Entradas

Llamaste a los cansados y yo me quedé sin ir… #postureo

Ser manso y humilde no se lleva. La moda y la tendencia es otra. Nos han metido en la cabezota que ser manso y humilde es signo de debilidad. Ser manso y humilde, como te puedes imaginar, en un mundo competitivo como el nuestro, está condenado al fracaso.

Humilde es quién se sabe necesitado de Dios y de los demás. A mí no me vendría mal una sobredosis de humildad en muchos momentos. Lucho cada día por espantar de mí los pensamientos tentadores de creerme más listo, más capaz, más eficaz, más formado, más inteligente, más maduro… que muchos otros. Me sé necesitado de Dios pero no tanto de los demás. Implacable muchas veces, exigente y con un puntito de chulesca soberbia…

Siempre me glorío de dormir poco, de no cansarme mucho y de tener más resistencia que un jabato pirenaico. Y ahora llego al Evangelio y pagaría por ser de esos cansados y agobiados a los que Jesús llama a sus brazos. ¿En qué quedamos? ¿Mi fortaleza y mi capacidad me privan del descanso en Jesús? Ummm… habrá que pensarlo y rezarlo. A ver si estoy vendiendo como bueno algo que no lo es tanto…

Para empezar, voy a procurar este verano, dormir más y descansar mejor; con humildad, sabiéndome necesitado del colchón…

Así sea.

Jesús, el colchón que ha revolucionado el mercado (Mateo 11, 28-30)

Un buen descanso es fundamental. Ayer lo hablábamos en comunidad. A veces nos gastamos, nos gastamos, nos gastamos… Damos, damos, damos… Resistimos los golpes, las dificultades, las incomprensiones, los ataques… ¿Y el descanso? ¿Cuándo descansamos?

Sin descanso, morimos. Sin descanso, perdemos efectividad, energía, utilidad, capacidad, ilusión… Sin descanso, empezamos a ver más lo oscuro que lo claro.

368212704_295Jesús hoy se presenta como el mejor de los colchones del mercado. Jesús hoy se ofrece para que DESCANSEMOS EN ÉL. ¿Habéis probado la experiencia? A mi me cuesta. Yo soy un continuo generador de actividad. Y este es un punto pendiente. Pero a la par creo que he sabido, con los años, aprender a descansar en Jesús. Descanso en Él con mi rato de oración diaria, con mi lectura y meditación de la Palabra. Descanso en Él en el silencio de la noche, cuando me quedo solo y le hablo en lo profundo. Descanso en Él cada miércoles, compartiendo vida, fe y misión con mis hermanos y hermanas de comunidad. Descanso en Él en la Eucaristía, en el encuentro personal, en los sacramentos… Descanso en Él confiando en Él. Descanso en Él como descansan mis hijos, sabiendo que estando con papá y mamá nada malo puede pasarles.

Pero esta palabra tiene todavía otra vertiente: ¿SOY YO DESCANSO PARA LOS DEMÁS? ¿Me ofrezco a ello? ¿Les acojo? ¿Les escucho? ¿Les dedico tiempo? ¿Mi actitud les ayuda a relajar ls músculos espirituales? También estoy llamado a esto: a OFRECERME PARA QUE AQUELLOS QUE VAN CARGADOS, ANGUSTIADOS Y CANSADOS… DESCANSEN EN MI. Sin la primera parte, difícilmente…

Un abrazo fraterno

Descanso del alma (Sal 18)

La ley del Señor es descanso del alma dice el Salmo. Sin duda que muchas veces y para muchos es justamente todo lo contrario: es una imposición, una violación de la libertad individual, un aplastamiento de la alegría, una carga, un lastre, un impedimento para adentrarse en la fe cristiana.

La ley del Señor debe ser descanso del alma. Debe ser un camino de libertad, de liberación. Lo que me pregunto es si hemos sido respetuosos con la ley del Señor que Jesús perfeccionaría con el mandamiento del amor. ¿No será que muchas veces actuamos como aquellos sabios sacerdotes a los que Jesús les espetó lo de «sepulcros blanqueados» acusándoles de preocuparse de las minucias de la ley y tragándose sus principales pilares: justicia, amor, misericordia…

Es interesante reflexionar un poco sobre ello y también, porqué no, sobre lo poco que nos gusta a muchos que nos digan lo que tenemos que hacer y lo mucho que esto mismo les gusta a otros.

Un abrazo fraterno

ley

Consolad a mi pueblo (Is 40, 1-11)

La sociedad en la que vivimos nos ha llevado a afrontar los días que preceden a la Navidad de una manera muy «occidental»: bienestar, vacaciones, comida, excesos, luces… Pero percibo que, a la par de todo esto, empieza a ser muy común en nuestra «manera y sentir occidental» vivir con cierta pena, con cierta aflicción, con demasiadas preocupaciones, con frustaciones… Esto no lo cura el bienestar. Tal vez es consecuencia de…
consolar.jpg
Leer a Isaías hoy me impulsa a consolar. Ser bálsamo. Ser buena noticia. Ser verdadera felicitación navideña. Ser capaz de rebajar tensiones. Ser capaz de ser colchón y descanso. Ser capaz de escuchar. Ser capaz de abrazar y acoger. Ser capaz de mostrar a través de mi cuerpo toda esta disposición.

Un abrazo fraterno