¿Qué quiero cambiar? #buenapregunta

Media humanidad se ha planteado nuevos propósitos para este 2014 y el Evangelio, que siempre acompaña a la humanidad que camina, creyente o no, nos invita a algo parecido hoy.

Todos tenemos algo que no nos gusta de nosotros mismos. Y no son tanto detalles que, bueno, ahí están, sino más bien aspectos que nos generan sufrimiento. Además, como el sufrimiento es libre y como cada persona tiene su historia y su lucha particular, ésto puede ser de lo más variado. Creyente, no creyente, católico, protestante, practicante, piadoso, alejado… todos, absolutamente todos los hombres y mujeres podríamos compartir la respuesta a esta pregunta: «¿Qué quiero cambiar? ¿Qué quiero desterrar de una vez por todas para encontrar la paz, mi paz?»

Yo puedo escribir, ahora mismo y posiblemente entre lágrimas, una lista de todo eso que me estorba, que me daña, que me encoge, que me empequeñece, que contrae mi pecho y me deja sin aire… Todo eso que sigo haciendo, que sigo viviendo, que sigo siendo, etc. pero que, a la vez, tengo comprobado que no me aporta más que vacío.

El Señor Jesús empieza su predicación, su vida pública, con una llamada a la conversión, una llamada a hacernos nuevos. Y las personas reaccionan y lo buscan y van tras él… porque hay necesidad. Yo también lo necesito. Porque soy débil, porque tantas veces caigo y recaigo, porque mis fuerzas solas no bastan, porque hay días en los que me gusto tan poco que me echaría a llorar si lo pienso más de segundo y medio. Porque hago daño a los que me rodean, porque me hago peor a mí mismo, porque no aporto al mundo todo lo que puedo aportar…

Señor Jesús… voy tras de ti y me presento así: enfermo, pobre y herido. Cúrame.

Un abrazo fraterno

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