda la felicidad que nos falta, de no sentirnos llenos y plenos! La solución está dada hace ya mucho tiempo: haz el bien y odia el mal. Pero ni caso. No nos lo creemos. Preferimos pensar que el azar, el dinero, el nivel social, las personas, el placer, una casa grande, un sueldo mejor… nos harán más felices. Parece que no es así.

Al mal, ni agua. Ni una gota.

Un abrazo fraterno

bienmal