Jesús, el sanador – #buenanoticia

Veo a la gente necesitada de esperanza y veo cómo nos la van quitando, poco a poco. Y veo gente movilizándose, exigiendo derechos, reclamando libertades, apelando a la unidad y a la dignidad. Todo eso es necesario, al menos para los que necesitan gritar para que sentir que el grito sigue perteneciéndoles. La sociedad está herida. Las personas estamos heridas. Nos han hecho daño. A veces nos lo hacemos nosotros solitos. La pregunta es ¿dónde voy a curarme? ¿A mí quién me cura?

Si me hago esa pregunta en primera persona… debo decir que muchas veces me equivoco de médico, o de planta, o de centro de salud. No rezo suficiente, no frecuento suficiente los sacramentos, no me arrodillo suficiente delante del Señor en el sagrario… Y quiero curarme… leo la lectura de hoy y siento que yo no soy uno de esos que corren a «poner al enfermo» delante de Jesús. ¡Pese a saber que Él me curaría!

Si escucho esa pregunta en otros, en hermanos, en amigos, en cualquiera con el que me cruzo, ¿cómo la recibo? ¿Llevo a la gente a Jesús? ¿Soy el mismo Jesús que escucha, que cura, que sana? ¿Puede un herido sanar a otro herido? ¿Juego a ser doctor de almas? ¿Cuándo y dónde me saqué ese título?

Que el Señor reciba mi oración y me ayude en el camino. Que haga de mí su Voluntad. Que sea yo, al menos, agua que calma la sed del enfermo; que corra hacia la fuente que calmará mi propia sed y lavará mis heridas.

Un abrazo fraterno

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