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Evangelio para jóvenes – Domingo del Bautismo del Señor Ciclo B

Con la resaca de la noche y la mañana de Reyes, llegamos al último día de estas fiestas. El Bautismo del Señor marca el final del tiempo de Navidad y uno ya se descubre pensando en cuándo retirar toda la decoración de casa. Se van las luces, el árbol y las bolas y regresan las múltiples rutinas a las que siempre despreciamos. Es como si necesitáramos, para ser felices, una eterna sucesión de «momentos especiales». Pero la Navidad no es más que el comienzo de toda una historia de Dios con cada uno, ¿o no? Escuchemos el evangelio de hoy [Mc 1,7-11]:

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Con este fragmento comienza Marcos su evangelio. Es un hito temporal en la vida de Jesús en el que la comunidad cristiana reconoce desde antiguo el comienzo de su misión, el comienzo de su vida pública. Hasta entonces, a Jesús sólo lo conocían sus padres, sus familiares, sus vecinos… y lo conocían, no como el Salvador, sino como uno más. Pero hay momentos donde todo cambia. Seguro que  a lo largo de tu vida, tú también eres capaz de reconocer los momentos donde Cristo se te hizo presente, donde pasó de ser uno más a ser Él, al que vale la pena seguir. ¿Por qué no dedicas cinco minutos a recordar? Yo te dejo tres pistas más:

  • «Desde Nazaret hasta el Jordán» – De la nada al escenario. Del desconocimiento a las multitudes. Del silencio a la Palabra. Del vacío al sentido. Un viaje que hace Jesús en aquel momento y que ha hecho, o quiere hacer, también en tu propia vida. Jesús quiere llegar a ti, quiere aparecer para sanarte, para enseñarte, para acompañarte, para conocerte, para que le conozcas, para mostrarte un camino nuevo de vivir, para perdonar todo aquello de lo que te arrepientes, para dar la vida por Ti. ¿Eres capaz, como Juan, de esperarle, de reconocerle, de dejarle hacer?
  • «De hacer a dejar hacer» – Fíjate en esto último. Juan llevaba tiempo anunciando el Reino de Dios. Vivía en el desierto, esperando, anunciando, anhelando para su vida y para los demás algo parecido. Seguro que tú, en tu corazón, también esperas, anhelas felicidad, plenitud, sentido. Él era el protagonista de su tiempo. Pero cuando llega Jesús, Juan entiende que su «hacer» debe dejar paso a un «dejarse hacer». Ya no es él el protagonista, ya no es él el que va a cambiar las cosas. Es Jesús. Él lo hará todo con su amor. Él es. ¿Esto cómo lo llevas? Lo de dejarte hacer en lugar de hacer todo el rato. No estamos educados para ello. Parar para dejar que Él sea, que Él haga. ¿Y si la felicidad hay que desearla más que buscarla, recibirla más que construirla?
  • «Dios es el regalo» – Ayer estabas abriendo paquetes y rompiendo papeles de regalo. Él es el regalo. Lee el texto. ¡Qué bueno que venga después de Reyes! ¿No? Ese Jesús, todavía en una caja, envuelto en papel de regalo, sin ser descubierto, de repente ¡zas! ¡Queda a la vista! Dios es el regalo, el Dios-Trinidad. Habla el Padre, hace el Hijo y anima el Espíritu. Dios es el regalo: ¡ya nos lo han enseñado! Un Dios que es relación, que es familia, que es comunidad, que es grupo, pandilla, equipo o como quieras imaginártelo. Un Dios que se da y se entrega a Ti.

Termina el tiempo de Navidad. Comienza el tiempo de «usar» este regalo que se te ha dado, de «conocerlo», de entender cómo funciona. Dios se ha hecho uno de los nuestros para relacionarse contigo, y conmigo, y salvar nuestra vida aunque ninguno pensemos que necesitamos ser salvados. Ya lo descubriremos algún día. Aprovecha. No pierdas el tiempo. Ponte en camino con Él. Hacia Jerusalén.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo 2º del Tiempo Ordinario Ciclo A

Amanezco hoy con un hermano escolapio menos en la comunidad. Se nos ha ido Juan. Ya nos venía avisando en los últimos tiempos que su marcha podía estar próxima y… ha consumado la amenaza. Sus pulmones no han dado para más y está ya con Dios, su Padre, y con Calasanz, cuidando al pueblo desde un lugar mejor. Juan nos deja su testimonio de religioso entregado, comprometido, disponible. Su «ser como Jesucristo» ha dejado en los que le conocimos un fuerte impacto. Juan, que no era dócil como un cordero, supo, sin embargo, sacrificar su vida y darla a los demás, especialmente a los que más lo necesitaron. Escuchemos el Evangelio de hoy [Jn 1, 29-34]:

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Un testigo, Juan Bautista. Tres personas en un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu. Un señalamiento: «ESTE ES». Juan nos presenta a Jesucristo como el Cordero, como aquel que iba a cargar con todos los pecados del mundo e iba a dar su vida para salvarnos a todos. Jesucristo, un cordero dócil, obediente, valiente, humilde, sencillo… que un día sería llevado a la muerte sin levantar la voz para consumar tu salvación y la mía. Te dejo tres pistas:

  • «Este es» – Ni Shakira. Ni Piqué. Ni Messi, ni Cristiano. Ni Elon Musk. Ni Amancio Ortega. Ni Joe Biden, ni Putin, ni Xi Ping. Ni tu padre, ni tu madre, ni tu esposa o esposa. Ni tu mejor amigo. Ni el cura de tu parroquia. Ni el Papa. Este es: JESUCRISTO. No te despistes. No busques más. No des vueltas. Él es quién ha nacido para estar a tu lado, para caminar contigo, para escucharte, para curar tu dolor, para gozar en tus alegrías, para darte la mano cuando te cueste levantarte, para sostenerte cuando te fallen las fuerzas, para mirar contigo el horizonte de una felicidad para siempre. Este es. No le tengas miedo. Ven a conocerlo. Háblale, Cuéntale lo que te angustia. Pídele lo que necesitas. Llora con él.
  • «Testigos que me han hablado de Él» – ¡Cuántas personas me han ayudado a conocer a Jesús en mi historia! Tal vez es un buen momento de hacer un pequeño repaso de todos aquellos y aquellas que un día me contaron algo sobre Jesús, me hicieron propuestas para encontrarme con Él, me animaron a acercarme a un grupo, a la Iglesia, me enseñaron con su propia vida de qué iba eso del Evangelio… Todos ellos fueron servidores de Dios, profetas, testigos… instrumentos de Dios para que tú estés hoy aquí.
  • «Te toca a ti» – ¿Y tú qué? Hay personas ahí afuera que sólo van a oír hablar de Jesús si el que les hablas eres tú. Hay personas que van a preguntarse en su corazón por el Evangelio, viéndote a ti, observando cómo vives, valorando las decisiones que tomas. Hay personas que pueden sanar su dolor, que pueden saberse perdonadas, que pueden alcanzar la paz… si tú transmites lo que un día recibiste. ¿A qué estás esperando?

Hazme Señor cada día más parecido a Ti: más sencillo, más radical, más auténtico, más esencial en mi fe. Que quién me vea, te vea. Que quién me escuche, te escuche. Que quién necesite tu mano, tenga la mía cerca para agarrarla.

Buen domingo a todos.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo de la Solemnidad de la Santísima Trinidad

.Este pasado viernes, mi hijo mayor se graduó en Bachillerato. Fue un acto emotivo donde celebrar el camino recorrido y lo que está por venir. Se acaba una etapa y comienza otra preciosa. Y ahí estuvimos la familia entera apoyándole, celebrando a su lado y sintiéndonos orgullosos de él. La familia es el lugar privilegiado para aprender que lo de uno nos afecta a todos y que la vida es más bonita si es compartida. La familia es un circuito abierto donde el amor viaja de manera circular entre todos sus miembros y donde lo que uno necesita hoy, puede darlo a otro mañana. Dios también es familia. Leamos el evangelio de hoy [Jn 16,12-15]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.

Hoy celebramos la Santísima Trinidad. Eso que nos enseñaron de pequeños de que Dios es uno y tres a la vez no deja de ser un misterio. Pero no nos han enseñado a creer en la Trinidad. Creemos muchos en Jesucristo, en la Virgen, tenemos piedad por los santos o vete tú a saber… pero a la Trinidad la tenemos abandonada. ¡Y es un misterio precioso y un tesoro de nuestra fe, de tu fe! ¡Crees en un Dios-familia, en un Dios-comunidad, en un Dios-amor, en un Dios-comunicación!

  • «Mucha verdad por descubrir» – Jesús es un buen maestro y sabe de que nos cuesta entender algunas cosas. Va poco a poco. Y con cada uno, al ritmo que necesita. Jesús, como buen pedagogo y educador, ofrece atención personalizada. Contigo va a tu ritmo, así que no te apures si hoy todavía no entiendes muchas cosas. Las irás descubriendo. Es importante que te des cuenta de esto: la fe, el descubrimiento de la verdad, es también algo progresivo. Así que modera tu impaciencia, esa que tantas veces te traiciona y te hace sufrir queriendo saberlo todo ya. Pausa. Dios sabe más que tú. Déjale hacer a su manera.
  • «Padre, Hijo y Espíritu» – Lee bien el fragmento del evangelio de hoy. Es muy bonito descubrir la comunicación íntima de las tres personas. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu están comunicados, son familia, comunidad y entre ellos circula la verdad, el amor, la paz. Entre las tres personas nos conducen, nos cuidan, nos guían. Hoy vives en el tiempo del Espíritu. Habla con él, con el Espíritu. Es tal vez lo que muchos de tus amigos pueden entender mejor de nuestro Dios. Cuando muchos hablan de una fuerza, de una energía, de un «algo» en lo que creen… tú puedes hablarles de ese Espíritu que te sostiene a ti, que procede del Padre y del Hijo y que actúa de ancho de banda entre los ellos y entre nosotros.
  • «Si Dios es comunidad…» – ¿Qué haces tú entonces intentando creer solo? ¿Qué haces tú intentando ser cristiano, cristiana, sin una comunidad de fe, sin una comunidad en la que celebrar, sin personas junto a las que crecer, a las que escuchar, a las que mirar, a las que ofrecerte… Si Dios es participación en sí mismo, ¿qué hacen estos cristianos intentando ser islotes en el océano? Piénsalo.

Hace mucho calor. La temperatura sube por momentos. Ojalá tu fe y la mía suban también sus grados, ojalá no nos conformemos con un clima suave y templado. Ojalá participemos del amor trinitario hasta que nuestro corazón arda y dé luz a los que lo necesitan.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova