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Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Martes 1º Ciclo B

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Sal 33

A veces gritamos poco pensando que nadie nos oye. O le gritamos a quién no le toca pagar los platos rotos de nuestras frustraciones. Dios está acostumbrado a oír gritos, lamentos, quejas… así que no tengas problema con eso. Gritar es mostrar que uno ya no puede más, que está al límite, que no es capaz de controlarse y poner buena cara. Tu grito habla de tu hambre, de tu sed, de lo que necesitas. ¿Cuál es tu grito?

Hoy la Palabra te recuerda que no hay grito que pase desapercibido ante Dios. Él escucha y está cerca. Esto tenlo por seguro. Eres escuchado y eres acompañado, acompañada. No hace falta que disimules. Recuerda: La Cuaresma es el tiempo de la verdad. No le cuentes historias, no intentes quedar bien o hacer como que no pasa nada. Grita desde tu ser. Él escucha.

Dios te escucha (Sal 33)

Siempre me ha dado miedo quedarme encerrado en un ascensor. Estar asfixiado entre cuatro paredes, en un cubículo de escaso tamaño… Sólo pensarlo me provoca ansiedad y el corazón empieza a latir con más fuerza de lo normal y más rápido. Si me lo imagino, me veo gritando, pidiendo ayuda, sin encontrar respuesta al otro lado. Qué angustia eso de clamar, de gritar, de pedir auxilio, y sentir que no hay respuesta.

Hay personas que experimentan lo mismo en su vida. Ahogo, claustrofobia vital, asfixia existencial, angustia. Son las consecuencias de haber llegado a un momento donde pareciera que el oxígeno se acaba, donde pareciera que todo juega en contra, donde la presión de sentir que no hay salida, que no hay posibilidad de cambio, que no hay esperanza… crece hasta la angustia; Pero, tal vez, lo peor sea la sensación de gritar… y sentir la fría respuesta de la soledad.

Dios te escucha. Si estás ahí, encerrado, agobiada; si te sientes sin salida, Dios te escucha. Dios está cerca de ti. Dios va a sacarte de ahí. ¿Por qué lo sé? Porque lo he vivido, lo he experimentado en mi vida y porque he conocido a muchos otros que lo han experimentado también. Porque lo lleva haciendo desde el comienzo de los tiempos. Y porque Dios no puede no escuchar. Dios es escucha.

¿Cuál será su respuesta? ¿De qué manera llegará a ti? ¿Cómo te insuflará oxígeno? Eso no te lo puedo decir. Dios se sirve de todo y de todos para llevar su salvación a cada uno de sus hijos e hijas.

La diferencia con los políticos, los influencers, los famosetes y los vendehumos es que Dios siempre cumple sus promesas. Y Él ha prometido no dejarte solo, sola, nunca. Y lo cumplirá. Descansa. Tal vez sea tiempo de respirar, despacio, intentar que la ansiedad baje, sentarse a esperar. Cuando menos te lo esperas, se abrirá la trampilla y podrás volver a respirar aire fresco.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Es evidente que el mundo está lejos de Dios… (Salmo 71)

Uno lee esto hoy en el salmo…

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar amar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

… y se pregunta si ese mundo es posible o es simplemente una quimera. Es el mundo donde Dios reina. Evidentemente, no es nuestro mundo. Ni hay paz, ni hay justicia, los humildes son apabullados y aplastados y el amor, como principio universal, no rige los devenires de la humanidad.

¿Cuánto queda Señor? ¿Qué hacer para conseguirlo? A Ti levnto mi grito oh Dios, a Ti, hoy…

Un abrazo fraterno

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Yo soy el que grita en el desierto (Jn 1,19-28)

Es reveladora la figura de Juan Bautista en este comienzo de año. Digo reveladora porque creo que me merece mucho la pena interiorizar este pasaje evangélico de hoy. No me es nada sencillo, aunque creo que he dado muchos pasos, asumir que yo no soy quien cambia las vidas de la gente. Yo no soy por quien las personas toman decisiones más o menos «de Dios». Yo no soy el Mesías. Yo soy una herramienta, un candelero, un grito, un enviado de Dios. Es Él quien cambia, quien transforma, quien suscita…

Asumir esto trae a mi vida responsabilidad y también paz. La responsabilidad de tener que gritar en el desierto, de ser una voz que clame ante las injusticias, de ser alguien austero, que vive feliz en lo sencillo, que da testimonio de su pobreza material y de su riqueza espiritual, que denuncia lo que ofende a Dios. Pero también me trae paz porque no me cargo con tareas que no me competen, porque valoro fracasos y éxitos de otra manera, porque me bajo del pedestal y descubro que mi debilidad también incluye resbalones, tropiezo, infidelidades, etc. y que tampoco pasa nada…

En este 2010 que acaba de empezar, me fijaré más en Juan Bautista.

Un abrazo fraterno

Se me conmueven las entrañas (Os 11, 1-4.8c-9)

Mi oración de hoy, inspirada por estas impresionantes palabras de Dios, clama al Padre ante los dramas humanos que cada día inundan nuestras televisiones. Las historias de las pateras, de los inmigrantes muertos en el mar, no cesan. Se siente ese silencio de Dios tan inquietante ante estas catástrofes.

Pero Dios no calla. Habla. Y hoy lo hace de manera clara. A Dios se le rompe el corazón. Él mismo lo dice. Dios se inclina ante el hombre, ante el sufriente, y le da de comer. Encolerizado responde con amor. Dios no calla. Su tristeza es su gran grito.

Me parece cojonudo que en el Congreso se aprueben los derechos de los primates. Seguro que a partir de ahora a ningún mono se le toca el pelo. Han tenido más suerte que algunos…

Un abrazo fraterno