Adviento en familia – Día 1 – Salimos de viaje

No sé si a ti te pasa pero a mí sí. La noche previa a un viaje importante duermo mal. ¿Por qué? Creo que tengo miedo de no levantarme a tiempo y que se me pase la hora, que pierda el avión, que me llamen para decirme que el taxi ya está abajo, que se me escape el tren… Tengo miedo de que el viaje no comience con buen pie.

Hoy comienza el Adviento y, con él, un viaje maravilloso llamado Año Litúrgico. Leo las lecturas antes de asistir a la Eucaristía y veo que mi sentimiento es, exactamente, el que nos pide Jesús: deseo de que no pase el Señor sin enterarnos.

¿Te imaginas que hoy pasa Jesús por tu lado y te enteras, al rato, cuando te lo dicen otros? Imagínatelo y me cuentas.

Un abrazo fraterno

Sin Espíritu no nos entendemos… #mioracióndehoy

Supongo que habéis tenido también estas conversaciones sobre Dios y la Iglesia que, al rato, ves que no van a acabar en ningún sitio. No tienen por qué ser conversaciones con ateos, agnósticos o pasotas obligatoriamente. Pueden ser conversaciones con personas de Iglesia, católicos, como uno, pero con diferencias en la manera de seguir a Jesús. Hay momentos en que llegas a un punto en el que sabes que no va a haber entendimiento.

La primera lectura de hoy me ha dado mucha luz al respecto. A veces, sin darnos cuenta, nos ponemos a hablar de «cosas del Espíritu» como si fuera un tema de gobierno, de política, de universidades, de empresa… Con la lógica que usamos para todo lo demás, con la manera de razonar que usamos para todo lo demás, con la manera de pensar y el lenguaje con el que afrontamos otras cosas de la vida. Y así se hace complicado. Porque «las cosas del Espíritu» requieren que las personas las miren, las contemplen y las valoren y asuman desde el Espíritu. Sin ese Espíritu «habitando» en las personas difícilmente se pueden «ver» determinadas realidades.

Orando sobre esto también he caído en la cuenta lo fácil que es juzgar a otros que no invocan ni desean que el Espíritu les habite. Sin esa perspectiva, ¿cómo vamos a actuar de la misma manera? ¿Cómo vamos a percibir al otro como hermano de la misma manera? ¿Cómo vamos a afrontar las dificultades de la misma manera? ¿Cómo vivir nuestros dones?

Un abrazo fraterno

Se buscan testigos de andar por casa #mioracióndehoy

Yo a veces caigo en la trampa, lo reconozco. Quiero ser un testigo de Jesus HQ (High Quality). Quiero que la gente se sorprenda al escucharme, quiero demostrar lo que sé, quiero que me ensalzen, que me aplaudan, que se acuerden de mí, que acudan a mí por mis méritos… A veces caigo en la trampa en las redes y busco el tweet más certero, las palabras más precisas, la imagen más rompedora, la presencia más especial. A veces caigo en la trampa y creo que cambiaré el corazón de las personas y que salvaré sus vidas con mis propios medios, por lo que yo soy, por lo que yo hago.

Me encuentro con la Palabra de hoy y me da cierta vergüenza. Me da estupor la confesión del gran S. Pablo, dando a conocer su miedo y su floja predicación. Estupor. Porque a mí, como a muchos, me gustan los cracks, los grandes, los gurús del testimonio…. Y no me doy cuenta de que los que hoy considero gurús eran pequeños, pequeñísimos… enfermos, débiles, tentados, atacados, desvalidos…

El salmo lo deja claro: ¿dónde está la fortaleza? ¿Dónde está la grandeza? Meditar la Palabra, buscar y gustar a Dios, orar, cumplir sus mandatos, anhelar su voluntad, amarla… Abrirnos al Espíritu, empaparnos de Él, llamarle para que venga y nos inunde y para que Él lo haga todo. Que nos coja y nos haga instrumentos de la grandeza de Dios. Ese es el testimonio más poderoso. Dejar que Dios actúe en mi más absoluta pequeñez.

Posiblemente la reacción, alrededor, será la del Evangelio. A la gente no nos gustan los «hijos de los carpinteros», no aceptamos que tengan algo que aportar, no admitimos que sean ellos los elegidos de Dios.

Un abrazo fraterno

¿X-Men? No, profetas #mioracióndehoy

En aquellos días, recibí esta palabra del Señor:
«Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.
Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo.
Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor.

No quiero comentar mucho esta Palabra del profeta de hoy. Es tan clara, tan limpia, tan afilada… Cualquier comentario la estropearía. Simplemente reparar en lo que me provoca:

– «Diles…» ¿A quién Señor? ¿Quiénes son esos a los que les tengo que hablar?
– «No les tengas miedo…» ¿Cómo se hace eso Señor? Dame fe, Padre, porque sí, tengo miedo.
– «Yo te convierto…» Todo está de tu mano Padre. Yo solo no puedo. Necesito esa conversión. ¿Cuándo sentiré tu fuerza? ¿Debo lanzarme cuando la sienta? ¿Debo lanzarme desde mi debilidad y luego me sabré fuerte?
– «Lucharán contra ti…» Qué sinceridad Padre… cualquiera se anima ante esta perspectiva… aunque si sigo leyendo… Tengo que creerme tu promesa, tu Palabra. Tantos santos pasaron por esto antes… Tantas personas de buena voluntad que decidieron seguirte siendo nada…

Parece que es tiempo de profetas… Todos lo somos pero… ¿cómo quieres que lo sea yo Señor? Aquí estoy, muéstrame tu voluntad.

Un abrazo fraterno

La espera del enamorado #mioracióndehoy

Esther y yo, casados desde hace 12 años, vivíamos en lugares distintos cuando comenzamos la relación. Ella vivía en Madrid y yo vivía en A Coruña. Nos habíamos conocido en una Pascua juvenil a la que ambos asistimos como catequistas de nuestros respectivos grupos y, desde entonces, nuestra amistad había ido «in crescendo». Recuerdo que llegó un momento en el que, tras una serie de circunstancias y tras entender que Esther podía ser la persona que Dios quería para mí, decidí pasar a la acción. Le preparé desde la distancia una sorpresa para su 27º cumpleaños, con la colaboración de una amiga común de Madrid y de su madre, a la que no conocía. El 18 de mayo, día en el que ella cumplía, su casa estaba llena de globos y con un juego de pistas preparado… Yo era el final del juego, esperando agazapado en su habitación con un precioso ramo de margaritas blancas. Recuerdo la tensión de esa tarde, en su casa. Ninguno sabíamos cuándo podría llegar de trabajar. Allí fue llegando toda su familia menos ella… Podía llegar en cualquier momento.

Leo el Evangelio de hoy y me viene a la mente mi propia historia. En mi vida he comprobado que los tiempos del Señor, la brisa del Espíritu sopla cuando quiere, y hay que estar alerta. La palabra alerta siempre me aporta una connotación negativa. Es sinónimo de peligro, de miedo, de precaución… Leyendo el Evangelio, debo reconocer, no desaparece esa sensación. El tono de Jesús me resulta amenazante. Pero haciendo el paralelo con la historia que ya os he contado, creo que lo que el Señor quiere es que se le espere. ¿Qué hubiera sentido Esther si, el día de su cumpleaños, hubiese llegado a casa y ésta estuviera vacía, sin nadie esperándola? ¿Se hubiera sentido querida, amada, mimada?

Jesús quiere que le esperemos, que le esperemos con la misma ansia de enamorado con la que yo me comía las uñas la tarde de aquel 18 de mayo. El Señor es así. Quiere que le quieran. 

Un abrazo fratero

Promesa a un papá atribulado #mioracióndehoy

El Evangelio de hoy es duro, muy duro. Y conocido, muy conocido. Así que mi oración de hoy la he centrado en el salmo.

¡Qué preciosidad de salmo! ¡Me viene al pelo para empezar con fuerza este curso nuevo que se avecina con sus dificultades y sus retos! Habla del temor de Dios y de los frutos que tendrá quién teme. ¡Temor de Dios! Es, sin duda, una expresión que no se lleva y que produce, así a primeras, sentimientos agridulces. Cuando la entendí, hace ya algún tiempo, ¡me pareció tan bonito lo que expresa! El santo temor de Dios es el temor a quedarnos sin Él, a separarnos de su presencia, a hacer la vida a sus espaldas.Por eso ¡hay que temer! ¡Hay que mantener ese temor siempre encendido! La promesa del salmo es palabra del Padre: pégate a Dios, protégelo, cuida su presencia en tu vida, camina sus caminos… y los frutos serán abundantes.

El Señor me ha regalado el don de confiar en su Palabra y yo, leo esto, y me lo creo tan en lo profundo que llena mi alma de paz. Me anima a seguir construyendo mi familia, con sus dificultades y sufrimientos. Me anima a seguir enseñando la fe a mis hijos. Me anima a seguir luchando por crecer en amor en mi matrimonio. Me anima a seguir mirando al prójimo y responder a sus necesidades. Me anima a vivir austero y cercano al pobre. Me anima a rechazar mucho bienestar del mundo e invertir en bienestar eterno. Me anima a terminar mi carrera y luchar por mi vocación. Me anima a orar con perseverancia y a asistir a la Eucaristía. Me anima a poner mi vida en sus manos… ¿Hay mayor bendición que esta? Lo rezo y se minimizan las preocupaciones. No sé cómo pagar esa operación dental, ni si llegará el dinero para la flauta travesera del niño, ni si acertaremos en los detalles de la educación del día a día… Todo queda en sus manos. 

Como la primera lectura, repito para terminar «que el Señor de la paz nos dé la paz siempre y en todo lugar». La necesitamos.

Un abrazo fraterno

¿Cansancio? ¿Miedo? ¿Desconsuelo? Jesús #mioracióndehoy

Es fácil descentrarse. ¡El día a día es tan complicado! ¡Hay tantas cosas que hacer! Para un papá trabajador como yo, viviendo en una ciudad como Madrid, al día le faltan horas si uno quiere hacer todo lo que quisiera. Los hijos, sus colegios, las tareas, los estudios a su lado, las idas y venidas, hacer la compra, la lavadora, tener la casa recogida, un ratito para descansar y encontrarme con mi mujer, el trabajo, los viajes… y luego todo el tiempo dedicado a los demás y a la evangelización… Parece imposible. Y lo es. Y el problema es que en toda esta vorágine a veces acabo desprendiéndome de aquello más importante.

Hoy me lo recuerda S. Pablo en su carta. Él habla de buscar a Jesús, de poner en el centro su Evangelio, de buscar en Él consuelo y fuerzas. ¡Qué necesitado de fuerzas estoy tantas veces y qué poco le busco! ¡Cuántas veces pienso que estoy siguiéndole y lo que estoy es inmerso en una vorágine personal de compromisos, acciones, respuestas…! ¡Cuántas veces afronto el futuro con desánimo, incertidumbre, miedo…! Signos, todos ellos, de haberle soltado la mano al Maestro…

Ayer celebré en fraternidad la festividad de S. José de Calasanz. Laicos y religiosos juntos, compartiendo carisma y misión, mirando al Fundador e intentando ser santos, como él lo fue. Su secreto fue, tal vez, no perder ese centro. Jesús, Jesús, Jesús. Y María para llegar a Él. Y oídos para escuchar al Espíritu y pies para seguirle allí dondequiera que nos lleve.Así sea yo, Padre.

Un abrazo fraterno

Acción de gracias llena de dolor #mioracióndehoy

Leo las lecturas de hoy y veo que el Señor trae lo importante a escena en esta vuelta de verano. He seguido, y lo sigo haciendo, con inquietud, preocupación y dolor las noticias que llegan de Irak. No es el único lugar donde suceden estas atrocidades, limpieza étnica y religiosa, Tal vez su posición en el tablero geopolítico y su protagonismo en los últimos años, hacen de Irak un objetivo de los medios de comunicación. Lo cierto es que hay lugares de África, como República Centroafricana o Nigeria, donde estos actos vienen siendo constantes. Parece que África no consigue entrar en los periódicos si no es por un mundial de fútbol o la «primavera árabe» de los países más «occidentalizados».

La carta a los Tesalonicenses es una llamada a mirar a estos hermanos nuestros, perseguidos y masacrados, y dar gracias a Dios por ellos. Es su fe la que hoy nos sostiene a todos. Es su sacrificio el que alimenta la Iglesia de hoy y de mañana. Como dice la Palabra «es deber nuestro dar gracias».

Un sentimiento difícil de manejar presento hoy ante el Padre. ¡Me resulta tan fácil dar gracias por estos hermanos mirando su martirio desde lejos! ¡Me parece hasta inhumano, hasta frívolo! Ver cómo mueren, cómo acaban con sus vidas… y luego dar gracias en mi oración, sin más… me cuesta tragarlo Padre. ¡¿Dónde estás?! ¡¿Por qué no acudes al auxilio de estos hijos tuyos?! ¡¿Es necesario todo este sufrimiento?! A la par me siento un privilegiado, alguien que no puede albergar la queja en su boca ni en su corazón. Como padre, además, siento que dar gracias a Dios cada mañana es de los mejores legados que puedo dejarles a mis hijos.

Se acaba el verano y todo vuelve a su cauce, al menos para algunos. Otros hermanos simplemente miran al cielo y luchan por sobrevivir un día más…

Un abrazo fraterno

Estoy enamorado #loveisintheair

El Señor me corteja y yo me dejo. No ofrezco resistencia. Me dejo engatusar. Él sabe lo que me gusta. Su dulzura y su calor lo empapan todo. Estoy enamorado y este amor me abrasa. No hay rincón donde no le vea a Él. No hay segundo que no le eche de menos. No hay instante donde no piense en Él.

 

Yo soy Tomás. Tú eres Tomás. #únicos

Un día escuché una catequesis con este texto de Tomás, y otros, de fondo. Me quedó grabada. Jesús siempre trata a cada uno de manera distinta. Nos conoce y Él se presenta a nosotros y quiere nuestro amor personal y único. Por eso los caminos de fe son tan diversos y tenemos que respetarlos tanto.

Tiene pinta que Tomás era bastante racional. Jesús lo respeta y no pretende que sea quién no es. Jesús se presenta a Él con sus heridas de clavos y lanza y se las ofrece para que «toque», para que «compruebe» que es Jesús, el Maestro crucificado en Jerusalén.

Otros tal vez no lo necesitaron. Otros necesitaron escuchar su nombre de boca del Mestro, como la Magdalena, para reconocerlo. Tomás necesitaba esto y Jesús se lo da. Y a partir de ahí, la vida de fe de Tomás cambiará para siempre.

Jesús me conoce, me respeta, me quiere como soy en lo profundo. Y viene a mí con humildad. Se abaja. ¡Qué grandeza la de mi Dios! ¿Hago yo lo mismo como creyente, como catequista, como padre, como amigo? Ahí queda.

Un abrazo fraterno

jesus-llagas