Habla, que tu siervo escucha (Sal 39)

Como seguimos dándole vueltas al bautismo de Jesús y a Juan y compañía… hoy se me han ido los ojos, los oídos, la mente y el corazón, al precioso salmo que se nos proclama. Es uno de esos salmos de cabecera, a mí entender, porque dice cosas tan importantes…

  • Actitud fundamental en un creyente: esperar y confiar en el Señor.
  • Dios siempre escucha mi plegaria.
  • Mi fe, como el amor, se hace nueva cada día. El Señor me ayuda a renacer en Él.
  • Y algo muy relevante: creer en Dios, seguir a Jesús, NO ENTIENDE DE SACRIFICIOS, NI OFRENDAS, NI HOLOCAUSTOS… La fe, si es verdadera, nunca es una renuncia, una privación, un esfuerzo… El cielo no se gana. El Reino se acoge.
  • Dios sólo me pide estar dispuesto a escuchar su voluntad y llevarla a cabo.
  • Todos estamos llamados a ser profetas en medio del mundo, a proclamar aquello que el Señor nos ha revelado.

¡No me digas que no es un buen roadmap de vida cristiana! Ojalá en este comienzo de año, escuchemos y pongamos en práctica. No sólo convenceremos más sino que seremos más felices.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Papá, háblame de Dios en tu vida (Sal 77)

Una de las tareas que los padres creyentes tenemos por delante: la transmisión de la fe a nuestros hijos. Así lo dice, de manera muy bella, el salmo de hoy:

Que surjan y lo cuenten a sus hijos,
para que pongan en Dios su confianza
y no olviden las acciones de Dios,
sino que guarden sus mandamientos.

No se trata sólo de enseñar los mandamientos, la doctrina, ni tampoco únicamente de llevarlos a las celebraciones religiosas o contarles historias de Jesús. Todo eso es, sin duda, necesario. Pero creo que el salmo nos sugiere algo más: contar la acción de Dios en nuestras vidas para que nuestros hijos le reconozcan ya en su propia historia y sepan, como nosotros, ponerlo en el centro de sus vidas, confiar en Él y dejarse querer por Él.

Es la experiencia de Dios de los padres la que es imprescindible para los hijos, una lectura de la realidad creyente… ¡Pongámonos a ello! ¡Y empecemos a contar!

Un abrazo fraterno – @scasanovam

 

 

Se buscan testigos de andar por casa #mioracióndehoy

Yo a veces caigo en la trampa, lo reconozco. Quiero ser un testigo de Jesus HQ (High Quality). Quiero que la gente se sorprenda al escucharme, quiero demostrar lo que sé, quiero que me ensalzen, que me aplaudan, que se acuerden de mí, que acudan a mí por mis méritos… A veces caigo en la trampa en las redes y busco el tweet más certero, las palabras más precisas, la imagen más rompedora, la presencia más especial. A veces caigo en la trampa y creo que cambiaré el corazón de las personas y que salvaré sus vidas con mis propios medios, por lo que yo soy, por lo que yo hago.

Me encuentro con la Palabra de hoy y me da cierta vergüenza. Me da estupor la confesión del gran S. Pablo, dando a conocer su miedo y su floja predicación. Estupor. Porque a mí, como a muchos, me gustan los cracks, los grandes, los gurús del testimonio…. Y no me doy cuenta de que los que hoy considero gurús eran pequeños, pequeñísimos… enfermos, débiles, tentados, atacados, desvalidos…

El salmo lo deja claro: ¿dónde está la fortaleza? ¿Dónde está la grandeza? Meditar la Palabra, buscar y gustar a Dios, orar, cumplir sus mandatos, anhelar su voluntad, amarla… Abrirnos al Espíritu, empaparnos de Él, llamarle para que venga y nos inunde y para que Él lo haga todo. Que nos coja y nos haga instrumentos de la grandeza de Dios. Ese es el testimonio más poderoso. Dejar que Dios actúe en mi más absoluta pequeñez.

Posiblemente la reacción, alrededor, será la del Evangelio. A la gente no nos gustan los «hijos de los carpinteros», no aceptamos que tengan algo que aportar, no admitimos que sean ellos los elegidos de Dios.

Un abrazo fraterno

Promesa a un papá atribulado #mioracióndehoy

El Evangelio de hoy es duro, muy duro. Y conocido, muy conocido. Así que mi oración de hoy la he centrado en el salmo.

¡Qué preciosidad de salmo! ¡Me viene al pelo para empezar con fuerza este curso nuevo que se avecina con sus dificultades y sus retos! Habla del temor de Dios y de los frutos que tendrá quién teme. ¡Temor de Dios! Es, sin duda, una expresión que no se lleva y que produce, así a primeras, sentimientos agridulces. Cuando la entendí, hace ya algún tiempo, ¡me pareció tan bonito lo que expresa! El santo temor de Dios es el temor a quedarnos sin Él, a separarnos de su presencia, a hacer la vida a sus espaldas.Por eso ¡hay que temer! ¡Hay que mantener ese temor siempre encendido! La promesa del salmo es palabra del Padre: pégate a Dios, protégelo, cuida su presencia en tu vida, camina sus caminos… y los frutos serán abundantes.

El Señor me ha regalado el don de confiar en su Palabra y yo, leo esto, y me lo creo tan en lo profundo que llena mi alma de paz. Me anima a seguir construyendo mi familia, con sus dificultades y sufrimientos. Me anima a seguir enseñando la fe a mis hijos. Me anima a seguir luchando por crecer en amor en mi matrimonio. Me anima a seguir mirando al prójimo y responder a sus necesidades. Me anima a vivir austero y cercano al pobre. Me anima a rechazar mucho bienestar del mundo e invertir en bienestar eterno. Me anima a terminar mi carrera y luchar por mi vocación. Me anima a orar con perseverancia y a asistir a la Eucaristía. Me anima a poner mi vida en sus manos… ¿Hay mayor bendición que esta? Lo rezo y se minimizan las preocupaciones. No sé cómo pagar esa operación dental, ni si llegará el dinero para la flauta travesera del niño, ni si acertaremos en los detalles de la educación del día a día… Todo queda en sus manos. 

Como la primera lectura, repito para terminar «que el Señor de la paz nos dé la paz siempre y en todo lugar». La necesitamos.

Un abrazo fraterno

Educar a los hijos… ¿te parece poco? #vértigo

Ayer mi hijo mayor hizo la Primera Comunión. Lloré varias veces en la celebración. No soy capaz de vivir sin emoción un paso tan importante en el camino de fe de uno de los tesoros que me han sido regalados, «prestados».

Como padre, no siempre estoy seguro de hacerlo bien. El miedo a fallar en la formación de mis hijos, el miedo a influir negativamente en su desarrollo, a dejar en ellos huellas que marquen de alguna manera su futuro, a dejarme cosas por hacer, espacios por cubrir, necesidades que atender… siempre está ahí. Casi siempre lo llevo bien. A veces lo llevo regular. Educar a los hijos es, posiblemente, lo más importante que me ha sido encomendado por parte de Dios en esta vida. Y lo quiero hacer bien.

Ahora bien. Soy limitado y pequeño. Fallo, me equivoco, la pifio… Hiero a aquellos a los que quiero, grito a destiempo, corrijo muchas veces de manera deficiente, no siempre tengo el mejor día ni hago lo que los libros dicen que se debería hacer. Soy padre pero soy persona, persona y pecador. Por eso hoy, que me encuentro la lectura del profeta Elías y un salmo especialmente hermoso, me emociono de nuevo. Me emociono al tomar conciencia de que, más allá de mí, mis hijos tienen un guardián, un protector, un Padre mucho mejor, cuyo Amor es infinitamente mayor que el mío. ¡Y eso da una tranquilidad!

Rezo por mis hijos. Y por mi mujer y por mí. A la vez, descanso en el Espíritu. Amén.

Un abrazo fraterno

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Mi voto es para Dios #votoútil

Padre de huérfanos, protector de viudas, 
Dios vive en su santa morada. 
Dios prepara casa a los desvalidos, 
libera a los cautivos y los enriquece.

¿De izquierdas? ¿De derechas? ¿De centro? ¿Cuál es el programa político de Dios?

Yo leo el salmo de hoy y lo tengo algo más claro. Y tengo claro también a lo que me llama. Mientras, ahí afuera siguen dándole vueltas a la rueda.

Un abrazo fraterno

partidos

Fidelidad… esa virtud trasnochada (Salmo 99)

FIDELIDAD

Es una de la palabras del idioma castellano que más me gustan. No tanto por su sonoridad o construcción sino por aquello que representa, aquello que sugiere, aquello que expresa.

best-friendFIDELIDAD. Dios es fiel, dice el salmo. Está. Cumple su promesa de amor, siempre. Es leal. No se muda. No desaparece. Lo tengo siempre a mi lado. Protegiéndome. Queriéndome. Salvándome. Iluminándome. Acompañándome. Fortaleciéndome. Eso me hace más fuerte.

¿Y yo? ¿Soy fiel? ¿Fiel a Dios? ¿Fiel a mi mismo? Lucho por ello. Creo que, pese a mis bandazos, a mi pecado, a mis traiciones… intento ser fiel. Fiel y leal también a la Iglesia.

Parece una tontería pero creo que es algo que no es muy común hoy en día, ni siquiera entre los hermanos de fe. Asisto horrorizado en twitter a ataques, insultos, desprecios, chanzas, mofas entre nosotros… Siento vergüenza ajena y me apena enormemente. Nos debemos fidelidad unos a otros. Fidelidad, respeto, amor.

Hoy comienzan tres proyectos que requerirán la fidelidad del Señor y la mía propia: Comienzo a impartir una pequeña materia en la Universidad de Comillas (#livingcomillas), tengo la entrevista con la más que probable directora de mi proyecto universitario y damos salida a la creación de unos nuevos estatutos para la nueva Fraternidad Provincial de los Escolapios. Cuento con el mejor consejero, con el mejor guardián.

Un abrazo fraterno

Ámame amando (Salmo 145)

Amara a Dios y al prójimo. Esa es la Ley. ¿Cómo? Cógete el salmo 145 de hoy y ponlo en lugar bien visible de tu casa. Que su lectura te lleve, poco a poco, a su cumplimiento. Que seamos signo de ese amor de Dios a cada hombre, a cada mujer.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, amar
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

El Señor abre los ojos al ciego,.
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

Un abrazo fraterno

El alzheimer del cristiano (Salmo 105)

Qué Salmo el de hoy… Reproduzco alguna frase:

– «… no comprendieron tus maravillas»muertedesierto
– «… pronto olvidaron sus obras»
– «… no se fiaron de sus planes»
– «… tentaron a Dios»
– «… se olvidaron de Dios, su salvador»

Que sensación más escalofriante. ¿Haré yo esto a veces? ¿Me olvido de Dios? ¿Dejo de fiarme de Él cuando llego al desierto? ¿Olvido? Buf, qué mal rollo… Olvidar… Seguro que lo hago cuando llegan los tiempos duros. También como pueblo lo hacemos, como Israel, como familia… Nos quejamos y miramos a Dios con desprecio cuando nos toca la enfermedad, el dolor, el sinsabor, el desconcierto, la aridez. Olvidamos. Olvidamos todas las bendiciones anteriores y dejamos de comprender.

Jesús nos lo puso más fácil. Jesús fue como uno de estos manuales para tontos. «The Kingdom for dummies»… algo así… Ya no fue Israel sino Él mismo el que lo experimentó. Él mismo experimentó el desierto, la tentación, el abandono, la traición, la desesperación, la soledad, el rechazo, la persecución, la cruz… Lleno de pedagogía, Dios nos mostró con el Cristo, con su Hijo, el camino hacia la tierra prometida, la Resurrección. Y en ese camino hay desierto y soledad y dolor y persecución y cruz… y muerte. 

Parece que cuando Israel salió de Egipto se esperaba un camino de rosas, propio del estado de bienestar actual. ¡Bien! ¡Qué majo es el Señor que nos libera y nos promete! No se esperaba un camino largo, duro y, a veces, desconcertante.

Señor, ayúdame a no olvidar, a fiarme, a mantener mis ojos fijos en ti en la calurosa aridez y soledad del desierto.

Un abrazo fraterno

Bendice, alma mía, al Señor… y al Papa (Salmo 102)

«Queridísimos hermanos,

Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.

Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.

Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.

Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos.

Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.»