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Aprender a rezar – Domingo XVII TO Ciclo C

Estuve acompañando a niños de entre 5 y 12 años en su oración semanal en el oratorio del colegio. Es lo que los escolapios, siguiendo a nuestro Fundador, llamamos Oración Continua. Para mí fue todo un privilegio poder estar con ellos y acompañarlos en su incipiente experiencia orante.

He de decir que lo más importante cada día que me encontraba con ellos era no estorbar. No intentar que los niños vivieran mi propia experiencia de oración, no asumieran siempre mis formas, no acabar siendo yo el camino para acceder a Dios. No hablar demasiado, no pontificar, no moralizar, no intentar convertir en adulta una primera oración de niños, muchos de los cuales sin experiencia de oración en su casa.

Y que vieran a Dios como un papá amoroso que está siempre con ellos, que los ama, que los perdona, que los escucha, que los comprende y que los acepta como son. Un papá al que hay que contarle cómo estamos, al que hay que escuchar, que nos anima a portarnos bien con nuestros hermanos. En definitiva, intentar que esa hora de oración fuera una hora de intimidad agradable, alegre y confiada.

Creo que esa es la esencia del Padrenuestro que Jesús nos enseñó. Más que una serie de palabras, una manera de relacionarse con Dios. Un manera, por cierto, profundamente tierna e infantil.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Uno de mis papás es la caña… el otro, ¡es Dios!

Hoy estuve un ratito en el oratorio del cole con los niños de 5 años, de 3º Infantil. Nos tocaba redescubrir y repasar la oración del «Padre Nuestro» y, aprovechando la coyuntura y que ellos están emocionados aprendiendo a leer, imprimí cuatro folios con cuatro letras, una por folio, a tamaño 300. Eran dos P y dos A y formaban la palabra PAPÁ.

Perdemos mucho de vista si nos olvidamos de nuestro ser hijos. Perdemos, creo yo, la esencia, lo nuclear, de nuestra relación con Dios. Toda imagen de Dios que no inluya su ser «papá» está distorsionada, manipulada, envenenada, incompleta o como cada uno quiera. No hace falta explicar las consecuencias de esto… Papá…

El Evangelio de hoy es buena prueba de ello. Jesús actúa desde un Dios que es «papá». Los demás no actúan desde ahí. He ahí la diferencia. He ahí la posibilidad de salvar la vida de una persona o dejar que se pasen sus días encorvada e influenciada por el mal.

Papá… te quiero. Papá, te necesito. Papá… no quiero dejar de ese hijo tuyo nunca.

Un abrazo fraterno

Obreros avergonzados (Mateo 9, 32-38)

Extenuadas y abandonadas. Así se encontraba Jesús a muchas personas, hombres y mujeres, con las que se cruzaba en los caminos o al entrar en pueblos y aldeas. Así nos las encontramos también hoy, a poco que abramos un poco los ojos. Ayer, el Papa Francisco, nos lo recordó en Lampedusa.

silueta-de-trabajadores-de-la-construccion-en-andamio-trabajando-bajo-un-ardiente-solEste Evangelio de los obreros y la mies ha sido casi siempre utilizado interpretándolo como una petición de vocaciones sacerdotales o religiosas y está claro que son tremendamente necesarias e insustituibles. Pero yo creo que podemos leer este Evangelio de manera más amplia: es una llamada a que, como cristianos, demos respuesta a toda esa gente, extenuada y abandonada. ¿Qué respuesta? Pues justamente lo contrario: descanso y alimento, compañía y hogar. Todo eso estamos llamados a ser.

Que el Señor me permita ser descanso. Que aquél que se encuentre conmigo pueda reposar sobre mi, dejarse caer sobre mi. Que pueda yo proporcionar alimento material y espiritual, hablarle de Dios de manera que su vida empiece a ser sostenida por Otro, que sus ojos empiecen a mirar al horizonte con esperanza.

Que el Señor me permita ser refugio, mano tendida, compañero y hermano de todo aquel que ha sido abandonado por todos los demás. Hermano del anciano, del niño, del pobre, del enfermo, del molesto, del distinto, del que no sabe lo que es ser amado por alguien. Que mi presencia le acerque a Cristo y que, en mi abrazo, encuentre el abrazo del Dios que lo ama más.

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Yo quiero ser obrero, curtir mi piel al aire, abrasarme bajo el sol implacable, ser parte de la construcción del Reino de Dios y del Cuerpo de Cristo.

Un abrazo fraterno

Adiós y gracias BXVI en esta noche de Vigilia…

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Creo que Dios cuida a su Iglesia, que la ama, que la protege…

Creo que la luz prevalecerá sobre la tiniebla, que la victoria es siempre de Dios.

Creo que la Iglesia es santa y pecadora; que salva y que necesita ser salvada.

Creo que el Espíritu sopla y que, a la postre, se sale con la suya.

Creo en la fuerza de la oración, en la comunión de los santos, en la fuerza de la fe.

Creo en la palabra del Papa y creo que el próximo Papa será el mejor Papa posible hoy.

Confío. Sin reservas. Confío.

Me fío de Dios, de la Iglesia.

En la emoción que siento al vivir este momento de histórica relevancia me descubro hijo de la Iglesia, unido firmemente a ella.

Me siento hermano de muchos, miembro de un cuerpo misterioso, sarmiento unido a la Vid en Cristo.

No tengo miedo. No cala en mi la cizaña, la sombra, las dudas en el cónclave, en el colegio cardenalicio…

No me considero ni tonto ni imbécil. No soy ciego ni mi entendimiento ha sido anulado. Me sé pecador, parte de un Pueblo pecador. No eximo de responsabilidades ni relativizo problemas. Pero en esa pequeñez descubro la fuerza de un Dios que nunca abandona a aquellos que comparten la barca con Él.

Me siento agradecido a BXVI. Vivo su marcha con ilusión y, a la vez, con cierto desasosiego.

Uno mi oración a la del resto de hermanos en esta noche de Cuaresma, en esta noche de Vigilia, en este camino hacia la Pascua…

 

Bendice, alma mía, al Señor… y al Papa (Salmo 102)

«Queridísimos hermanos,

Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.

Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.

Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.

Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos.

Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.»

Papá lo hace porque te quiere (Hebreos 12, 4-7. 11-15)

Father and son talking

«Papá lo hace porque te quiere» es una de las frases que muchas veces me escuchan mis hijos. Intento que, desde pequeños, sepan que muchas correcciones u obligaciones que vienen de su padre o su madre son parte de la educación que queremos
Pero es verdad, los que somos padres lo sabemos: si amas a un hijo, educas conociendo el horizonte buscado, la meta final. Eso el hijo no lo entiende porque no es capaz de mirar más allá del momento. darles, son parte del trabajo de construir personas que valgan la pena, parte de la ayuda que les brindamos para que puedan llegar a ser personas adultas sanas y felices. No es fácil. A nadie le gusta que le corrijan, que le reprendan… porque uno quiere hacer las cosas por sí mismos, quiere demostrar al mundo lo que puede, quiere saberse con cierto «poder», quiere demostrar que también hay que tenerlo en cuenta, quiere que le presten atención, quiere hacer lo de todos…

Lo mismo nos pasa a nosotros en la fe, en la vida, con Dios. La mirada de Dios, hacia el horizonte, hacia la eternidad, no la comprendemos. Sólo entendemos lo concreto, lo actual, lo real del momento. Y nos molestamos, nos rebelamos, nos enfadamos y clamamos contra Él muchas veces.

Y es entonces cuando en la oración, tal vez, si estamos atentos, escuchemos susurrantes esas palabras de lo alto: «Papá lo hace porque te quiere…».

Un abrazo fraterno

Cansados y agobiados (Mateo 11,28-30)

niñosufriendoHoy el Papa (@Pontifex) ha lanzado en Twitter su primer tuit. Ha sido un mensaje lleno de afecto, cercanía y alegría con el que, además, nos ha bendecido a todos.

Me parece que tiene relación con el Evangelio de hoy. El mundo está lleno de «cansados» y «agobiados». Cada vez más. Cada vez más pobreza, más crisis, más necesidades básicas sin cubrir, más sufrimiento… También en la red, lugar donde millones de personas se hacen presentes, se plasma este sufrir del mundo. Y el Papa quiere estar ahí para, de alguna manera, pronunciar también esas palabras de Jesús y ser una luz de esperanza para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Este sufrimiento, sin sentido en tantos casos, sólo puede ser sobrellevado desde Jesús. Él es nuestro reposo en los peores momentos. No porque nos resuelva los problemas o nos elimine el sufrimiento sino porque nos ama, sufre con nosotros y, además, nos ha enseñado que, después, siempre nos espera al final del camino.

Un abrazo fraterno