Evangelio para jóvenes – Domingo 5º del Tiempo Ordinario Ciclo C

Dos fines de semana seguidos llenos de jóvenes. Cansado pero feliz, muy feliz. Han sido dos fines de semana a su lado, acompañando su alegría, sus ganas de vivir, sus inquietudes, sus comentarios sobre la vida, sus opiniones, sus selfies, sus bailes, sus gestos llenos de cariño… Hoy me siento a rezar y a escribir con la sensación de haber ido yo también «mar adentro» y haber vuelto con la «barca» llena de peces. Dios sabe más que mis cansancios, que mis miedos. Por eso el evangelio de hoy resuena tan fuerte hoy en mi corazón: Lc [5, 1-11].

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Jesús llega a tu vida cuando menos te lo esperas. Seguro que en tu día a día de estudios, pareja, amigos, gimnasios, deportes y viajes, no siempre le percibes. Estás entretenido con tus cosas. Estás centrada en lo que tienes que hacer o descentrado haciendo lo que no te aporta nada. A veces, como en esta ocasión, estás «recogiendo redes» porque los planes no han salido. Porque tú sabes, como yo, que la frustración, el fracaso, las expectativas no cumplidas… forman parte de la vida, aunque saberlo no implica llevarlo bien. Y ahí, en medio de todo ese jaleo, llega Jesús. Tres pistas para este domingo:

  • «Escuchar para responder»«Siempre nos decís que hay que escuchar lo que Jesús nos dice pero, ¿cómo se hace eso?» Esa fue la pregunta de una joven, como tú, en la oración que tuvimos en la noche de ayer. Qué buena pregunta. No tiene respuesta fácil. Lo único que se me ocurrió decirle es lo que te digo a ti hoy: hay que saber reconocer la voz de ese «otro» que llega, diferente a las voces reconocidas que forman parte de mi entorno. Ir a la oración un día y otro, ponerse delante de su Palabra, participar de experiencias donde Jesús tenga espacio para hablar, darles a otros la oportunidad de ser mensajeros, disponer el corazón desmontando corazas y máscaras… Y lo que un día parece imposible y difícil, otro día aparece nítido y sencillo. Para responder, como Pedro, hay que escuchar. Para escuchar, hay que estar dispuesto a que el otro tenga una palabra para mí, aquí y ahora.
  • «Pedro, el pecador» – En este mundo que te invita a pensar que «si quieres, puedes», que eres autosuficiente, que lo importante es pensar en ti y en nadie más; aparece Pedro y se echa a los pies de Jesús, avergonzado y con los ojos húmedos y llenos de lágrimas. Pedro ha experimentado que no es verdad, que no siempre puede, que no es capaz de muchas cosas, que no siempre llega, que a veces la vida le parece una mierda y que vive en una sociedad donde otros dominan y mandan y él es un pobre pescador que no siempre hace bien su trabajo. Pedro experimenta las dudas que la palabra de Jesús le genera. Pedro desconfía. ¿Te suena? ¡Pero la vida cambia para Pedro, y para ti, cuando Jesús tiene espacio para intervenir! Jesús te lleva «mar adentro», es verdad. Te saca de comodidades y seguridades propias de «la orillita». Pero cuando Él está en tu vida, te llevas sorpresas y los milagros acontecen. Jesús sólo te pide confiar en Él y hacerle un sitio en «tu barca». ¿Por qué no probar? Él demuestra que, juntos, la vida puede ser un derroche de felicidad. Jesús no ahorra el esfuerzo de «remar» ni el temor a «naufragar» pero responde con contundencia. ¿Estás necesitado, necesitada, tú también de que Jesús traiga a tu vida eso que tanto ansías para sentirte feliz de verdad?
  • «No temas» – ¿A qué tienes miedo? ¿Qué piensas que puede pasar si le sigues? ¿Qué viene Jesús a desmontar de tu vida? ¿Qué herida tienes y prefieres hacer como que no existe? ¿Por qué te conformas con vivir presa del miedo a fallar, a decepcionar a otros, a que tu imagen se rompa, a ser frágil, a aceptar tus limitaciones, a que curar la herida duela? No temas, te dice Jesús. No temas. No seas esclavo de tu miedo. No te pierdas el mejor de los viajes, el mayor de los banquetes, la más tierna de las miradas. No te lo pierdas. Apuesta por el amor, por la locura flipante de seguir a Jesús. Yo no lo cambio por nada.

Ojalá termines bien este domingo. Mañana comienza una nueva semana y, una vez más, se nos regala la oportunidad de vivirla a fondo, de compartir tiempo de calidad con otros, de ir al fondo de nuestro corazón y comprobar que Jesús está allí, habitándolo, calmando tempestades y echando redes. ¡Y recuerda! ¡Una semana sin miedo! ¡Una semana con Él!

Un abrazo fraterno

Santi Csaanova

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