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Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Jueves 2º Ciclo B

Bendito quien confía en el Señor
y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua,
que alarga a la corriente sus raíces;
no teme la llegada del estío,
su follaje siempre está verde;
en año de sequía no se inquieta,
ni dejará por eso de dar fruto.
Jr 17,5-10

Confía en Dios. Más que en tus fuerzas. Más que en la suerte. Más que en tu familia. Más que en tus amigos. Más que en tus jefes, más que en los políticos, más que los influencers de tres al cuarto que prometen lo que no pueden dar.

Confía en Dios. Él te conoce. Él sabe cómo eres, lo que necesitas, las fuerzas de las que dispones, los sueños que anhelas. Confía en Él. Te sostiene. No te deja caer. No te abandona aunque todo se haga oscuro. Confía en él y estarás mejor agarrada, agarrado, a la vida. Estarás más preparado para tormentos y vendavales. Confía en Él y tu miedo desaparecerá porque sabrás que estás en sus manos. ¿Por qué sufrir tanto si Él te conduce, si con Él estás bien?

Confía. Confía. Confía.

¡Hay que ser valientes! (Hch 4,23-31)

No hacía demasiado frío. Montgomery, en Alabama, no es un lugar especialmente frío en diciembre. Aún no había llegado el invierno cuando Rosa Parks se subió a aquel autobús de vuelta a casa. ¿Quién le iba a decir que aquel día mostraría al mundo su valentía?

No andaban las cosas bien en Sudáfrica cuando en 1995 el presidente Mandela toma la decisión de apoyar a los «Springboks», el combinado de rugby de su país formado mayoritariamente por blancos que no le apoyaban y que era, además, diana de odio y venganza de los negros sudafricanos que vivieron durante años el «apartheid». ¿Quién le iba a decir que aquella decisión lo cambiaría todo, que mostraría al mundo su valentía?

Allá por el siglo I, entre los seguidores de Jesús de Nazaret, el Señor, cundía el miedo y la prudencia. El Maestro había sido llevado a la cruz por el Sanedrín, con el beneplácito de Pilato. ¡Pero el Señor había resucitado, ellos se habían encontrado con Él! ¡Y necesitaban contarlo al mundo! Y pidieron ser valientes… y lo fueron. Salieron a predicar.

No es muy diferente el tiempo que nos ha tocado vivir a nosotros. Siempre pensamos que es un momento único en la Historia y llenamos nuestra época de adjetivos: la etapa de mayor prosperidad, la peor pandemia de la historia, la crisis global más grave, el cambio climático más tremendo, el tiempo de mayor paz en el mundo…

Los telediarios y los noticieros intentan convencernos de que somos especiales y de que el pedazo de Historia que nos ha tocado está plagado de originalidad. ¡Sí! ¡Eres el centro! ¡Eres especial! Cuando uno revisa los siglos que le han precedido (a veces no hace falta más que ir unos cuantos años atrás) se da cuenta de que cada época, cada instante, cada generación, cada lugar, ha tenido que demostrar estar a la altura de las circunstancias, de las luces y sombras que caracterizaron su «pedacito» histórico de existencia. Así que no exageremos tanto.

Lo que sí es cierto es que el mundo siempre ha necesitado de valientes. La valentía es ese don que cabalga entre el heroísmo y la temeridad. Los prudentes y cobardes la infravaloran; los alocados y atrevidos, la maquillan y la visten de gala. Pero ¿es la valentía algo de lo que gloriarnos o arrepentirnos? ¿Es mérito o demérito nuestro ser o no ser valientes?

Toda acción valiente requiere de una fuerza especial que brota de lo profundo. Es una fuerza difícil de explicar ya que llega un día, pese a no haber aparecido en días similares anteriormente. No es fruto de un razonamiento muy sesudo ni de una ligereza imprudente. La valentía es una voz que sale del alma y que grita al mundo aquello que es justo y verdadero. Es nuestra y, a la vez, es autónoma y libre. No se deja poseer. Es un vendaval que llega, con ruido o en silencio, y que se va tras haberlo cambiado todo. Es don más que tarea y sólo requiere de nosotros tener el corazón a punto, con la mecha al acecho, para que la chispa prenda y todo salte por los aires.

Los valientes de verdad no dan entrevistas ni se glorían de sus actos. Saben que han recibido la fuerza necesaria y que, únicamente, la han dejado actuar. Los valientes de verdad suelen serlo porque no tienen un gran concepto de sí mismos y porque prefieren ser planetas que Sol. Se reconocen necesitados de otros, mendigos de amor y perdón. Los valientes de verdad son aquellos bienaventurados que, en su pequeñez, descubren a Dios y le dejan hacer, por el bien de otros, por el bien de todos.

Ojalá estemos a la altura de nuestras circunstancias. No porque seamos mejores que nadie sino porque pidamos ser valientes y se nos conceda.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza (Sal 45)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

En estos días de inquietud y dolor en tantos países del mundo, necesitamos recitar, como el salmista, que Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza. En estos momentos en los que hemos recobrado de golpe la certeza de nuestra fragilidad, ¿qué mejor que buscar el abrazo seguro de nuestro Padre, de nuestro alcázar, de nuestro creador?

Ojalá nos confinemos en Dios. Ojalá este encierro mundial sirva para redescubrir que nunca debimos salir de la casa del Padre, que nunca debimos abandonar el hogar en busca de experiencias más «atractivas». Nuestra libertad es sagrada, y así lo quiere Dios, pero cuando nos alejamos de Él, nuestra libertad se torna peligrosa. Hoy, que nos vuelve a tocar obedecer, pararnos, callarnos, es la hora de la vuelta a casa.

Aprovecha. Ojalá sea tiempo para mirar a Dios de frente y, aún en el desconcierto, ponerte en sus manos y poner el mundo en sus manos. Él hará brotar de nuevo el agua del desierto, Él sanará todas nuestras heridas.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Mi fuerza y mi escudo (Sal 27)

Hoy llegan los chicos al cole. Empiezo el curso con muchas ganas de compartirlo ya con ellos. Nuevos alumnos, nuevas alumnas, nuevas familias. Y con la novedad de ser tutor. Todo un reto.

Quiero poner mi confianza en ti, Señor, que me conoces y me amas. Guíame con tu sabiduría para ayudarles a crecer. Dame fuerzas para resistir cuando el cansancio aparezca. Protégeme del desaliento si hay momentos en los que pienso que no vale la pena continuar.

Pongo en tus manos cada una de sus vidas. Son preciosas. Sé, también para ellos, su fuerza y su escudo. Y ojalá que te descubran ahí, luchando por su felicidad.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Cryptonita? No. ¡Barro! (Corintios 4, 7-15)

Llevar un tesoro en vasijas de barro suena a chiste. Pero así es. Dios no ha querido encomendar la tarea de traer el Reino de Dios al mundo a los más sabios, a los más ricos, a los más guapos, a los de mejor CV… no. Te ha querido a ti. Me ha querido a mi. A veces me miro y reconozco en mi todas esas incoherencias e infidelidades que me daría vergüenza admitir si se hicieran públicas. A veces me imagino bajando los ojos ante Dios reconociendo que sí, que he sido muy débil, que no he estado a la altura.

vasijasdebarroY hoy me encuentro con estas palabras de Pablo y lo entiendo todo. Mi vasija de barro es la garantía de que todo viene de Dios. Dios me hace grande en mi pequeñez. Dios me hace digno en mi incoherencia. Dios inunda, como torrente, mi huerto seco. Y Él,a la par, muestra todo su Amor conmigo. Muchas veces me he encontrado con personas que se acuerdan de una palabra que les dije, de una catequesis que les di, de un gesto, de una carta, de… con personas para las que soy referente… Y no entiendo cómo sucede. Pobre de mi. Pero por otro lado, reconozco la acción de Dios a través de mi persona, de los dones regalados, de su Espíritu derramado…

La vasija de barro es la prevención ante la tentación del endiosamiento. No soy yo el que salva. No soy yo el que cambia. No soy yo el que habla, ni el que cura, ni el que abraza… Es Él.

Y luego viene un párrafo precioso que no puedo evitar copiarlo literalmente: «Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.» Así somos algunos, los que reposamos nuestra vida en el Señor; al menos, los que lo intentamos. No somos personas sin problemas. Ni somos superman o batgirl… Vivimos la misma crisis. Tenemos los mismos problemas que otros. Pagamos la mismas hipotecas. Sufrimos las mismas enfermedades. Nos quedamos en el paro igual que todos… Pero experimentamos la fuerza de la Resurrección. Y esa fuerza… puede con todo.

¿Vasijas de barro? Sí. Pero misteriosamente consistentes…

Un abrazo fraterno

¡Uno para todos y todos para uno! (Corintios 1, 1-7)

Hoy tocan las bienaventuranzas pero a mi me ha encantado la primera lectura, la carta de Pablo a los Corintios. Me ha encantado porque resalta un aspecto nada sencillo en nuestra de vida de fe, cuando llegan el sufrimiento y las dificultades.

Es difícil alentar a quien sufre si uno no ha sufrido nunca. Es complejo alentar al pobre si uno vive en la suficiencia. Es arduo alentar al que está solo si uno nunca se ha sentido así. El sufrimiento y la lucha nos hermanan, nos conectan con otros hermanos y hermanas, nos unen inseparablemente a Jesús. Y la manera en la q

cancer-infantil-nina-lienzoGHace ya muchos años, recuerdo el día en el que acompañé a mi madre al médico y éste me sacó de la sala de espera para comunicarme que el diagnóstico era cáncer de colon. Mi madre ahora está fenomenal después de ser operada y tener su tratamiento de quimio. De esto hace ya casi 15 años. Esa experiencia, difícil, dura y que, de aquella, vivimos con cierta angustia por momentos… fue llevada por mi madre y, por el resto de los que la rodeábamos, con esperanza y con confianza en el Señor. Ahora mi madre es una privilegiada: es idónea para poder hablar, escuchar, animar, alentar, dar fuerzas… a todos los que pasan por una enfermedad parecida. Puede hablarles de lo que supuso para ella la oración, de cómo se sintió en manos de la Virgen al entrar en quirófano, de cómo ha ido viviendo sus días uno a uno junto al Señor… Al final, como dice Pablo,

Dios siempre da lo necesario para sobrellevar el dolor y la cruz. Nunca te abandona a tu suerte.ue tengamos de llevar y sobrellevar estas realidades dolorosas, servirá o no a otros en su sufrida «carga».

El Señor llama hoy a cada uno a tomar su cruz también como tarea. El testimonio en la persecución, en la enfermedad, en la dificultad, en el dolor… es tabla de salvación para otros. No podemos privar a otros de eso. No podemos hacer que sea sólo mi enfermedad, mi persecución, mi dificultad… Otros necesitan saber, creer, esperar…

Un abrazo fraterno

Yo te amo, Señor (Salmo 17)

Preciosas las lecturas de hoy. Desde la primera hasta el Evangelio maravilloso en el que Jesús me muestra el camino más corto y más verdadero para amar a Dios: el prójimo.

Pero el Salmo de hoy me resuena, me resuena y me resuena. Tal vez porque hoy, justo hoy, me sirve de reafirmación de muchas cosas. Tal vez porque hoy, justo hoy, necesite esa roca, ese alcázar, ese escudo protector, esa fuerza salvadora.

El discípulo la recibió en su casa (Jn 19,25-27)

La verdad es que en la reunión de comunidad de ayer no estaba yo muy centrado como para sacarle jugo a la Palabra del día pero sí fue de Dios el compartir sobre la situación que está atravesando la familia de mujer a raíz de la demencia de la abuela.

Es difícil entender a Un Jesús midiendo consecuencias y estableciendo estrategias en lo que se refiere a la compasión y acompañamiento del que sufre. En la vida siempre llegan los momentos en los que a uno se le piden decisiones duras, difíciles y sacrificadas. Pero ¿NO SON ESTAS DECISIONES LAS QUE JUSTIFICAN UNA VIDA? ¿NO SON ESTOS «EXTRA» LOS QUE DAN SENTIDO A UNA EXISTENCIA, A UNA FE, A UN SEGUIMIENTO? Toda la vida yendo a misa, haciendo oración, hablando de Dios y de lo maravilloso de la familia cuando, al final, nadie es capaz de tomar una decisión drástica para que un hombre de 87 años no se sienta solo y algo desamparado en el cuidado de su demente esposa.

No se trata tanto de aportar soluciones como de acompañar en el sufrimiento. Y he encontrado en mi comunidad la palabra definitiva de Dios al respecto. No podemos esperar que actúen otros, posiblemente los que deberían actuar. Nosotros estamos llamados a dar el ciento por uno. Ahí reside la fuerza de Cristo y la clave del Reino. Y nosotros vamos a recoger el guante. Que Dios nos ayude y nos proteja.

Un abrazo fraterno

Bendito el Señor, mi roca (Sal 143)

roca1.jpgEs una de las imágenes de Dios que más me gusta, una de las denominaciones preferidas, de las metáforas que degusto con más placer: mi roca.

En Dios me hago fuerte. Lo digo porque soy débil solo. Me descubrí débil hace tiempo y creo que fue una de las cosas que más cambió mi vida, mi fe, mi yo. Saber que soy débil ha hecho afianzar en mi la seguridad de que sólo en Dios me hago fuerte. Sólo cuando dirijo hacia Él mi mirada, cuando me pongo en sus manos, cuando me dejo acoger bajo sus manos en la cruz… sólo ahí soy fuerte. ¡Bendito Tú, Señor, mi roca!

Los vientos de la vida son fuertes. Tal vez me erosionan y me reconfiguran pero no pueden conmigo. La roca hecha de amor de Dios pesa demasiado. Cada vez más. Cuando llegan los miedos, las dudas… cuando se reabren las heridas… la roca permanece, sobria, sencilla, desgastada pero firme.

¡Bendito el Señor, mi roca!

Un abrazo fraterno