Evangelio para jóvenes – Domingo de Año Nuevo (Sta. María Madre de Dios)

Esta entrada de hoy llega tarde. Es de noche y prácticamente el día ha terminado. El 1 de enero, día de Año Nuevo, siempre es un día extraño, resacoso. La mayoría de vosotros habréis celebrado la noche por todo lo alto y la mayoría habréis amanecido tarde. Yo he dejado también la misa para la tarde porque la mañana necesitó de sosiego, reposo, valses y palmas para empezar el 2023 con esperanza. Porque esperanza es algo que siempre se necesita, ¿o no? Escuchad lo que cuenta hoy el evangelista [Lc 2, 16-21]:

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Estamos en tiempo de Navidad y hoy celebramos a María, Madre de Dios. María es presentada hoy como la mujer que conserva todo lo que vive y lo «medita en su corazón». María, una joven que, de manera sencilla, te enseña hoy el bonito arte de discernir, de escudriñar tu realidad, de profundizar y dar hondura a todo lo que vives y experimentas, de buscar la huella de Dios en cada giro inesperado de tu día a día. Te dejo tres pistas, las primeras del año:

  • «Correr… para encontrar» – Te urge encontrar la felicidad. Te urge encontrar paz para tu espíritu lastimado. Te urge sanar las heridas pasadas. Te urge llenar tu corazón de nuevo de esperanza. Te urge volver a quererte, a creer en ti. Te urge rodearte de personas nutricias. Te urge mirar la vida con optimismo y abandonar ya ese tono trágico con el que te veo a menudo. Te urge recuperar a Dios. Te urge volver a casa, adentro de ti y volverte a mirar con ternura. Corre, como los pastores. Corre, con prisa, sí, hacia donde vas intuyendo que puedes encontrar esto. Ya lo has buscado. Ya lo has intentado. Ya has corrido. Pero muchas veces no has encontrado. ¿Será Dios la respuesta? ¿Será este niño, pequeño y frágil como tú, el que tiene la llave que necesitas? Ve a buscarle. Corriendo. No hay tiempo que perder.
  • «Escuchar, encontrar, alabar» – ¡Qué bonita rutina para tu vida! Tres pasos. No te puedes saltar ninguno. Ya lo dijimos antes: anhelas encontrar… ¡pues escucha a los que ya han encontrado! ¡Pon la oreja! ¡Afina el oído! ¡Y confía! Confía en aquellos que te hablan de Dios, desde la fe, desde la paz, desde la felicidad que sólo tiene quién lo ha encontrado. ¿Por qué crees mierdas que escuchas en todas partes y, en cambio, dudas de esta gente que te rodea? Y tras escuchar, apuesta, arriésgate… y encontrarás. Lo verás si eres capaz de reconocerle en lo pequeño… Y cuando lo hayas hecho y hayas comprobado que ¡era verdad!… da gracias, alaba a Dios por su amor contigo, por su generosidad, por no olvidarse de ti… y sal a los caminos a continuar la rueda… para que otros la empiecen.
  • «Meditar en el corazón» – A veces usas demasiado la cabeza, la razón o la sinrazón. Demasiada cabeza. Demasiados cálculos. Demasiadas balanzas y equilibrios, argumentos, justificaciones y excusas. Demasiadas quejas. Demasiada cordura o demasiada locura. ¿Y el corazón? ¿Qué haces con él? El corazón es eso que te habita, que guarda lo mejor de ti, el ADN de tu yo auténtico, los sueños que esperan hacerse realidad, la vocación adormecida, la energía necesaria para cambiarlo todo… ¿Por qué no das más juego a tu corazón? Deja que la decisión la tome el amor, de vez en cuando. Sólo el que ama y confía sabe que detrás de muchas intuiciones están la respuestas a muchas preguntas.

Te deseo lo mejor para este 2023. Te deseo un año lleno de Dios, de corazón, de riesgo, de libertad y justicia. Te deseo un año 2023 lleno de alegrías y dolores, de heridas forjadas en el caminar, de horizontes bellos dispuestos a ser alcanzados. Te deseo que seas tú.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

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