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Elogio de la pastoral imperfecta

Se sabe que el diamante y el carbón están constituidos químicamente por la misma materia, pero con una estructura física distinta. La diferencia consiste en que el diamante permite que la luz lo atraviese y el carbón no. Este prácticamente no vale nada, mientras el primero tiene un valor inmenso. A nosotros nos toca decidir si ser diamantes, cuya riqueza consiste en dejarnos atravesar por la luz de Otro, o pobres trozos de carbón que impiden a la luz atravesarlos y están destinados solamente a ser quemados.

Fue el regalo que hice a los 12 miembros de los equipos pastorales del centro en el que trabajo: «Elogio de la vida imperfecta. El camino de la fragilidad» de Paolo Scquizzato. Una joya de libro, ideal para que aquellos que vamos a liderar el trabajo pastoral del cole, degustemos y rumiemos con delicadeza.

Cuando dije que sí a la propuesta de coordinar la pastoral decidí que era momento, antes de comenzar el curso, de retirarme unos días a la Abadía Cisterciense de San Isidro de Dueñas, conocida como «La Trapa», cerquita de Palencia. Llevé este libro conmigo. Había sido un regalo imprevisto de mi amigo Isidro Catela la noche en la que compartimos calor, mesa y diversión en su casa de Salamanca. Era impensable, en aquel momento, lo que este libro iba a significar en mi manera de prepararme ante lo que se me venía encima.

Aquellos días de retiro me sirvieron para afrontar la misión encomendada con una disposición que está sosteniendo el trabajo que llevamos hasta el día de hoy. Fue tremendamente importante reconocer mis incapacidades, imperfecciones, miedos, dudas, incoherencias, soberbias tramposas y seguridades resbaladizas. Y fue igual de importante descubrir que «el obstáculo es la condición para que la luz pueda manifestarse; el pecado es la condición para que Dios pueda revelarse en relación conmigo por lo que es: ¡misericordia!«.

Había sido tanto lo descubierto, lo interiorizado, lo sanado y lo colocado en mi relación con Dios y mi imperfección, que no tuve otra que regalarlo a todos aquellos que iban a trabajar conmigo en esta preciosa y, a la vez, misteriosa tarea de evangelizar, cuidar y testimoniar a Cristo. Os lo recomienzo.

Salí del retiro con un lema que me está acompañando todo este tiempo: «Hazlo tú«. Ciertamente, por ahora, la paz no me ha abandonado.

Evangelio para jóvenes – Domingo 2º de Pascua Ciclo A

Estamos en Pascua. Desde el domingo pasado, cuando la luz irrumpió en la noche y Cristo devolvió a la Vida su lugar frente a la muerte, disfrutamos de un tiempo precioso, ideal para rebuscar las razones que sostienen nuestra alegría, nuestra esperanza, nuestros caminos de misión. Es un tiempo para que dejes entrar a Dios en tu vida, en tu casa, en tu universidad, en tu trabajo. Es el tiempo de todo tiempo, aquél por el que tiene sentido aguantar cuando sólo hay silencio, dolor, cruz y confusión. Pero vivir este tiempo no es fácil. Escuchemos al evangelista [Jn 20,19-31]:

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

La Resurrección no es algo que uno descubre una noche y a la mañana siguiente ya ha integrado en su vida. Encontrarse con el Resucitado requiere también tiempo y proceso. Seguramente a veces te has «obligado» a sentir determinadas emociones que parece que uno debe experimentar en una Vigilia Pascual o, sencillamente, como cristiano. Hay que estar alegre, hay que creer, hay que ayudar, hay que ser testigo valiente… pero ¿siempre has sido capaz de ello? Te dejo algunas pistas del evangelio de hoy:

  • «Al anochecer… puertas cerradas…» – Jesús ya ha resucitado pero sigue habiendo noche y miedo en la vida de sus amigos más cercanos, de los testigos más privilegiados. Tú no eres menos. A veces piensas que Dios debería ponerte las cosas más fáciles. A veces, incluso, le haces un examen de «validez» y cuestionas su poder y su amor si tu vida no va viento en popa. La realidad es que siempre habrá escollos, cruz, noche, dureza, miedo… La Resurrección no excluye eso pero lo que sí hace es irrumpir con más fuerza que todo ello. El Resucitado abre tu corazón, ilumina tu existencia, renueva el aire de tu espíritu y trae paz. Las circunstancias, lo que te rodea, no cambia, pero tú eres diferente porque sabes que Jesucristo Vivo está a tu lado insuflándote Vida a raudales. Es un huracán.
  • «Tomás y su necesidad de control» – A veces no te das por enterado, por enterada, y pretendes encontrarte con el Resucitado, meter a Dios en tu vida, y seguir teniendo todo bajo control. Quieres tener a Dios en tu vida pero no quieres que te la ponga patas arriba. Quieres «jugar» pero sin asumir ningún riesgo. Pues ¡no es posible! Vivir desde la fe implica que confíes, que creas sin verlo todo claro, que te dejes llevar, que te sepas enviada, elegido… Vivir desde la fe es ponerte en camino hacia la eternidad, hacia la salvación, hacia la felicidad. ¡Vale la pena! ¡Pero no vas a controlarlo todo, a tocarlo todo, a saberlo todo, a vivir sólo con certezas y sin ninguna duda! ¡No es posible «dar» y, a la vez, querer conservarlo todo!
  • «En las heridas de la cruz, lo reconocerás» – Los apóstoles, y Tomás, reconocieron al Señor cuando éste les enseñó sus heridas. El Resucitado es el Crucificado. Esto, que parece simple, es el núcleo de nuestra fe. Y sigue siendo así. Si alguna vez dudas de la presencia de Jesús en tu vida, si alguna vez has dejado de verle, de sentirle, de reconocerle… busca las heridas del mundo, busca las heridas de la gente, busca el sufrimiento del pobre, del excluido, del que se siente solo, del que ha perdido el sentido de su existencia, del que es perseguido por su causa, del que se la juega por los demás… y allí le encontrarás. A veces quieres encontrar a un Dios impoluto, de manos limpias, piel fina y tersa y delicada, sin rastro de «donación» extrema. Y no lo encuentras. Busca allí donde la vida de entrega, donde está en juego, donde se ama hasta el extremo. Allí está.

Hoy es el Domingo de la Misericordia. Poner el corazón en la miseria, eso es. Eso hizo Cristo, eso sigue haciendo. Abraza cada palmo de nuestra miseria, la acoge, la cura y la sana. Y nos envía a hacer lo mismo. ¡Te animo a ello en este tiempo pascual!

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo 20º del Tiempo Ordinario Ciclo C

Desde que nos hemos comprado la casita en Salamanca a la que vamos los fines de semana, una de las actividades que nos provoca más placer, en invierno se entiende, es encender la chimenea. Es todo un ritual que hemos ido aprendiendo y que, ahora, ya dominamos sin esfuerzo. La chimenea cumple la función de dar calor, luz, y de generar un ambiente que invite a acercarse a ella y a compartir vida sin muchas pretensiones más. ¿Hay algo más necesario y recomendable que una buena fogata en una noche de frío invierno? . Leamos el evangelio de hoy [Lc 12,49-53]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

Cuesta recibir este evangelio en estas fechas. Estamos tan hasta las narices del calor, de las altas temperaturas, de los incendios forestales y de la sequía, que nos produce cierto rechazo eso de que Jesús quiera «prender fuego a la tierra». Pero si hacemos un esfuerzo, podemos entender que un corazón que vive, que late y que siente, es un corazón «caliente», «encendido», y que un corazón frío es, sencillamente, un corazón muerto. Te doy tres pistas para hoy:

  • «Fuego» – El fuego es un elemento regenerador en la naturaleza. Lo estudiamos, también, como uno de los grandes avances de la Prehistoria: aprender a prender fuego permitió a la humanidad avanzar en su desarrollo. El fuego calienta, el fuego ilumina, el fuego convierte el combustible es generador de vida y energía. Ojalá nuestro corazón, nuestra vida, sea un buen combustible. Yo quiero ayudar a Jesús a hacer de mi vida una gran antorcha. ¿Crees que tu corazón prende rápidamente con el mensaje de Jesús? ¿Te cuesta encenderlo? ¿Se habrá humedecido con tristezas, desesperanzas, deseos banales…? ¿Lo tendrás demasiado protegido con una vida llena de comodidades y apetencias?
  • «Paz» – ¿Qué entenderá Jesús por PAZ para decir que él no ha venido a traer paz a la tierra sino división? Suena raro. Pero tal vez es más real que lo que te crees. Hay que gente que afirma que Jesús, la religión, le da paz y eleva la paz como el bien supremo. «Lo importante es estar en paz, vivir con paz…» dicen muchos… ¿Y si no fuera así? ¿Y si seguir Jesús no es tan «idílico»? ¿Y si su mensaje y sus propuestas chocan de frente con algunas cosas que quieres o deseas? ¿Y si su manera de entender la vida choca con la tuya? ¿Y si te pide cosas a las que no estás dispuesto, dispuesta, a renunciar? ¿Y si seguirle y ser fiel a su mensaje te trae problemas, de separa de personas queridas, te genera tensiones, distancia e incomprensiones?
  • «División y familia» – Jesús elige un ejemplo de división bastante duro: la división en tu propia familia. Toca otro de nuestros «bienes supremos»: la familia. «La familia es intocable, la familia es lo más importante, la familia…» dicen otros tantos. ¿Y si no fuera así? Todos los discípulos que siguieron a Jesús aquellos tres años tuvieron que dejar sus casas y separarse de familias, trabajos y amigos. ¿Y si Jesús lo que te está diciendo es: YO SOY EL BIEN SUPREMO? ¿Y si Jesús quiere ser sencillamente EL NÚMERO UNO en ese corazón que tienes tan dividido y repartido?

Evangelio tenso el de hoy, inquietante, carente de dulzura y cargado de exigencia. Nos deja revueltos, a mí al menos. Nos dejan pensando y sintiendo. Nos genera emociones diversas y contrapuestas. Bienvenida sea esa intranquilidad. Ojalá más veces nos pasara eso de acudir a la Palabra y salir removidos. Jesús calma a veces y remueve otras. Siempre toca el corazón… ¿Siempre? Ojalá. Ponte delante de él y cuéntale cómo recibes esta palabra. Confianza absoluta. Nada hay que disimular.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Evangelio para jóvenes – Domingo 6º de Pascua

Mi hijo está a punto de terminar 2º de Bachillerato. Esta semana ha terminado los exámenes, está esperando las notas y en dos semanas se enfrentará a la EBAU. Llega el final de una etapa colegial que empezó con tres años o, incluso, con los años de escuela infantil donde aprendió destrezas básicas y comenzó a experimentar con el mundo que le rodeaba. La semana pasada estuve revisando con él fotos antiguas, ya que tiene que enviar una foto de pequeño para una presentación que van a hacer en la graduación. Y revisando, fotos y vídeos, me encontré con momentos, personas, experiencias… que me hicieron recordar muchas cosas vividas, muchos ratos compartidos, muchas personas queridas que forman parte de mi historia. Recordar es volver a pasar por el corazón aquello que queremos. Así nos lo cuenta el Evangelio de hoy [Jn14,23-29]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

A veces dudas de que Jesús camine a tu lado y, sin embargo, Él nos ha dicho cuáles son las maneras en las que iba a hacerse presente tras su Resurrección y que, hoy, siguen vigentes. Son maneras que, a los ojos del mundo, sin duda son poco «determinantes». ¡Por eso te toca afinar los ojos de la fe! Tú eres especialista en creer, ¿o no es cierto? Estás lleno, llena, de creencias. De otra manera, no podrías vivir. Y aún así, ¡cuánto te cuesta hacer presente a Jesucristo aquí y ahora, a tu lado! Te dejo tres pistas:

  • «Jesús se hace presente en tu corazón» – Pero, ¿cómo descubrir lo que habita tu corazón? ¿Cómo saber que está ahí y que te sigue hablando? RECORDANDO. Recordar no es otra cosa que volver a pasar por el corazón. Es querer mantener vivo ese «amor» que un día descubrí, que un día acaricié y me acarició, que un día me hizo vibrar y me cambió la vida. Mira atrás y vuelve a aquellas experiencias clave en tu existencia. Vuelve atrás y visualiza el rostros de las personas  que fueron testigos de Dios en tu vida. Vuelve atrás y escucha aquellas palabras que un día Dios te dirigió a ti y sólo a ti, y que cambiaron el rumbo de tu vida. Gírate y redescubre todo el camino recorrido. Mientras lo andabas, ¡tantas cosas no entendías! Sin embargo, ahora, muchas de ellas cobran sentido y seguro que eres capaz de ver cómo Dios va guiando tu vida de manera misteriosa, porque te habita, porque vive en ti, porque está a tu lado.
  • «Jesús se hace presente a través del Espíritu» – ¡El Defensor lo llama Él! ¡Toma ya! ¿Sabías que tenías un Defensor? ¡Pero si vives todo el rato como si estuvieras sola y abandonada, solo y desatendido! Jesucristo nació, vivió, padeció, murió, resucitó y se fue junto al Padre, ciertamente. Pero tras Él vino el Espíritu. ¡Vives en tiempos del Espíritu! Es un Espíritu que se mueve y te mueve, que impulsa, que sugiere, que marca tendencias y senderos, que te conduce y te sostiene. Es la voz que te aconseja y te ayuda a tomar decisiones, que te recuerda quién eres, que despierta tu conciencia y te anima a optar por lo mejor. Es la brisa que te permite combatir el calor asfixiante de tu vida y es la hoguera que te da calor cuando ahí afuera sientes frío y soledad. ¡No lo ves, pero está! Es la corriente que mantiene tu corazón alimentado permanentemente para que puedas acudir a Él y recordar quién eres y quién te ha creado.
  • «Jesús se hace presente en la paz» – Pero, ¿qué es la paz? ¿De qué paz estamos hablando? ¿Ausencia de guerra, de violencia, de abusos, de insultos? ¿Ausencia de dolor, de disgustos, de dificultades, de contrariedades? ¿Qué pasa entonces con aquellos que dicen vivir en paz aún en medio del dolor, la guerra, la enfermedad…? ¿Qué tipo de paz nos regala Jesús? ¿Cómo saber que es Él mismo cuando llega? Yo te diría dos cosas: Primero, la paz de Jesucristo es un regalo y, como tal, no tiene sentido, es sorprendente y no responde a la lógica. Todo regalo sólo se explica desde el amor. Todo regalo es inmerecido e inexplicable. Esta paz es así: llega y no la puedes explicar, se percibe regalada y sobrenatural. Y segundo, es una paz «Pikolín«, te procura descanso, te permite vivir desde la confianza de saber que tu vida está en manos de Dios y que, por tanto, nada hay que temer. Y ahí, aún cuando sea grande la fragilidad que te rodea, es cuando te sentirás más fuerte.

Te deseo una semana provechosa. Sé dócil al Espíritu. Y nada más. Déjate hacer.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Ligeros de carga (Mt 11,25-30)

Vivir ligeros de carga. Eso nos propones, Señor. A mí, especialmente, tan cargado de miedos, de ideas, de proyectos y vanidades.

Que nos pese poco la vida, Señor. Que aunque queramos a muchos, aunque tengamos mucho, aunque añoremos mucho, aunque mucho sintamos, aunque muy heridos estemos… nos pese poco la vida. Tú supiste hacerlo. De aquí para allá, haciendo el bien, respondiendo a la llamada, pleno, feliz, consciente; en la vida y en la muerte.

Que ningún peso de más me impida seguirte. Que ningún peso de más me esclavice. Que ningún peso de más me impida caminar y avanzar.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

No elegimos luchar o no sino el bando en el que lo haremos

Star Wars, capítulo III.¿Os acordáis? La conversación entre Palpatine y el joven Skywalker. No hay tanta diferencia entre un Jedi y un Sij… La única diferencia es al servicio de quién ponen sus dones… Pues eso. Más claro agua.

No sé si George Lucas se inspiró en las lecturas de hoy para esa conversación pero me la han recordado inevitablemente, sobre todo la carta de Pablo y el salmo. Yo debo optar también. ¿Al servicio de qué y quién pongo mis dones? ¿Qué frutos recoge Dios de mi acción, de mi decisión, de mi opción?

El Evangelio hoy ni lo toco. «No he venido a traer la paz al mundo» dice Jesús. El amor abrasa. El amor quema. El amor cuestiona. El amor interpela. El amor saca de quicio al mal. A mayor amor, mayor reacción del maligno. A más Dios, más infierno… hasta la victoria final.

Un abrazo fraterno

Hermanos lejanos… ¿Hermanos? (Mateo 5, 20-26)

Te lo digo de verdad. Este Evangelio de hoy me parece de los más exigentes. Primero porque cuando habla de hermanos no se refiere a los que hemos nacido de la misma madre, del mismo padre, bajo el mismo techo. Hoy comentaba con alguien que, en la Iglesia, nos poníamos muchas etiquetas (los del opus, los kikos, los carismáticos, las vedrunas, los escolapios…) pero que, en realidad, sólo existía una etiqueta: hijo de Dios, hermano mío. No hay más. Es algo que no se nos mete en la cabeza. Queremos a los que nos quieren, a los que no nos supone ningún esfuerzo querer. ¿Y se puede querer y amar sin buscarse problemas, sin sufrir?asis

Lo segundo que Jesús fulmina es la hipocresía, la incoherencia, la mediocridad en la vida de fe. No somos seguidores de Jesús si nos acercamos al altar con «temas pendientes», con desamores vivos, con rencillas, con enemistades. Seremos otra cosa, PERO NO SEGUIDORES DE JESÚS. Nos llamaremos cristianos pero NO LO SEREMOS. Nos creeremos dignos de la eternidad pero a lo mejor estamos al final de la cola…

Qué duro y qué claro es el Señor. No admite medias tintas, autocomplacencias. No admite predicaciones por un lado y hechos por el otro. «Nos conocerán por cómo nos amamos los unos a los otros» nos dijo… y no sé muy bien qué hemos entendido.

Son incompatibles con ser cristiano ciertas actitudes ante los demás. Es incompatible cierto lenguaje a la hora de hablar de otros. Es incompatible destruir y aniquilar vidas y dignidades, sea quien sea el de enfrente. Es incompatible difamar a nadie en las redes sociales. Es incompatible «creerse de los buenos» y ponernos a parir entre hermanos a los ojos del mundo. Es incompatible tener una familia con la que no me hablo. Es incompatible despreciar al pobre, al borracho, al drogata… Es incompatible tener, tener, tener… Es incompatible no estar abierto a la vida y a la generosidad con los hijos.

No nos van a medir ni por el dinero que damos a Manos Unidas, ni por las misas a las que he asistido, ni por los rosarios que he rezado. Cuántos más mejor, claro, pero Jesús nos pide otra cosa. Nos pide lo más difícil.

Merece la pena orar esta Palabra de hoy y dejarnos cambiar el corazón. Yo tengo mucho que cambiar y hoy me presento ante el Señor, con mi debilidad. Que Él haga de mi un auténtico instrumento de hermandad entre los hombres.

Un abrazo fraterno

Es evidente que el mundo está lejos de Dios… (Salmo 71)

Uno lee esto hoy en el salmo…

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar amar,
del Gran Río al confín de la tierra. R.

… y se pregunta si ese mundo es posible o es simplemente una quimera. Es el mundo donde Dios reina. Evidentemente, no es nuestro mundo. Ni hay paz, ni hay justicia, los humildes son apabullados y aplastados y el amor, como principio universal, no rige los devenires de la humanidad.

¿Cuánto queda Señor? ¿Qué hacer para conseguirlo? A Ti levnto mi grito oh Dios, a Ti, hoy…

Un abrazo fraterno

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En las tinieblas brilla como una luz (Salmo 111)

Sólo puedo ofrecer certezas en este tiempo de tinieblas e incertidumbres personales. La certeza de que Dios me ama. La certeza de que Dios me cuida. La certeza de que Dios protege mis pasos. La certeza de que el Espíritu me conduce misteriosamente. La certeza de que la cruz llegará y de que Getsemaní es parte del camino. La certeza de que hay que morir. La certeza de que el Resucitado y mi encuentro con Él cambiarán mi vida para siempre.

La certeza de que si lucho por el Reino, el resto se me dará por añadidura. La certeza de que Dios escucha a su pueblo. La certeza de que Dios hace justicia.

Pero… ¿cuál es el siguiente paso? ¿Qué camino escoger? ¿Qué hago con mi miedo? ¿Qué hago con mi oscuridad? ¿Qué hago con todo eso, Señor? Dame luz. Danos paz.

Un abrazo fraterno

Salmo para un día de huelga (Salmo 22)

Qué precioso es el Salmo de hoy. Ideal para una jornada complicada, agitada, tensa.

Al final, leyendo la vida de los santos, leyendo un poquito de historia de hace no mucho, uno se da cuenta de lo que toca sufrir. No podemos vivir con la miopía colectiva de pensar que el mundo es happy-flower y que hay que luchar para que así sea. Claro que hay que luchar pero hay que tener muy nítido el objetivo. ¿Por qué lucho? ¿Por qué me movilizo exactamente?

El Salmo de hoy me aporta paz, me hace saborear el cuidado de mi Señor. A veces me cuesta ser capaz de vivir desde ahí… Que el Señor aumente mi fe.

Un abrazo fraterno