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Cómo entender a Jesús y no morir en el intento

Esta pasada Semana Santa grabé una película que emitieron por Telecinco y que mi amiga Paula me había recomendado: María de Nazaret, con Alissa Jung en el papel de María y Paz Vega como Magdalena. Recomendada. Es la historia de María contada desde una mirada distinta, particular, tremendamente alegre. La figura de María cobra un nuevo sentido en muchos momentos y ayuda a adentrarse en su misterio.

Uno de los pasajes que sale en la película es este que nos encontramos en el Evangelio de hoy. El de hoy puede resultar, sin duda, un Evangelio desconcertante. Un Jesús que parece estar especialmente rudo y desagradable con su madre. La pregunta es inevitable: ¿Cómo Jesús puede ser tan desagradable y airado con su madre? ¿Cómo se sentiría la Virgen ante tal respuesta de su Hijo amado? La película nos muestra una escena en la que el desarrollo de los hechos es ligeramente distinto a lo que imaginamos.

María no llega aquí de nuevas. María conoce a su Hijo, sabe quién es y cuál es su misión. María ya ha pasado por la Anunciación, ya ha pasado por el compromiso y la boda con José, por la falta de entendimiento de su gente, por el nacimiento de su Jesús en un pobre pesebre y la visita de pastores y Magos. Esta es la María que ya perdió y encontró a su Hijo en el Templo tras tres días y la que lo vio marchar dispuesto a hacer lo que Dios le había encomendado. Esta María… no se cae del guindo; esta María ya había meditado y rumiado todo en su corazón. En la película se muestra a una María que entiende lo que su Hijo quiere decir y que se alegra con Él y con su Palabra. En la escena, ella es, posiblemente, la única que se entera

Entender al Señor no es sencillo muchas veces. A mí me resulta complicado comprender muchas cosas que el Señor consiente, muchas cosas que el Señor y su Iglesia dicen… la clave está en María y en su camino: el camino de la humildad, de la disponibilidad, de la aceptación, del amor a Jesús, de la meditación. Sin eso todo se hace muy complicado. Con eso… los misterios estarán mejor iluminados.

Así sea.

Hay anuncios que sí valen la pena (Lucas 1,26-38)

Prefiero no darle rienda suelta al comentario del Evangelio de hoy. Demasiado atrevido. Prefiero callar y contemplar. Contemplar uno de los momentos, sino el que más, de mayor intimidad de Dios con el hombre. Una mezcla de temor, alegría, confianza mutua, incertidumbre, gracia de Dios… María. María es la protagonista.

Buscando iconografía del momento me he encontrado con multitud de representaciones pictóricas y escultóricas, algunas de ellas muy conocidas. Pero me percaté de un detalle que no me ha pasado desapercibido: la tradición artística cristiana representa en multitud de obras al Arcángel Gabriel arrodillado, o en postura similar, anunciando a María el plan de Dios. Y no al revés. María había sido ya elegida.

No era un anuncio más. No era una persona más. No era un momento más. Todo el misterio y la trascedencia de la escena no es posible recogerlo en un post, ni siquiera en palabras. Contemplemos.

Un abrazo fraterno

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El ángel anunció a María… (Festividad de la Inmaculada Concepción)

Marta, Marta…

jesus-maria-y-marta-1-Hoy es Sta. Marta y en la celebración a la que he asistido leimos el famoso pasaje de la afanada Marta y de la María enamorada del Señor. Caí en un matiz importante…

Jesús en ningún momento corrige a ninguna por como es, por cómo decide expresarse, sentir, actuar antes él. Es conocedor de que son distintas y de que para que una casa funcione debe haber Martas y Marías. Es sólo ante la queja de Marta (que sólo entiende su manera de hacer las cosas) cuando Jesús la confronta y la ilumina.

Actitudes de Jesús. Ahí es donde debemos mirarnos. Respeto absoluto por el otro.

Un abrazo fraterno

¡María! (Jn 20, 11-18)

Jesús llama por el nombre. Si hubiera sido yo quien hubiera ido al sepulcro habría gritado sin duda: «¡Santi!» Primero porque Él si me conoce a mi y, segundo, porque Jesús contacta de uno en uno y trata a cada uno como es, empezando por llamarle por su nombre.

Es ahí, al escuchar su nombre dicho de una manera especial, cuando María se da cuenta de quién es aquel que la está llamando. Imagino que su corazón se pondría a mil, sus ojos se abrirían de par en par y todo su cuerpo reaccionaría ante aquello.

Hoy a mi, pese a ser María, también me pasa a veces lo mismo cuando escucho, hago, leo, veo… al Maestro. Mi corazón late más fuerte y mi respiración se acelera. Entonces sé que estoy delante delResucitado.

Un abrazo fraterno

Se alegra mi espíritu en Dios (Lc 1, 39-56)

Es una frase que lo llena todo.

ALEGRÍA. ESPÍRITU. DIOS.

Es la alegría de saberse elegida, acogida y amada.

Es la alegría que nunca se acaba.

Un abrazo fraterno