¿La ley? En las entrañas… (Salmo 39)

Ni en tablas de piedra, ni en libros viejos… en las entrañas.

Llevar la ley del Señor en las entrañas implica que uno la ha interiorizado y que la ha hecho carne. Implica que la ley del Señor no es algo muerto sino Palabra viva, presencia real. Llevar la ley del Señor en las entrañas implica que el calor del corazón la toca, la modela, la matiza… Implica que no es un mandato exterior sino el camino que me lleva a la felicidad, al padre, a Cristo…

Me ha gustado hoy esta Palabra del salmo. Porque es amor lo que quiere el Señor y no sacrificios…

Un abrazo fraterno

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¿Soy yo de los que buscan al señor? (Salmo 104)

Buscar al Señor. Hoy va de eso la Palabra: el Salmo y el Evangelio hacen mucho hincapié y me ha hecho pararme a pensar. ¿Soy yo de los que buscan al Señor?

Uno busca algo cuando le falta. Lo busca porque lo desea. Porque quiero tenerlo, verlo, saborearlo, disfrutar de él. Porque quiere amarlo o sentirse cuidado por él. Uno busca algo porque lo necesita, porque no puede vivir sin él.

De mis dos hijos mayores, Álvaro e Inés, él no encuentra nunca nada cuando lo busca. Ella siempre. Él es despistado y puede tener algo delante de sus narices y no verlo. No centra su atención en aquello que quiere buscar. Incluso pasados unos minutos, ni siquiera se acuerda que lo está buscando. Ella no. Ella empieza y remueve y va a los rincones y no para hasta tenerlo entre sus manos.

¿Y yo? Cuánto tengo que aprender de mis hijos hoy… ¿Yo cómo busco?

Un abrazo fraterno

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Es evidente que el mundo está lejos de Dios… (Salmo 71)

Uno lee esto hoy en el salmo…

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar amar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

… y se pregunta si ese mundo es posible o es simplemente una quimera. Es el mundo donde Dios reina. Evidentemente, no es nuestro mundo. Ni hay paz, ni hay justicia, los humildes son apabullados y aplastados y el amor, como principio universal, no rige los devenires de la humanidad.

¿Cuánto queda Señor? ¿Qué hacer para conseguirlo? A Ti levnto mi grito oh Dios, a Ti, hoy…

Un abrazo fraterno

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El Señor es mi luz (Salmo 26)

NativityEl Adviento puede durar meses, años… ¡la vida entera! Porque yo creo que al final, la experiencia de Adviento debe servir para asumir que se me da un Salvador, que un Salvador nos ha nacido. La experiencia de Adviento, al final, es la experiencia de la Luz.

Miro el nacimiento que pusimos ayer en casa y descubro oscuridad en muchos rincones. Descubro pobreza, frío, desamparo. Igual que en el mundo de hoy, repleto de malas noticias, donde cada vez hay más pobres, donde los pobres lo son cada vez más. Un mundo en el que tantos tienen la experiencia desoladora de vivir solos, abandonados… Un mundo donde la desesperanza campa a sus anchas. Un mundo oscuro, sin salida para muchos. Un mundo donde personas concretas sufren, y mucho.

Es en esta situación donde el anuncio del ángel y de la estrella debe despertar nuestros sentidos, nuestra voluntad, nuestra esperanza. Sólo hay un foco de luz en todo el nacimiento, en todo el mundo. Sólo hay un foco y es Jesús. Cuando vivimos desde aquí, nada es ya igual.

Un abrazo fraterno

En las tinieblas brilla como una luz (Salmo 111)

Sólo puedo ofrecer certezas en este tiempo de tinieblas e incertidumbres personales. La certeza de que Dios me ama. La certeza de que Dios me cuida. La certeza de que Dios protege mis pasos. La certeza de que el Espíritu me conduce misteriosamente. La certeza de que la cruz llegará y de que Getsemaní es parte del camino. La certeza de que hay que morir. La certeza de que el Resucitado y mi encuentro con Él cambiarán mi vida para siempre.

La certeza de que si lucho por el Reino, el resto se me dará por añadidura. La certeza de que Dios escucha a su pueblo. La certeza de que Dios hace justicia.

Pero… ¿cuál es el siguiente paso? ¿Qué camino escoger? ¿Qué hago con mi miedo? ¿Qué hago con mi oscuridad? ¿Qué hago con todo eso, Señor? Dame luz. Danos paz.

Un abrazo fraterno

Salmo para un día de huelga (Salmo 22)

Qué precioso es el Salmo de hoy. Ideal para una jornada complicada, agitada, tensa.

Al final, leyendo la vida de los santos, leyendo un poquito de historia de hace no mucho, uno se da cuenta de lo que toca sufrir. No podemos vivir con la miopía colectiva de pensar que el mundo es happy-flower y que hay que luchar para que así sea. Claro que hay que luchar pero hay que tener muy nítido el objetivo. ¿Por qué lucho? ¿Por qué me movilizo exactamente?

El Salmo de hoy me aporta paz, me hace saborear el cuidado de mi Señor. A veces me cuesta ser capaz de vivir desde ahí… Que el Señor aumente mi fe.

Un abrazo fraterno

Yo te amo, Señor (Salmo 17)

Preciosas las lecturas de hoy. Desde la primera hasta el Evangelio maravilloso en el que Jesús me muestra el camino más corto y más verdadero para amar a Dios: el prójimo.

Pero el Salmo de hoy me resuena, me resuena y me resuena. Tal vez porque hoy, justo hoy, me sirve de reafirmación de muchas cosas. Tal vez porque hoy, justo hoy, necesite esa roca, ese alcázar, ese escudo protector, esa fuerza salvadora.

Ángeles de Dios (Salmo 90)

Los ángeles…

¿Quién no ha rezado el «ángel de la guarda» por la noche? Tal vez es la primera oración que aprendemos de niños… Y luego ¿qué? Parece que nos olvidamos de que vamos protegidos por el mundo, que no vamos solos.

El salmo de hoy es precioso. Y la primera lectura. Hay ángeles que guardan mi camino, que van por delante, que me protegen del mal, que velan a mi lado por la noche, que pasan el día conmigo… Son presencias misteriosas y espirituales pero reales. Enviados de Dios que campan por el mundo, junto a hombres y mujeres, para hacer frente al mal y oponer resistencia.

Hace poco tuve una experiencia que guardaré siempre en mi corazón. Pasé por uno de esos momentos en los que, con gran dificultad, uno sabe que está viviendo algo importante. Y recuerdo una voz, amiga, que, en la oscuridad, me dijo: «Hoy hay más ángeles en esta habitación». Volvió el sol y yo sentí que alguien me había cubierto con sus plumas y protegido con su espada y escudo.

Un abrazo fraterno