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Evangelio para jóvenes – Domingo del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo Ciclo A

Ayer volví del viaje de fin de curso con mis alumnos de 4º ESO y mis dos compañeros tutores. Fueron días intensos y llenos de responsabilidad pero, también, de diversión. Los jóvenes son el auténtico alimento del docente. Son ellos, y no otra cosa, los que valen la pena, los que merecen nuestro tiempo, nuestra energía y nuestros desvelos. El tiempo con ellos es el auténtico alimento de la vocación educadora. ¡Y qué importante es alimentarse bien! El curso está lleno de tiempos para otras cosas y sin el alimento correcto, desfallecemos. Y hablado de alimento… escuchemos el Evangelio de hoy [Jn 6,51-58]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Comer. Carne. Pan. Vida. Cuatro palabras que se repiten hasta la saciedad en este fragmento del Evangelio. Hablamos de algo tremendamente humano: alimentarse como una función vital imprescindible para no morir. Quién no come, quién no se alimenta, muere. Es así de sencillo. Y hemos tergiversado todo esto en esta sociedad moderna y llena de urgencias y prisas. Comemos mal. Comemos procesados. Comemos artificio. Nos alimentamos deficientemente. Y la vida se resiente. ¿Y a nivel de fe? ¿Sucede lo mismo? Te dejo tres pistas:

  • «Comida basura» – Falta de tiempo. Falta de silencio. Muchos incentivos. Necesidad imperiosa de sentirnos bien. Apetencias varias. ¿Conclusión? Nos acabamos alimentando espiritualmente de basura. Buscamos en el yoga, en el sexo, en el alcohol, en el juego, en el móvil, en la superficialidad de cualquier realidad… Buscamos alimento pero nos llevamos sólo hidratos de rápida absorción, que nos dejan una bonita sensación rapidita pero una gran insatisfacción en el corazón. Igual que el McDonalds o el Burger King, todo «aparenta» jugoso y placentero… pero luego, cuando pasa, sólo nos deja grasa de la mala.
  • «Pan del cielo» –  Jesucristo es un buen nutricionista. Sabe que Él, y sólo Él, es el alimento imprescindible en toda dieta saludable que te puedas plantear. Da energía y proporciona los nutrientes necesarios para vivir en forma y con salud. Si tú valoras tu vida, tienes que comer a CRISTO. No hay otra. ¡Y es tan fácil! Ese «pan del cielo» del que habla el evangelio está al alcance de cualquiera. Barato y universal. Es el mayor regalo que nos dejó Cristo resucitado: la posibilidad de comerlo verdaderamente cada vez que acudimos a la Eucaristía. ¡No me digas que no es fácil! Notarás mejoría en tu cuerpo y en tu alma. Te sentirás mejor, en forma, valiente, comprometido, con facilidad para perdonar, dispuesto a cargar con el prójimo… te sentirás feliz.
  • «Tu carne, alimento para otros» – Igual que Cristo, tú estás llamado a ser alimento para otros. Todo va de poner «la carne en el asador», en no guardarse la vida, en no escatimar entrega, en confiar en que quién más da, más recibe. La cruz fue el mejor horno que encontró Cristo para que su carne estuviera «al punto». Tú encontrarás también en ese camino, la mejor manera de ser vida para quién lo necesite. En un rumiar constante, quién se alimenta, alimenta y vuelve a alimentarse… y así sucesivamente. ¡A por ello!

Estamos ya a mediados de junio y el curso termina. Las fuerzas flaquean pero, en el horizonte, se abren nuevos retos, nuevas misiones, nuevas palabras… nuevos caminos hacia el Señor. Ojalá sepa alimentarme para no perder nunca el sendero elegido.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Bendigo al Señor en todo momento (Sal 33)

El viernes pasado fue una gozada y el salmo de hoy me lo trae a la mente de nuevo. Después de trabajar, los viernes termino a las 2, me fui a comer un kebap a un lugar cercano a casa. 10 minutillos de alimentación oriental y luego una idea a la cabeza: ¿Por qué no ir desde Carabanchel Alto andando hasta la Feria del Libro, en el Retiro? Nuna había hecho una caminata tan larga en Madrid pero la afronté con ilusión. Empecé a andar cual Forrest Gump y, a buen ritmo, empecé a bajar por General Ricardos, Oporto, la glorieta de Marqués de Vadillo, el puente de Toledo (aquí llamé a Esther emocionado diciéndole que era la primera vez en 9 años que cruzaba el Manzanares a pie… ¡estas cosas que yo vivo con especial sentido de la trascendencia!), Acacias, Ronda de Valencia, glorieta de Carlos V, cuesta Moyano y ¡Retiro! Descubrí nombres de calles preciosos y curiosos, rincones desconocidos, barrios encantadores, lugares llenos de vida, metros cosmopolitas… pasé por la Casa Encendida, por los Salesianos de Atocha, el lateral del Reina Sofía, me paré en las casetas de libros antiguos, observé a turistas despistados, a sobrios borrachos… Incluse me acordé del 2 de mayo de hace ya más de 200 años en el que el pueblo sucumbió ante el brutal ataque carnicero francés para luego resurgir de su orgullo y dignidad…

walikingmadrid

Fue un momento de reencuentro con mi cuerpo, con mi abandonado cuerpo, compñaero infatigable de camino, tarjeta de presentación inigualable. Llegué a casa cansado, sintiendo la tirantez y la electricidad que corría por cada músculo de mis extremidades inferiores. Las plantas de los pies estaban doloridas y los gemelos inflamados. Cuando toda la maquinaria se enfrió me di cuenta de los pocos encuentros que mi cuerpo y yo habíamos tenido en los últimos tiempos. Y bendije a Dios por sentirlo de nuevo, por sentir de nuevo esa sensación maravillosa de sentirse uno con cada poro de su piel, con cada tendón, con cada hueso…

Lo de la Feria del Libro fue también magnífico. Es encontrar a Dios en la cultura, tras la hoja que pasa, bajo el renglón escrito, en los ojos curiosos de los niños, en la paz del viudo que se encuentra con su amor en su lectura diaria y pausada, en el friki que busca cosas nuevas, en la familia que, junta, se fortalece a la sombra del parque.

Bendigo al Señor por todo ello.

Un abrazo fraterno

en su mente… y en sus corazones (Hb 8, 6-13)

mentevscorazonMe gusta esta dualidad mente-corazón que establece Pablo hablando de la promesa de Dios. Mente y corazón. No llega con vivir la fe y las leyes de Dios desde sólo un ámbito de la persona sino que tienen que vivirse de manera integral. Desde la inteligencia más cerebral hasta la emocional, desde el sentimiento hasta el conocimiento. A dios hay que llegar desde el apasionado flechazo y desde la razón.

Mente-corazón. Razón-fe. Cuerpo-espíritu. Dividir estas dualidades nunca ha resultado y siempre ha terminado en fracaso estrepitoso. Dios nos llama a vivir nuestro «ser cristiano» desde todo lo que somos.

Un abrazo fraterno

Vosotros sois el cuerpo de Cristo (1Co 12, 12-14.27-31a)

Esta lectura de Pablo siempre la he llevado al terreno de los dones diversos en la Iglesia. Diversos, complementarios y todos necesarios. Pero la lectura dehoy es también muy obvia pero no deja de impactarme: yo soy el cuerpo de Cristo. Mis manos son sus manos. Mis ojos son sus ojos. Mis palabras son las suyas. Mi manera de acariciar, tocar, hablar, mirar… son las suyas.

De mi depende que mi prójimo se sienta tocado, mirado, cuidado, amado, escuchado… por Jesús. Sí, de mi depende. ¡Y esto es muy fuerte! Él es todopoderoso. Vale. Pero tal vez nos equivocamos si pensamos que Dios se basta por sí solo. Sí y no.

No sé muy bien cómo explicarlo pese a tenerlo claro en mi corazón. Espero que lo hayáis entendido…

Un abrazo fraterno

Su rostro les pareció el de un ángel (Hc 6, 8-15)

Me han llamado la atención esas últimas palabras del relato de Hechos. Qué curioso. Con lo hermoso que es el salmo y también el Evangelio de hoy… y me voy a quedar con algo que parece muy tonto. Puede que lo sea, no lo niego. Pero hoy me ha llamado la atención. Me rechina en el relato. Me rechina lo poético y hast un poco cursi de la expresión… Me rechina estando el Sanedrín por el medio…

Estaba Esteban tan lleno de Dios que su rostro lo reflejaba. Con eso me quedo. El cuerpo habla. Y el rostro de Esteban y lo hizo y de qué manera. El cuerpo es un gran aliado para esto de tomarnos la temperatura, de vivir cerca de nosotros mismos, de calibrar la profundidad y consciencia con la que estamos viviendo. Y, a la vez, es el primer medio de propaganda de nuestro ser. Difícilmente seré un apóstol de Cristo si mi cuerpo no habla de Él. ¿Hablar el cuerpo de Cristo? Sí. Debe hacerlo. Él mío tiene mucho que mejorar. Estoy un poco dejado. Eso no es de Dios.

Tomo nota.

Un abrazo fraterno