Jesús nos llama en nuestra rutina (Mc 1, 14-20)

Jesús me encuentra en mi cotidianeidad, igual que encontró en aquel momento a Pedro, a Andrés, a Santiago y a Juan. Eran pescadores y los llamó mientras ellos trabajaban, con la gente de siempre, en el lugar de siempre, el propio de un pescador, haciendo lo de siempre.

Tal vez sea lo más difícil. Sería más fácil escuchar la llamada en situaciones especiales, en condiciones especiales, con una llamada clara y genuina. Lo difícil es que el día a día, la rutina, lo que ya sabemos, el sitio donde siempre sucede lo mismo… nos permitan estar atentos a una voz diferente que nos empuja a cambiar, a caminar, a salir, a ir tras Él definitivamente.

Jesús me llama en mi casa o en mi trabajo, donde paso prácticamente la totalidad de mi día. Me llama junto a mi mujer y mis hijos, junto a mis compañeros, junto a mis alumnos… Junto a o a través de… Muchas veces no soy capaz de distinguir el tono de voz entre mi vorágine personal. Quiero afinar el oído. ¿Me ayudarás, Señor?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

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