Amarás… (Marcos 12, 28b-34)

«… más que holocaustos y sacrificios»…

Sin desterrar el valor que pueden tener los sacrificios, el mandato de Jesús es claro y muestra, a la vez, cuáles son los «gustos» de nuestro Dios. AMARÁS. Ese es el mandato que se nos da. Amar a Dios sobre todas las cosas, amar al prójimo y amarse a uno mismo. Tres vertientes unidas e inseparables que se retroalimentan una a otra. Tienen que darse las tres y sin una de ellas, las otras no existen. Es una ecuación matemática peculiarísima. Es el todo o nada de Dios.

Dios quiere que amemos. Sabe que el amor es el único camino para ser feliz, el único capaz de cambiar las cosas, el único capaz de mantenernos en pie en esta vida que nos toca vivir. Madre Teresa de Calculta decía que se nos medirá por el amor y por nada más. Amor de verdad. Amor que es capaz de dar la vida, amor que pone a Dios en el centro de la existencia, amor disponible, amor comprensivo, amor comprometido, amor fiel, amor perseverante, amor alegre, amor que llama al amor…

Nuestro Dios no es de los que aprecien en demasía las piedras en los zapatos. Dios nos quiere ligeros para amar, con la cabeza alta y el corazón dispuesto. Dios nos llama, una vez más, por la puerta estrecha… la puerta del amor. Uno nunca sabe adónde puede llegar si la atraviesa

Un abrazo fraterno

Cielo nuevo, tierra nueva (II Pedro 3,12-15a.17-18)

Cuando miro a mi alrededor descubro un mundo dilapidado por el pecado. Cada día hay más personas que sufren hambre, pobreza, carencia de derechos básicos, guerras, injusticias… El panorama en muchos sitios es desolador. En la misma España, donde vivo, la negrura va haciéndose cada vez con más terreno… La gente está cabizbaja, triste, preocupada… y el pesimismo insano empieza a erigirse como vencedor de esta batalla que se está librando.

Yo no me resigno. Son muchas las razones que encuentro para seguir pensando que vale la pena vivir, seguir luchando, pese a todo. Hoy, esta carta de Pedro nos invita a esperar con paciencia y a crecer en gracia de Dios. Una doble cara: esperar y crecer. Un verbo pasivo y otro activo. Hay cosas que no podemos cambiar pero lo que sí podemos es crecer en luz, crecer en gracia, aumentar la talla del Dios que vive en mi, darle más espacio…

Un cielo nuevo y una tierra nueva se nos ha prometido. Incluso para ti, que tanto sufres pensando que ya nada va a cambiar. Un nuevo sol donde se acaben muchos de los malos sueños que hoy te aflijen. Ten esperanza.

Un abrazo fraterno

Refugio mío, alcázar mio… (Salmo 90)

REFUGIO MÍO,
ALCÁZAR MÍO,
DIOS MÍO…
CONFÍO EN TI.

¡Qué importante es conocer el lugar exacto donde se encuentra el refugio cuando uno decide emprender camino por la montaña! La montaña es preciosa y sus vistas únicas. Si se sube en compañía, la ruta se hace corta y alegre, llevadera. Pero las condiciones pueden variar aún sin uno preveerlo. El cielo puede tornarse gris y plomizo y aquel sendero que nos parecía encantador puede volverse inquietante y las seguridades que nos rodeaban, en condiciones favorables, se llenan de sombras y dudas por el ansia de lo imprevisto, por el miedo al peligro de perdernos… Cuando la tormenta explota lo mejor es no seguir ascendiendo sino acudir cuanto antes al refugio. El refugio siempre está abierto. El refugio nos permite entrar en calor de nuevo y secar nuestras ropas. El refugio nos permite esperar a que vuelvan las condiciones favorables sin miedo a las fieras, los rayos, el frío… El refugio nos proporciona algo de alimento de mantenimiento para no desfallecer. El refugio, en definitiva, no nos resuelve el problema, no nos devuelve el sol ni la luz… pero nos protege y nos cuida el tiempo que haga falta.

Ese es Dios, mi Dios. Mi refugio… Tu refugio…

Un abrazo fraterno

Tened fe en Dios (Marcos 11, 11-26)

Señor, yo creo en Ti.

Señor, mantén mi fe firme.

Señor, yo sé que nos quieres, que nos amas, que nos cuidas y nos proteges.

Señor, muéstrate en todo tu esplendor.

Señor, vigila mis pasos y dame luz en el camino.

Señor, protégenos.

Un abrazo fraterno

¡Grita de felicidad! (Sofonías 3, 14-18a)

«¡Grita de felicidad, hija de Sión, regocíjate, Israel, alégrate de todo corazón, Jerusalén! El Señor ha anulado la sentencia que pesaba sobre ti, ha expulsado a tus enemigos; el Señor es rey de Israel en medio de ti, no tendrás que temer ya ningún mal. Aquel día dirán a Jerusalén:«No tengas miedo, Sión, que tus manos no tiemblen; el Señor tu Dios está en medio de ti, él es un guerrero que salva. Dará saltos de alegría por ti, su amor se renovará, por tu causa bailará y se alegrará, como en los días de fiesta».»

PRECIOSA LECTURA EN UN DÍA COMO HOY. NO SOY CAPAZ DE COMENTARLA,
SÓLO DE RELEERLA UNA Y OTRA VEZ.

Un abrazo fraterno

Habéis vuelto a nacer (I Pedro 1,18-25)

Escribo este post ya fuera de tiempo. El día ha tenido trajín y la tarde ha estado llena de cosas.

Volver a nacer… Un tiempo nuevo… Me suena… Siento que estoy viviendo eso. Es una intuición, una percepción… difícil de explicar pero… constato que hay cosas que son nuevas en mi. Y me gustan.

Todo viene de Dios.

Un abrazo fraterno

Casa, hermanos, padres, hijos, tierras… (Marcos 10,28-31)

Ayer contemplábamos la conversación de Jesús con el joven rico y recuerdo mi compartir en mi comunidad comentando que, claro, los que teníamos poco dinero y no éramos ricos pues teníamos menos problema en seguir a Jesús de esa manera tan desprendida. Pero resulta que hoy viene Jesús, intuyendo lo que muchos dirían ayer, y va más allá: dejar casa, hermanos, padres, hijos, tierras… por Él. ¡Buuuffffff! Qué vértigo…

La exigencia de Jesús es toda nuestra persona, sin reservas. Vuelve a insistir en ser Él el CENTRO de toda nuestra vida, acción y amor; el centro de nuestro corazón. Todo por Él. Todo para Él. Todo desde Él.

Está claro que el mensaje está siendo machacón estos días…

Un abrazo fraterno

Luego sígueme (Marcos 10,17-27)

Esta lectura del joven rico siempre me ha generado mucha inquietud. Yo no quiero ser ese joven rico que se marcha triste tras hablar con el Maestro, incapaz de seguirle, incapaz de dejarlo todo por Él. ¡Qué exigente yo con ese joven rico!

Esta semana, el viernes concretamente, tuve una converscaión con alguien que me decía eso: JESÚS EN EL CENTRO. ¿Cuál es el centro? ¿Qué es lo primero? ¿Cuál es el eje alrededor del cual gira todo?

Jesús me pide entero. Jesús me pide todo. Jesús no quiere reservas, no quiere medianías, no quiere mediastintas, no quiere «síperoahorano»… Y tal vez yo tenga que revisar ciertos aspectos… ¡Vamos allá!

Un abrazo fraterno

PENTECOSTÉS – Paz a vosotros (Juan 20,19-23)

«Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.»

Ayer, en el marco de una celebración preciosísima y cuidadísima, se constituyó la Fraternidad Escolapia de la Tercera Demarcación de España. Fuimos 35 laicos y 14 religiosos los que dimos el paso. Qué mejor que hacerlo en la Vigilia de Pentecostés… Allí estábamos matrimonios, solteros, hombres, mujeres, niños, religiosos… profesores, profesionales de otros ámbitos, gente que trabaja en la escuela y gente que no… Cada uno con su función, cada uno con su vocación concreta, cada uno con sus ministerios… pero unidos y arraigados en Calasanz y en Jesús de Nazaret. Así lo quiere el Señor. Que Él Espíritu que ayer se derramó sobre nosotros nos inspire, nos ilumine, nos guíe, nos fortalezca y nos conforte. Y que el Señor haga con nosotros lo que crea oportuno…

… Anochecer… paz… Espíritu…

La paz de Jesús llega en la oscuridad, en la anochecida, con puertas cerradas y miedo, desconcierto, ceguera y parálisis, cuando la esperanza se ha esfumado. Ésta es la situación propicia para la acción del Espíritu tras recibir la paz de Jesús, tras reconfortar los corazones, tras comprobar de manera asombrosa que el Señor sigue vivo, tras encontrarse con Él en lo profundo. En la oscuridad, en la anochecida… llegará la paz y el Espíritu vendrá…

Un abrazo fraterno

Otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras (Juan 21,15-19)

Estoy en uno de esos momentos de la vida en los que eres consciente de que muchas cosas están sucediendo pero no acabas de poner en orden todas las piezas del puzzle. Sé que algo se está construyendo, sé que habrá un antes y un después, sé que hay cosas que no volverán a ser igual y sé todo lo que yo estoy sintiendo, experimentando, creciendo, sufriendo… Es un batiburrillo de pensamientos, sensaciones, emociones que, sí, a veces me desborda.

Me desborda porque la piezas del puzzle no están en orden, porque todavía no veo si esto es un camino a algún sitio o simplemente casualidades, puntos sueltos… cosa que no creo.

Mientras, siento que el Señor está haciendo algo conmigo, algo que desconozco. Es un misterio. Uno más. ¿Por qué yo? ¿Qué saldrá de todo esto? ¿Cómo acabará? ¿Qué frutos dará? Misterio. Misterio. Misterio.

Yo, mientras, intento hacerme con todo esto. No sé si podré. No sé si es lo que tengo que hacer. Rezo y contemplo. El Espíritu está soplando…

Un abrazo fraterno