… en vasijas de barro (2Cor 4, 7-15)

Cuánto me cuesta aceptar que soy vasija de barro. Y sí, lo soy. Lo descubrí ya hace algún tiempo. Y es en los momentos en los que más vasija de barro me siento en los que más cerca me siento de Dios. Cuánto más débil, más amado. Cuánto más débil, más confiado. Cuánto más débil, más protegido. Cuánto más débil, más valorado. Cuánto más débil, más comprensivo. Cuánto más débil, más fuerte.
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Hoy es día de mi santo, hoy es Santiago Apóstol. Aquí en España se representa guerrero y valeroso, subido en su caballo blanco. Adalid del cristianismo frente al Islam invasor de entonces. ¡Qué poca vasija barro se percibe en esas imágenes populares con las que hemos querido representar a aquellos que más descubrieron su pobreza y pequeñez y por eso llegaron a ser admirables! ¡Cuánto nos equivocamos!

A mi me costó descubrirme pequeño, vasija, barro. Pero mi Padre sabe cómo hacer de su vasija un tesoro. ¡En tus manos estoy Padre!

Un abrazo fraterno

Estos son mi madre y mis hermanos (Mt 12, 46-50)

Recuerdo con cierta diversión la opinión que yo tenía acerca de la «comunidad» hace unos 8 años. Llegaban a mi abrumadores mensajes acerca de que una persona que quisiera crecer en la fe tenía que formar parte de una comunidad. Un catequista como yo tenía que estar dentro de una comunidad. Y recuerdo el rechazo que me producía la simple sensación de «obligatoriedad» de esa manera de vivir mi fe. A la vez, y viendo desde fuera, percibía cosas de las comunidades que tenía alrededor que no me gustaban nada: era como si uno pusiera su vida en manos de otros, como si otros pudieran disponer de la vida de uno y decirle qué podía y qué no podía hacer, dónde tenía que ir… De todas maneras mi rechazo no me llevaba al desinterés y viendo que en verdad había mucha gente querida y valorada que así opinaba yo no dejaba de preguntar a uno y a otro. Tal vez cuánto más preguntaba menos entendía y con más argumentos racionales en contra me cargaba. ¿Por qué una familia, si en esta se vivía la fe, no era ya una comunidad, por qué tenía que buscar algo más? ¿No era mi pertenencia a la Iglesia una manera de vivir ya la fe en comunidad?

Cuando Esther y yo empezamos a salir ella pertenecía a una comunidad, la Comunidad S. Pablo, cuyos miembros conocía por haber surgido todos de los procesos de grupos de fe de la Escuela Pía. Sin discernimiento previo y por la simple razón de compartir la fe en un mismo ámbito con la persona a la que quería decidí meterme. La experiencia no fue buena. La comunidad, por diversas razones, se rompería al poco tiempo. Pero las catequesis matrimoniales que recibimos en casa de F y S, acompañados por ellos (que ya eran matrimonio) me llevarían a jugármela y hacerles saber a todos ellos de mi disposición a mantener esos encuentros de oración semanales después de la boda. Mis razonamientos no fueron freno para mi capacidad de apostar por algo que podía ser realmente hermoso y fructífero. El «venid y veréis» de Jesús se estaba haciendo vida en mi.
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Meses después, en Cercedilla, los 4 decidimos darle forma y oficialidad a una experiencia de vida comunitaria que ya se estaba dando. Betania nacía así con un germen importante, sin grandes pretenciones organizativas ni programativas sino con el claro propósito de hacer vida juntos centrándonos en la escucha de la Palabra y en la puesta en práctica de lo escuchado.

Cuando la Palabra de hoy llega a mis oidos y a mi corazón no puedo más que mirar a mi comunidad y afirmar, con Jesús, «éstos son mi madre y mis hermanos». Es algo que sobrepasa todo razonamiento. Ya lo dice Carlos G. Vallés en uno de sus libros: «Comienzo a caminar y todas las preguntas del camino desaparecerán». Ninguna de mis preguntas fueron respondidas. Ninguno de mis miedos fueron mitigados. Nadie me convenció al respecto. Es el camino y la vida compartida junto a mis hermanos la que hace que ya no me importen esas preguntas, que ya no me inquieten esos miedos, que ya no necesité ninguna explicación bien argumentada. En Betania, mi comunidad, me siento amado y aceptado, escuchado y confrontado. Es, pues, concretar el amor de Dios en mi vida. En Betania ésto sucede. ¡Éste es el milagro!

No voy a convencer a nadie con mi experiencia pues era eso mismo lo que a mi me echaba para atrás. Pero sí tengo claro, ahora y tras parte del camino andado, que el «jugarse la vida» que propone Jesús no es posible sin hacerlo concreto, con gente concreta, con compromisos concretos y con la vida de uno, transparente y auténtica, encima de la mesa dispuesta a ser compartida y gastada por y para otros.

Un abrazo fraterno

Vosotros esperad en silencio (Ex 14, 5-18)

freedom2.gifCuando llegó el momento de peligro y desconcierto toda la fiesta y la esperanza de la liberación se tornó en miedo dentro del seno de los israelitas y el miedo derivó en reproches al Dios que les había sacado de Egipto. Ellos preferían un mal conocido y asumido que la aventura misteriosa de la libertad.

¿Y yo? Pues a veces soy también un poco israelita cuando decido que al fin y al cabo tampoco estoy tan mal. Tengo mis heridas, mis problemas… pero no me dan mucha guerra, no me generan demasiado dolor o, al menos, yo genero mayor cantidad de anestesia. Adentrarse en el camino de la libertad es adentrarse, por lo de pronto, en un camino que exije dejar atrás seguridades. Es un camino incierto cuyo final prometido es maravilloso pero cuya senda no está exenta de dificultades, pruebas y sufrimiento. Porque la libertad me exige mucho más que la esclavitud, porque cuando yo soy responsable de mi vida y no tengo a quien culpar de mis pobrezas el tema se complica. No es fácil adentrarse en serio en uno mismo. No es fácil plantearse retos. No es fácil abandonar sendas conocidas.

Cuando llega la tentación de volver atrás, del desánimo, del pensar que el camino de la libertad no me compensa, cuando no entiendo el bienque me reporta, cuando no soporto el sufrimiento que me genera… la Palabra de hoy llega a mi corazón y me dice: ESPERA EN SILENCIO. Eso haré.

Un abrazo fraterno

Venid a mi todos los que estáis cansados (Mt 11, 28-30)

De todas las películas que se han hecho sobre Jesús he de confesar que la que más me gusta y a la que más cariño le tengo es a «Jesús de Nazaret» de Franco Zeffirelli. La imagen de Jesús que proyecta Robert Powell está grabada en mi corazón por las veces que vimos la película en familia y por los pelos de punta que pone Powell en determinados momentos de su interpretación. Una de las escenas que recuerdo, por como se aceleraba mi corazón, es la de Jesús sentado en unas escaleras dentro del Templo, rodeado de gente humilde y necesitada, diciendo las palabras que hoy nos trae el Evangelio de Mateo. Y recuerdo con meridiana claridad mi deseo por ir a cubrirme por sus brazos, por querer sentir el calor de su abrazo, su ternura, su comprensión… Suscitaba en mi la imagen de un Jesús tremendamente cercano, escuchando todo aquello que yo quería contarle sobre mis agobios, mis preocupaciones, mis arrepentimientos, mis incoherencias, mis fracasos… Un Jesús que escuchaba, que sufría a mi lado, que enjugaba mis lágrimas, que me comprendía, que padecía a mi lado, que me amaba, sin un ápice de juicio en sus ojos…

Yo estoy cansado de toparme día tras día con las mismas piedras, estoy cansado de verme sin fuerzas y sin voluntad en mis estudios, cansado de mis torpezas, cansado de mis miedos. Y siento tu abrazo Jesús. Y me siento amado. Y todo cansancio desaparece…

Un abrazo fraterno

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El sitio que pisas es terreno sagrado (Ex 3,1-6.9-12)

zarza.jpgEsta Palabra de hoy en el AT siempre me ha dicho mucho aunque es en los últimos tiempos cuando más sentido le he encontrado y más íntima la llevo en mi corazón.

Dios se le presentó a Moisés en forma de zarza ardiente. A mi se me presenta de otras maneras. Pero hay una que siempre he relacionado directamente con esta Palabra: los jóvenes. Siempre he intentado ser un buen testigo de aquello que yo mismo había descubierto. Muchas veces lo habré conseguido y muchas veces no. Pero últimamente soy muy consciente de que no llega con la buena voluntad y que, por lo de pronto, uno tiene que descubrir a Dios en cada muchacho y «descalzarse» cada vez que habla con ellos, en cada reunión, en cada retiro, en cada momento de compartir, en cada Pascua… No se puede hacer de otra manera. No se debe hacer de otra manera. Hay que caminar con sumo cuidado y con sumo respeto. Esto me ha llevado a hablar menos y escuchar más, a comprender más y aconsejar menos, a trabajar mi empatía, mi compasión… Me queda mucho por hacer pero tengo estas palabras grabadas a fuego: el sitio que pisas es terreno sagrado.

Un abrazo fraterno

Me arrastra la corriente (Sal 68)

¡Cuántas veces me arrastra también a mi la corriente! ¡Cuántas veces tampoco hago yo pie Señor!

Me arrastra la corriente cuando compro y gasto lo que no necesito.
Me arrastra la corriente cuando justifico mi parálisis y silencio ante situaciones injustas.
Me arrastra la corriente cuando me dejo llevar por mis apetencias en lugar de cumplir con mi obligación.
Me arrastra la corriente cuando lo peor de mi puede a lo mejor de mi.
Me arrastra la corriente cuando mi lenguaje se rebaja, cuando piero por la boca mi «ser».
Me arrastra la corriente cuando tapo mi oídos y tiro para adelante como si nada pasara a mi alrededor.

¡Dame tu mano Padre y ayúdame a volver a tu orilla!

Un abrazo fraterno

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El que pierda su vida por mí la encontrará (Mt 10,34-11,1)

¡Qué clarito es a veces Jesús! Podía serlo menos… viviríamos un poquito mejor. Hoy la Palabra es idónea para los tibios, los ingenuos, los mediastintas, los que se piensan que luchar por el Reino y ser seguidor y testigo de Cristo no es incompatible con otras muchas cosas.

Jesús hoy me deja claro que si quiero vivir en plenitud, si quiero llegar al encuentro con el Resucitado tengo que pasar por la cruz. Una cruz que me llevará a la muerte, a la crisis absoluta, al silencio, al desconcierto total. Jesús no me habla de «dar la vida». Me resulta curioso y me llama la atención. Jesús habla de «perder» y nadie quiere perder por lo tanto entiendo que esa vida perdida es una consecuencia y no algo que se busque. Si soy fiel a Cristo, a su Palabra, a su mensaje INEVITABLEMENTE perderé la vida. No es compatible construir Reino y no tener problemas por esta causa. Cuando uno lucha por la VERDAD está sentenciado.

Pero la promesa de Jesús es la esperanza del horizonte. Él está allí esperándome. Difícil camino, inmejorable meta.

Un abrazo fraterno

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Sed sagaces como serpientes (Mt 10, 16-23)

Hay gente que piensa que los «cristianitos» somos un poquito lerdos. Y desde luego que viendo a alguno yo también lo pensaría. Sobran los puritanos, los mojigatos, los ingenuos, los santitos… Si queremos evangelizar el mundo primero debemos conocer bien en qué mundo vivimos y cómo son aquellos que tenemos alrededor, tanto los que queremos evangelizar como aquellos que pretenderán impedírnoslo. En una batalla no nos podemos permitir el lujo de vivir en los mundos de Yupi.
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Hay que saber qué música se oye, qué cine se ve, qué programas de TV son los más vistos, estar al tanto de la actualidad internacional, nacional y local… Juan Pablo II lo dejó claro en su última visita a España «se puede ser moderno y seguir a Cristo». Hay algunos que esa frase la han borrado de sus memoria. Y ser moderno también implica saber llevar y tratar ciertos temas con naturalidad, desde posiciones abiertas al diálogo, alejadas del moralismo… El mundo necesita un apostolado de gente «normal». Ya habrá tiempo de dejar claras «las locuras de Cristo».

No sé. No es muy estructurado todo esto que digo pero es algo que debo seguir interiorizando…

Un abrazo fraterno

Ni sandalias, ni bastón (Mt 10, 7-15)

barro.jpgNi dinero, ni alforja, ni túnica, ni sandalias, ni bastón.

Todo esto sobra para ir a anunciar y construir el Reino. No es que no haga falta, es más: SOBRA. Hay que apostar fuerte, correr riesgos, asumirlos vitalmente, romper puentes, jugársela a una carta…

Dios me conoce, sabe quién soy y lo que puedo hacer. Me llama. Me envía. Me llena de dones. Hay un camino que recorrer. Pueblos que visitar. Gente que conocer. Mucho que hacer.

Es difícil hacer esto hoy, en una sociedad que fomenta justo lo contrario: el bienestar, las seguridades, el dinerito en el banco, el ocio placentero… Ésto no se entiende ni se acepta. Hay que luchar, incluso, con los que más quieres. Y a todo el que se mueve de la manada, ¡palo! A todo el que levanta la mano para disentir, ¡palo! A todo el que decide que no estamos respondiendo fielmente al envío del Señor, ¡palo!

Hay que seguir en camino. Cuánto más embarrado mejor. Es en los caminos de barro, piedras, arena, cuestas y zarzas donde nos encontraremos a los que no pueden ir con un AUDI por la autopista.

Un abrazo fraterno

El plan del Señor subsiste por siempre… (Sal 32)

… siempre que le dejemos.

Porque el Señor tiene planes, sí. El Señor nos ha soñado y creado para algo, sí. Pero el Señor, ante todo, nos ha hecho LIBRES. Y esa libertad inlcuye la capacidad de decir NO a sus planes, NO a sus sueños. Por eso me parece tan grande el Dios en el que creo. Porque asume riesgos sin perder un ápice de amor.
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Desarrollar mi vocación está en mis manos. Igual que descurbrirla. Mi felicidad depende de mi. Mis decisiones son mías también con sus consecuencias.

No pienso dejar en manos de Dios mis fracasos personales. Bastante hace ya con amarme con locura pese a mi…

Un abrazo fraterno