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Quiero el corazón de María (Lc 2,41-51)

Ayer el Sagrado Corazón de Jesús y hoy el Inmaculado Corazón de María. Parece que estoy oyendo a Anne Igartiburu diciendo eso de «corazones»… El caso es que si unas cuantas tenemos que acoger del corazón de Jesús, el de María no le va a la zaga.

Nos encontramos con la lectura famosa de la pérdida de Jesús a sus 12 años y de la regañina que le cae cuando sus padres lo encuentran en el Templo. Me imagino los nervios y la tensión en los rostros angustiados de esos padres, busca que te busca, haciendo el camino al revés buscando al ya casi adolescente Jesús. Y la reacción de este ante el rapapolvo no deja de ser desconcertante. Y aquí viene el punto.

El corazón de María es un corazón abierto a Dios, desde siempre, lleno de gracia pero, a la vez, un corazón acostumbrado a sufrir, acostumbrado a no entender, acostumbrado a lo desconcertante de su querido hijo que, más de una vez a lo largo de su vida, es capaz de dejarla sin palabras, sin saber qué decir. No estamos tan lejos de María en esta experiencia de encontrarnos muchas veces con «lo desconcertante de Dios» o, tal vez, con nuestra humana incapacidad para lograr entender. Y debemos de aprender de María el ser capaz de guardar en su corazón sin perder ni un ápice de fe.

María sabía bien quién la había elegido. Se sabía amada y querida. Y conocía a Dios a través de un hijo que se lo iba desvelando cada día. Y supo vivir como testigo de primera fila del sorprendente actuar del Señor. Ojalá nosotros, como ella, también sepamos. Ojalá se nos conceda ese don.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Cuando a Dios no se le entiende (Jn 16,16-20)

A Dios no siempre se le entiende. El Evangelista Juan es especialista en utilizar los malentendidos… Este pasaje es una prueba de ello.

Yo también lo experimento a veces. La confusión y la desorientación en mi vida y en camino espiritual. Responder a una llamada, intentar hacer la voluntad de Dios, y a la vez toparse con troncos que cierran los caminos, con impedimentos. Otras veces, mirar el mundo y seguir sin entender por qué no es todo más fácil, intentar responder preguntas y no encontrar respuesta.

Pero también el malentendido y el desconcierto es usado por el Señor. Porque nos prueba, nos confronta, nos pregunta, nos hace sensibles al desaliento y nos obliga a confiar en Él sin más seguridades.

Señor, necesito claridad y más en mi desconcierto. Ayúdame.

Un abrazo fraterno

Espera en el Señor, sé valiente (Sal 26)

Me llama la atención sobremanera esta frase del salmo: espera en el Señor, sé valiente. Es como si sonara raro, como si hubiera algo que no acabara de cuadrar. Parece que esperar y ser valiente son contrapuestos. Es fácil entender que hay quienes apuestan por esperar en la vida y hay quienes son valientes y deciden salir a jugar y arriesgar. Hoy, el salmo nos propone ambas cosas. Parece incomible y el orden me desconcierta. Yo lo entiendo a mi manera:valiente1912grande

«Sé valiente…». Sólo entiendo la vida jugando al ataque. El Señor nos llama a gastar nuestra libertad y a poner nuestros dones en juego. El Señor nos llama a asumir riesgos y a dar la vida por el Reino.

«… y espera en el Señor». Es más fácil ser valiente cuando uno sabe que su valentía por el Reino está patrocinada por el Padre, cuando sabe que al final la obra es suya y que es Él quien actúa. Uno se sabe protegido y querido. Uno se sabe valioso.

SÉ VALIENTE Y ESPERA EN EL SEÑOR. ¡Qué esquema de juego tan hermoso! Yo me apunto…

Un abrazo fraterno

No se fiaron de sus planes (Sal 105)

tierra_prometidaEs verdad que las personas somos bastante miopes en cuanto a los planes de Dios se refiere. Todo lo que esté más lejos de lo que nosotros entendemos como admisible no somos capaces de valorarlo y nos ponemos nerviosos muy pronto acusando a Dios de habernos abandonado o de no cumplir la promesa que un día creimos escuchar a través del Espíritu.

También es cierto que la manera de actuar de Dios es sumamente misteriosa y desconcertante a veces y su manera de llevarnos a la tierra prometida no puede ser más especial. Su concepto de tierra prometida es especial. No nos dice ni cómo vamos a llegar ni cuánto va a durar el viaje por lo que a uno sólo queda confiar inquebrantablemente en que lo que escuchó un día es real y es verdad… Fiarse de sus planes, vamos.

Plantearse así la vida es jugar al ataque; desconcierto para muchos; libertad para algunos.

Un abrazo fraterno

Es tiempo de consultar al Señor… (Os 10, 1-3.7-8.12)

… hasta que venga y llueva sobre vosotros.

Así acaba la Palabra que el señor me dirige hoy a través del profeta Oseas. Es tiempo de consultar… Es tiempo de consultar… No parece tiempo para producir, ni para fructificar. No parece tiempo para pelear ni para luchar. Siento que es así. Es tiempo de consultar…

El sábado por la mañana me juntaré con toda mi comunidad para pasar dos días de retiro juntos en una casita en la sierra de Madrid. Es tiempo de consultar. Es tiempo de orar. Es tiempo de escuchar. Ojalá escuche porque lo cierto es estos tiempos me incomodan. Me siento raro. No sé qué hacer, para dónde ir, en qué gastar mis fuerzas. No tengo claro a qué se me llama, dónde se me requiere.

Es tiempo de consultar al Señor y esperar que su agua empape, me empape, nos empape. Esto es lo que toca vivir ahora y de lo bien que lo haga dependerá cómo empiece el tiempo próximo.

Un abrazo fraterno

Somos unos pobres siervos (Lc 17, 7-10)

No siempre la Palabra es clara. O, mejor, debe de ser que no siempre yo la entiendo. El Evangelio de hoy es un poco desconcertante, al menos para mi. ¿Qué es eso de decir que somos como criados? ¿Qué es eso de decir que tenemos que hacer lo que se nos ha mandado?

 ¿Pero no quedamos que ya no éramos siervos sino amigos? ¿Que nuestro Dios era el Dios de la libertad y el amor? Seguro que sí pero qué Palabra más extraña…

Hoy la oración se me queda en esta duda… Jesús, a veces, también es un poco desconcertante…

Un abrazo fraterno

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Cuidaos vosotros mismos (Lc 17, 1-6)

El fin de semana ha sido de trabajo y convivencia. Y hubo momentos álgidos y alegres, plenos, y otros tremendamente oscuros e inquietantes. Y digo inquietantes no tanto porque la situación sea especialmente desconcertante, que también, sino por mi dificultad personal de moverme con comodidad en aguas turbulentas, en horizontes poco definidos, en la inseguridad de la falta de claridad.

Y siento que he crecido en lo personal. ¿Por qué? Porque en la misma situación, hace algún tiempo, habría surgido un Santi líder, hablador, vomitador de propuestas, de apariencia fuerte y optimista, de creatividad ficticia. Este fin de semana no ha surgido ese Santi. He descubierto un «yo» capaz de plegar velas, de asumir un perfil bajo, con la necesidad absoluta de guarecerse en sus lugares de crecimiento, siendo fiel a la misión pero no por entusiasmo ni apetencia sino más bien por fidelidad y confianza en lo escuchado un día. He descubierto un «yo» silencioso, buscador de soledad. Un «yo» al que no le servía cualquier para estar, al que no le servía cualquier cosa con tal de disfrutar.
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A veces tengo cierta inseguridad cuando hablo de estas cosas. Pienso: ¿será verdad esto que digo? ¿Estaré creciendo de verdad? ¿Lo demás también lo perciben o es pura imaginación y autoconvencimiento personal? Tal vez aún me queda mucho pero lo cierto es que me siento bien por estos descubrimientos personales.

Suelo tender a evitar situaciones de oscuridad. Lo cierto es que estoy comprobando que, pese al dolor y al sufrimiento, me hacen crecer. Es tiempo de cuidarse, de crecer. También para dar pero… mejorando el producto.

Un abrazo fraterno