MR 3

Aquello era un mundo de sordos, de anestesiados, de desencantados engañados, adormilados, disfrazados de personas felices. El ambiente olía a humo y a alcohol. No se oía nada más que el martilleo de aquella música desoladora y mortífera. En la pista, cientos de hombres y mujeres ya no tan jóvenes como ellos se creían.

Definitivamente odiaba aquellas manifestaciones de treintañeros alocados, inmaduros y desconectados de la realidad de sus vidas, amargados por lo que no habían sido capaces de conseguir, egoístas y usureros con sus vidas y generosos con todo aquello que les hiciera olvidar en qué punto kilométrico del marathón se encontraban.

Me dio miedo. Y pena.

MR 2

Joana me gustaba un montón. Siempre me han gustado esas niñas pijas con aire hippie y estética un tanto desaliñada, con faldas de flores, pañuelo en la cabeza, rostro limpio y muchas ganas de exprimir a fondo lo poco que se nos daba cada día.

No podía dejar de mirarla. Se movía alegremente al ritmo de «Mrs. Robinson» en aquel garito playero bajo la luz de la luna y a la sombra del mundo. Nuestras miradas nunca llegaron a cruzarse pero yo no quería que el planeta siguiera moviéndose. Yo tampoco lo haría. La felicidad se encuentra en la sala de espera de la felicidad y yo no tenía ni la más mínima intención de irme de allí.

MR 1

Se  sentía ahogar. Era una horrible sensación sobre el cuello que le dificultaba la respiración. Aún sin saber qué se sentía cuando una bala se alojaba en tu ser, él sentía eso.

Quería escapar, gritar, rasgarse la camisa blanca que se había puesto esa noche. Sus pulmones funcionaban aceleradamente y el oxígeno que entraba por sus fosas nasales y a través de su boca no era suficiente para calmar la ansiedad de cada una de las células de su cuerpo.

Salió de allí. Estaba harto de todo aquello. Estaba harto de fingir, de bailar con la muerte en vida. El vaso de su existencia no aceptaba ni una gota más de aquel cubata envenenado en lo que había convertido su historia. Atravesó la puerta del local y se dejó empapar por la primera lluvia del otoño. Enfiló la acera solo sin saber muy bien adonde dirigirse.

Era hora de recomenzar.

Carta a propósito de la #spanishrevolution

Hola amig@, compañer@, herman@…

No sé si tú eres de los que han acampado en Sol o en alguna ciudad española o eres de los que lo miran con cierta aprobación o más bien eres de los que piensan que detrás de todo esto hay un tufillo a manipulación o de los que lo contempla con escepticismo, sospecha, miedo o desprecio. Me da igual. Quiero escribirte más que nada para intentar ordenar mis ideas acerca de todo lo que está sucediendo en España estos días previos y posteriores a las elecciones municipales y autonómicas.

Lo primero que tengo que decir del movimiento #acampadasol es que me parecen protestas y manifestaciones legítimas. La deriva del país en los últimos años es constatable por la mayor parte de la población. Las últimas encuestas del CIS muestran que la clase política de este país es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos y día sí, día no vemos en los telediarios los espectáculos bochornosos de los partidos políticos mayoritarios enfrascados en luchas internas, tirándose los trastos unos a otros y desprestigiando continuamente conceptos tan importantes para un país libre, moderno y civilizado como “democracia”, “Estado de derecho”, etc. Hemos perdido la lealtad institucional, el respeto al que no opina como yo, la autocrítica y la capacidad de permitir que crezcamos en número de librepensadores en lugar de en militantes seguidistas y fieles.  Los altos niveles de corrupción en ayuntamientos y demás instituciones del Estado han sobrepasado hace tiempo los niveles de tolerancia de una sociedad sana y despierta. La debacle es total y la ausencia de políticos “high quality” agrava el problema. Estamos sumidos en una profunda crisis como sociedad. Se ha instaurado en las arterias de la sociedad la epidemia del “todo vale”, del “eso lo hacen todos”, del “y tú más”… provocando el colapso cardiovascular y el infarto inevitable en una ciudadanía al límite de sus posibilidades. Es, por tanto, legítimo salir a la calle y levantar la voz, gritar, protestar y exigir un cambio.

Las informaciones acerca de los que están acampados en las plazas de España son diversas y ciertamente confusas. Me han llegado datos de personas fiables que me afirman por igual la presencia de mensajes, carteles, presencias, propuestas tremendamente sensatas, en positivo y tolerantes junto con la presencia de grupos y mensajes con claros mensajes anticlericales, referencias cargadas de intolerancia y con ganas, no de cambiar las reglas del juego, sino más bien de crear un nuevo juego sin reglas. Me lo creo todo. Es la realidad diversa de la sociedad en la que vivo y, por tanto, cerrar los ojos a ella o intentar acallarla o esconderla me parece un error. No tengo miedo. No tengo miedo de que nadie se manifieste y exprese sus ideas sobre cómo debería ser el tablero de la convivencia. El miedo denotaría debilidad. ¿O es que no es convincente lo que yo creo? ¿No son fuertes los valores que defiendo? ¿No tengo capacidad para transmitirlo? ¿No soy capaz de movilizar a nadie? A ver si el problema que vemos en otros no es más que un problema propio… Y además, ¿no es posible que personas y grupos de índole tan diversa sean capaces de acordar una serie de reivindicaciones consensuadas cuando tienen un enemigo común, un problema común, una losa común? Visten distinto, piensan distinto y se expresan de manera distinta pero… ¿su futuro es tan distinto? Creo que el ambiente en las acampadas y el desarrollo pacífico y sin incidentes en las mismas están siendo un ejemplo para todos y una sorpresa para muchos. Reconozcámoselo.

Es evidente que la asamblea es un modelo de gobernación que lleva al colapso y a la paralización. Sobre todo la asamblea con toma de decisiones por consenso. Una sociedad no puede esperar que todos sus miembros estén de acuerdo en algo para dar determinados pasos. Eso es claro. Pero más allá de esta puntualización creo que es muy interesante promover la participación ciudadana en su día a día configurando auténticas asambleas  locales, vecinales, etc. que ayuden a los ciudadanos a tomar parte en los proyectos y las decisiones que les afectan más próximamente. Una sociedad tiene que tener un movimiento asambleario y asociativo suficiente para no perder frescura, implicación ni nivel de exigencia y vigilancia hacia sus gobernantes.  Es pues también de recibo hacer una profunda autocrítica como ciudadanía: ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo hemos podido descuidar tanto nuestro compromiso para con nosotros mismos, para con nuestros vecinos, para con nuestros barrios, ciudades, comunidades? También es necesario que los acampados hagan su autocrítica. Todos. Lo contrario sería mirar hacia otro lado. Pero regresando al tema, es sorprendente ver la organización en comisiones, los debates, las propuestas generadas… Es un buen trabajo o a mi me lo parece. Por una vez, los jóvenes, sobre todo, han encontrado un espacio donde se sienten motivados a expresarse, donde sienten que se les tiene en cuenta, donde sienten que es posible crear algo mejor que lo que hay, más justo.  ¿Por qué ahora? ¿Por qué aquí? ¿Casualidad la proximidad con las elecciones? ¿Manipulación desde la izq             uierda? Pues la verdad es que no lo sé pero tampoco le doy demasiada importancia. No es justo ni exacto decir que todo esto se coció de un día para otro. Quien así lo dice es que estaba distraído cuando las redes sociales empezaban a aglutinar descontento, cuando las encuestas reflejaban un profundo descontento, cuando las imágenes de plazas de otros países sometidos (sin comparación of course) llenaban nuestras televisiones. Además es lógico que una cita electoral provoque reflexión, movimiento… Y dicen algunos: “Ya, pero ¿justo ahora que las encuestas dan ganador al PP? ¿No es mucha casualidad?” Pues no creo que esa sea la razón porque conozco personas, entre las que me incluyo, que han votado muchas veces al PP y que ven con simpatía el movimiento y que son capaces de hacer una crítica también hacia el PP… Es que sí, es verdad aunque parezca increíble… ¡Existimos las personas que no nos casamos con partidos ni candidatos! ¡Personas libres y críticas! ¡Profundamente políticas y, por eso, profundamente  responsables! ¿O es que para comprometerse hay que afiliarse? Y en el supuesto de que no sea casualidad, en el supuesto de que los comunistas estén detrás de todo esto… (sorprendente su capacidad de movilizar a una sociedad en la que cada vez menos gente les apoya en las urnas) ¿qué problema hay? ¿No sería legítimo que un partido promoviera una manifestación pacífica? En el caso de que realmente alguien organizado esté detrás… felicidades. Ha conseguido hacer lo que muchos no somos capaces y además de hacerlo bien.

Es verdad que en ocasiones como esta y en movimientos o manifestaciones similares siempre hay quien se intenta apropiar del objetivo, del sentimiento, de la reivindicación… El mundo está lleno de oportunistas, de líderes manipuladores, de zorros que quieren comerse el queso. Pero es algo a asumir. No puede ser de otra manera. Hay que tenerlo en cuenta precisamente para estar ojo avizor, precavidos y para ser prudentes y sabios. Los jóvenes tienen la fuerza de los sueños, de la energía, del futuro. En este país, además, los jóvenes poseen un presente falto de oportunidades, de horizonte. Poco les pueden quitar. Hemos construido un mundo dejándoles fuera, les hemos dejado un mercado y les hemos acostumbrado a tener, a poseer, a acomodarse, a comprar… Les presentamos en la televisión modelos vacíos. Les abrimos las puertas del estado del bienestar y les hemos dejado solos en él, sin preocuparnos por quiénes son, por qué necesitan… Les hemos dado el uniforme de joven del sistema y hemos condenado a todo aquel que pretendía ser él mismo en su unicidad y peculiaridad. Les enseñamos que todo vale con tal de llegar arriba y no nos preocupamos de ayudarles a descubrir la felicidad desde lo que son sino que se la presentamos tras las cortinas del éxito laboral, del dinero y del prestigio. Y luego nos quejamos de la juventud y nos molesta que ahora levanten su voz y exijan cambios. Cuando dormían nos quejamos de su falta de compromiso y ahora que se despiertan buscamos razones más allá de su propia capacidad. Seguimos ninguneándoles, negándoles la capacidad de pensar y actuar por sí mismos… ¿Manipulados? Todos somos manipulados y todos somos manipuladores en cierta medida. Cada uno con sus objetivos pero ¡no nos rasguemos las vestiduras ahora!

Y para terminar me surge la misma pregunta que ha venido rondando todos estos días en la cabeza. Como católico ¿debo ver esto además desde un prisma especial? ¿Debo añadir una lente a mi microscopio? La pregunta clave… ¿Qué haría Jesús? ¿Qué diría? ¿Acamparía en Sol? ¿Lo miraría de lejos? Estoy plenamente convencido de que, como cristiano católico que soy, debo ser un ciudadano comprometido y luchar por una sociedad más justa en la que prime el bien para todos, la justicia, la paz… Y creo que la política es un medio eficaz y necesario para conseguir todo esto. Eficaz y privilegiado. Por eso, ante una clase política que se olvida de todo lo anterior, creo que estoy obligado a responder, a denunciar, a gritar, a protestar y a exigir un cambio. Por eso no veo con desagrado lo que está pasando y apoyo ese objetivo común. Estoy seguro de que Jesús, al menos, se pasaría por Sol. Para escuchar, para abrazar, para comprender, para animar, para enjugar lágrimas y cargar con los sufrimientos y penurias colectivas y personales. Pero igual que estoy seguro de esto también estoy seguro de que Jesús le diría a cada uno, nos dice a cada uno, una palabra, la nuestra. Nos confrontaría con nuestras incoherencias, con nuestras dejadeces, con nuestros vacíos y nuestro pecado y nos animaría a cambiar también nosotros. La exigencia de un cambio global, de un cambio del sistema, no puedo hacer perder de vista la exigencia igualmente necesaria de un cambio personal. ¿Qué debe cambiar cada uno para que el mundo sea más justo, más feliz, más pacífico? ¿Qué debe cambiar cada uno para que la democracia sea más real? ¿Qué debe cambiar cada uno para que los que lo necesitan estén atendidos, para que todos los derechos se consigan…? Porque no se trata de exigir mis derechos sino los de todos y cuando esto sucede enseguida miro hacia los lados y debo descubrir que, independientemente de mi realidad, se me llama a implicarme en la realidad de los de al lado, se me llama a calmar sus sufrimientos, su hambre, su pobreza, su falta de alegría… No voy a ser yo quien diga que una sociedad se arregla sólo porque varios de sus miembros hayamos decidido cambiar. A veces las estructuras y el mal tienen demasiado poder e igual que ha pasado muchas veces en la historia hay que levantarse como pueblo, salir a la calle y hacer una revolución pacífica pero transformadora. Por tanto, cuidemos ambos aspectos sin olvidarnos de que ambos son necesarios pero no suficientes en sí mismos.

Creo que ya me he extendido demasiado pero me alegra haber dedicado un rato a intentar explicarme con un poquito de detalle. Ya veremos en qué termina todo esto. Yo mantengo mi esperanza en el futuro y una sociedad mejor.

Un abrazo a los acampados y a todos aquellos que, de diversas maneras, entregamos nuestra vida al servicio de un mundo mejor.

Santi

Carta apasionada con los altavoces a tope…

Querida música.

¿Por qué el sólo hecho de escucharte enarbola mi espíritu y lo lleva de viaje por los más bellos lugares de la creación? No me cansas. No me aburres. Te amo profundamente. Me entrego a ti. Tómame. Busco tu compañía sin descanso ¿sabes? Y tú siempre respondes, solícita, atenta, enamorada. Querida música… Me quemo a tu lado y me transformo en lo mejor que tengo.

No me dejes nunca por favor. No me despidas con despecho en ningún momento. No lo soportaría.

Me gustas de cualquier manera. Arreglada y glamurosa llenando una noche de luna llena. Fresca y electrizante en las tardes calurosas del verano. Me gustas cuando te vistes de clásica y cuando me sorprendes con tu cintura serpenteante, cuando golpeas la batería a ritmo de rock o cuando me miras enamorada y tierna. Me gustas maquillada y al natural, cuando llevas la iniciativa y cuando me sugieres que la lleve yo.

Querida música… Pones mi corazón a latir y eres cardiovascularmente saludable,  afectivamente insustituible y apasionadamente enloquecedora. Querida música… sostén mi vida, tómala en tus manos.

¿Qué dirían aquellos que veían en esta pasión algo enfermizo y pecaminoso? ¿Dónde están? En el camino se han quedado… Yo, por contra, de tu  mano cada vez estoy más cerca del Todopoderoso que nos ha creado, con el Dios que habita en cada una de tus notas…

Me despido ya. Hasta después.

Tuyo

Carta a una amiga 55 minutos después…

Buenas noches. Shhhhhhhhh… a ver si nos va a oir alguien… los animales nocturnos como nosotros estamos acostumbrados a movernos con sigilo y a mirarnos en la luna. Somos seres privilegiados que salimos a cazar estrellas y tenemos la gran ventaja de que, en la negrura de la noche, agudizamos la vista.

Me gustó hablar contigo, ¿sabes? Hacía tiempo que deseaba estos 55 minutos entre tú y yo. Es lo que tienen las estrellas… a veces no cazas ninguna pero, en el camino, conoces a compañeros de sueños con los que creas lazos. Yo no sabría decir cuándo empecé a sentir que algún lazo había aparecido entre tú y yo. Es algo que ha pasado desapercibido en mi historia pero que uno, de repente, se percata de que existe. Como todo lo que se produce de manera natural. Uno no se da cuenta de cuándo empieza a querer a su madre o a su amigo ni de qué día de repente empezó a sumar o a escribir correctamente. Uno simplemente constata que las cosas son, están, suceden… Y eso es lo que me pasa contigo. Algo misterioso ha entrelazado nuestros caminos y, como decía el Principito, «tú ya no eres una muchachita igual a cien mil muchachitas». Ahora tú eres para mi única en el mundo. Yo soy para ti único en el mundo. Y es bonito descubrirlo.

Hablo contigo y te siento achicada, cohibida, temerosa… caminando encorvada por el peso de unos cuantos kilos de arena que llevas en esa mochila tuya que tanto nos ha hecho reir y que tan poca gracia tiene. Tú, que has sido creada por Dios para SER TÚ, has decidido que bueno, que sí pero no tanto, que total… que para qué… que bueno que mejor en otra ocasión… si total… si tampoco… si… Y me da penita. La arena pesa mucho amiga, la arena pesa mucho y hay que deshacerse de ella antes de que las fuerzas se agoten para siempre… No te acostumbres y cómete el mundo, la vida, el presente y el futuro… ¡cómetelo todo! ¿No te das cuenta de tus colores vivos, de tus ojos vivarachos, de tu risa aniñada y de las ganas que tienes de darte un chapuzón?

Los seres nocturnos como nosotros respiramos en la soledad de la madrugada. Nos miramos al espejo y en él vemos todo aquello que nos gusta y que no nos gusta de nosotros mismos. Hay noches llenas de lágrimas, noches en las que sufrimos mucho al descubrirnos y darnos cuenta de que no era así como nos lo imaginábamos todos. Hay noches también de alegría y sonrisas cómplices con nosotros mismos y nuestra «mismidad». Seguimos existiendo y nos sabemos valiosos para el mundo. Hay noches en las que el espejo está muy empañado porque nuestros miedos e inseguridades están jugando a hacer vaho… y nos vemos con dificultad… Pero lo que nadie nos puede quitar es que sentimos, que el corazón nos palpita, que en el fondo sabemos lo que queremos y cuáles son nuestros deseos más profundos y las razones que nos impiden salir corriendo hacia ellos. Lo sabemos todo amiga.

Cógeme la mano un ratito porque te la quiero apretar. Quiero abrazarte y que sientas que no caminas sola en el mundo de los cazadores de estrellas. Tengo ganas de abrazarte y mirarte a los ojos y decirte al oído que por favor no lo hagas, que no te rindas, que no te duermas, que no les creas, que no abandones… Quiero decirte que eres preciosa (lee lo que significa en www.rae.es) y que tienes mucho que hacer. El mundo no se puede permitir un tesoro menos porque no andamos sobrados… No lo hagas y grita, tira de una vez esa mochila y píntate el pelo del color que más te guste. Canta bajo la lluvia como Gene Kelly y regálale el paragüas al primer policía que pase por tu camino. No lo necesitas.

Poco más. Descansa y duerme. Mañana la batalla comienza de nuevo pero nosotros… ya no seremos los mismos.

Un beso fuerte

Carta a mi hijo Juan

Querido hijo,

este fin de semana largo entraremos ya en el mes de noviembre, mes que será ya para siempre el mes de tu cumpleaños. Noviembre no es un mes que me guste. Es el otoño en pleno apogeo con el cambio de hora, las tardes cortas, la oscuridad incipiente, las lluvias y los primeros fríos de verdad. Tu llegada va a darle color a todo eso, ¡qué bien! Desde ahora noviembre será para mi un mes hermoso, distinto, tremendamente especial.

Estoy en el salón escribiéndote como es costumbre en mi. Todos se han ido a la cama ya, incluido tú. Tu madre te mima y te cuida bien para preparar adecuadamente el momento de tu presentación en sociedad. Tu hermana Inés pregunta constantemente si nacerás «hoy» y Álvaro está listo para enseñarte muchas cosas de esas que sabe él. Duermen también. El silencio reina en la casa más allá de la vela de la familia porque aquí, en el salón, yo escucho la 7ª Sinfonía del maestro Beethoven mientras te escribo. De ahí cogió Mocedades su famoso «Cuando tú nazcas» que tan de punta me pone los pelos.

Querido Juan, ¡qué deseado y esperado eres! No sabes lo orgulloso y enchido que me pongo cuando pronuncio tu nombre y digo la fecha prevista de tu nacimiento. En una sociedad acobardada, adormecida y mediocre, llena de inseguridades y tremendamente hedonista tú eres un signo de Dios, un pequeño destello de luz, un soplo de libertad y confianza. Eres fruto del amor entre dos personas con un proyecto firme de vida en común y fruto de su decisión de apostar por un sueño bonito.

Hay muchas dudas que todavía tu madre y yo no hemos resuelto y tenemos claro que todo se complica un poquito. Donde vivíamos 4 ahora viviremos 5 y con el dinero con el que comíamos 4 ahora tendremos que comer 5. No sabemos cómo lo vamos a hacer ni cómo nos vamos a organizar. No tenemos ni idea de muchas cosas pero… no nos preocupa demasiado. Ya irás aprendiendo de nosotros a vivir en plenitud, con confianza en Dios y seguros de que nos cuida amorosamente. Estoy convencido de que tu llegada, tu presencia, nos hará ser más creativos, más alegres, más felices, más flexibles, más pacientes, más generosos… Será una casa llena de gente las 24 horas del día como siempre hemos querido tu madre y yo.

Eres mi última esperanza de «ojos azules». Esmérate macho que perdemos el pedigrí… ¡y los Casanova no nos lo podemos permitir! ¿Cómo serás? ¿A quién te parecerás? ¿Qué carácter tendrás? Inés y Álvaro son distintos en muchas cosas, únicos e irrepetibles. Tú lo serás también. Aportarás a la familia algo que ninguno de los 4 hemos aportado todavía y eso nos hará mejores a todos. ¿Te aprenderás también el himno del BarÇa como tus hermanos sin necesidad de enseñárselo? ¿Te gustará la música? ¿El deporte? ¿Pintar? ¿Construir TENTEs y LEGOs?

Y de tu nombre no te podrás quejar: un clásico. He leído que tal vez es el nombre más memorable de todos los tiempos y el que han llevao un sinfín de personajes. A mi Juan me traslada a la playa de Riazor una noche de 23 de junio de un año cualquiera. Y huelo el aroma de la sal atlántica mezclada con el crepitar de las hogueras y el estruendo de los fuegos artificiales. Tu fiesta es GRANDE y emotiva para aquel que, como yo, no puede disfrutarla cuanto quisiera. Serás un D. Juan Casanova… ¡el súmun! Por experiencia te digo que más te valdrá currártelo porque el nombre no da de comer ejem ejem… jejejeje

Te esperamos ansiosos hijo. Tus abuelos, tus tíos, tus primos, tu comunidad, tus futuras profes… Todos a la espera. Tómate tu tiempo. Ya iremos a por ti… para comerte a besos.

Te quiero.

Papá

Poema para Esther

No es posible descifrar
los acordes del corazón.
Se derriten las horas
y te espero en soledad.
Disfruto de luces y risas
de la libertad pasajera
del que espera
a ser esclavo de nuevo. 

No es posible llenar la casa
sin pensar en ti.
Se acumulan los latidos
y ansío acariciar tu pelo.
Comienzo a contar las horas
que faltan para verte
y abrazar la paz
al despertar contigo.

Carta al abuelo Teodoro

Querido abuelo:

Lo primero que quiero decirte es que te escribo esta carta bajo las notas de un Allegro del Concierto de Bradenburgo. Pese a que estoy muy triste no podía permitirme serte infiel al final y poner una pieza fúnebre para un tipo con un humor como el tuyo. Hay cosas que no pegan y desde luego tú y una pompa fúnebre no pegáis en absoluto.

Hace un rato lloré mucho. Estuve aguantándome un buen rato tal vez porque pensaba que en una situación como ésta me toca estar de soporte de tu familia, sobre todo de esa nieta que tanto te quería y tanto te mimaba. Pero mi capacidad de aguante, gracias a Dios, cada día es menor en cuanto a las emociones se refiere y exploté, exploté a lágrima viva. Y me dejé ir. Me dejé ir porque tu pérdida para mi es… una gran pérdida. Me he quedado huérfano de abuelo. Te voy a echar mucho de menos.

Estuviste desde el principio de mi aventura madrileña; desde el mismo día en que tu nieta y yo empezamos a caminar juntos allá por mayo del 2000. Y ahí has estado siempre: enseñándome la vida a cada segundo. Yo no te conocí en tus años mozos ni en tus etapas más enérgicas… Cuentan que eras todo un carácter. No sé. Yo, en estos 10 últimos años, he visto en ti a un hombre de marcada personalidad, con la lección de la vida aprendida, de gran fortaleza, con sentido del humor envidiable y de un sereno realismo que te ha permitido llegar al final con una dignidad y sabiduría de envidiar. Ya lo dice tu bisnieto Álvaro: «el abuelo Teodoro es muy sabio»… Y es verdad… Y estar al lado de alguien muy sabio es todo un privilegio; al menos yo lo viví así.

Creo que entre nosotros había un feeling especial tal vez porque nos hablábamos con claridad a sabiendas que el de enfrente acogería con cariño lo que el otro le decía. No éramos familia directa pero nos queríamos un montón. Cómplices y liantes a la par sabíamos entendernos con el solo cruce de miradas. Eras sin duda mi abuelo. Ni político ni postizo: mi abuelo de verdad. Contigo era con los pocos con los que me apetecía ver el fútbol o cocinar. Contigo abuelo me iría al fin del mundo. Ahora espero que tardemos algo más en vernos… jejejejeje

Justamente este fin de semana de Corpus hemos estado en tu casa de Langa. ¡Tenías que haber visto a tus bisnietos correteando por el corral en busca de moscas a las que aplastar con tu mítico matamoscas azul! Esa casa huele a toda una vida vivida junto a tu mujer y tus hijos, junto a todo aquel que lo necesitó en algún momento. Tu mujer… ¡tu mujer ni se ha enterado que te has ido! ¿O sí? Seguro que algo también se apagó en ella… Es lo inexplicable del amor: teje hilos invisibles que nos unen más allá de los cuerpos, de las palabras, de las paredes… Seguro que lo primero que hiciste tras abandonar la cama del hospital fue volar raúdo a besar la mejilla de tu Marce… Y seguro que ella lo sintió al instante… Estoy seguro de que ahora serás capaz de cuidarla mejor hasta que, un día, os volváis a coger de la mano para no separaros jamás…

Ay ay ay… ¡Eres un canalla Teodoro! Qué bien me vendrías para contarles mañana a tus bisnietos la hoja de ruta de este viaje… ¿Cómo haré? ¿Qué les diré? ¿Cómo conseguiré que dos personitas de 6 y 3 años no olviden nunca nunca nunca quién fue su bisabuelo Teodoro?  No estoy seguro de conseguirlo pero lo voy a intentar… Quiero que nunca olviden lo mucho que jugaban con tu bastón, lo mucho que se entretenían con tus refranes y adivinanzas, lo mucho que les gustaban  tus piñones… lo que se reían llamándote Teodorito o Teodorakis (ya sabes que siempre me ha gustado poner nombres)… Quiero que no se olviden de lo mucho que les quisiste y de cómo se te iluminaba el rostro al verlos.

Dicen que cuando alguien se muere no sólo lo perdemos a él sino la parte de él que vive en cada uno de los que nos quedamos. Tú sacabas mi mejor versión familiar abuelo. ¡Cuánto tendré que luchar ahora amigo mío! ¿Por qué me has dejado tan solo? Sé que estarás ahí arriba guiñándome el ojo cuando las cosas no marchen, recordándome que con humor la vida es más sencilla… Te echaré de menos, abuelo.

Ahora está sonando la banda sonora de Cinema Paradiso y toca llorar. Pero es que quiero hacerlo. Estoy triste, muy triste y espero que la humedad de mi propio ser cure esta herida.

He encendido la vela de la familia y estoy pensando en crear un rincón de los bisabuelos en algún lugar de la casa para no olvidar a todos los que habéis caminando antes que nosotros y gracias a los cuales estamos aquí. Te echaré mucho de menos abuelo.

¡Y te vas a perder la era Mourinho! ¡Ya te iré contando! Este año lo voy a tener más dífícil ya que hay un madridista más en el cielo…

Poco más que decirte. Cuídanos mucho desde ahí. Protégenos e intercede por nosotros. Un cabezón abulense como tú consigue lo que se proponga… Yo sé que tengo un aliado más cerca de Dios, en el club de los abuelos geniales. Hay que joderse… como dirías tú…

Un abrazo muy fuerte y muchos besos. Qué jodidas son estas despedidas… Siempre estás… ahora, más que nunca…

Te quiero

Santi

Carta a Antonio Ozores

Querido Antonio,

ya has emprendido la marcha y creo que todavía me falta mucho por reir. Me has dejado huérfano de humor.

Ayer, cuando me enteré de la noticia, me pilló bastante desprevenido. Me quedé paralizado, quieto, sorprendido y triste. Sentí tristeza y mucha debió de ser para que alguien como yo, con dificultades para conectar con sus emociones, se diera cuenta de ello. Sentí tu pérdida. Sentí que España había perdido a uno de los grandes. Sentí que se quedaba un vacío difícil de llenar. Sentí que me apetecía recordarte y llorarte y echarte un poquito de menos.

No te engañes, Antonio. Yo no soy un fan tuyo. Ni siquiera soy de esa generación que vivió tus películas en aquella convulsa y clave etapa de la transición y de los últimos años del franquismo. Aquel cine tan denostado hoy sirvió para que muchos españoles miraran al futuro y a su presente con humor, con una sonrisa en la boca. Ese es el mérito nunca reconocido del humorista: hacer reir nunca se valora en la medida en que debería.

Hoy estamos huérfanos de humoristas, Antonio. Hoy estamos huérfanos de risas. Ya no nos reimos de nosotros mismos y ni siquiera nos gusta reirnos con otros. Vivimos como el hombre serio de El Principito, rodeados de cálculos, jornadas laborales, atascos, hipotecas, euríbores, crisis, paro, crímenes de género, malas noticias… Nos cuesta reir porque tenemos los músculos atrofiados. Nos hemos acomodado tanto, tanto… ¡que hasta nos cuesta sonreir! Vivimos en una sociedad gris y nada esperanzada.

Tu hablar en trabalenguas siempre me hacía reir. Y me gustaba también tu relación con tu hija, con Emma. Y me gustaba escucharte en entrevistas. En la última escuché lo que cobrabas de pensión y pensé lo injusta que es la vida, sobre todo aquí. Toda una vida trabajando como tú, haciendo reir, para ser un olvidado de todos. Mientras encumbramos a los grandes hermanos vagos y delirantes que nos muestran lo peor y más deplorable de la sociedad española… Tú no sabías de audiencias, ni de modas, ni de publicidad, ni de share… tú sabías de trabajar, de escribir, de comediar, de proponer…

Poco más tengo que decirte, Antonio. siento tu muerte. Te llevaré en mi corazón. Creo que te mereces seguir vivo en nuestras carcajadas. ¡brindo por ti amigo!

Un abrazo