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Evangelio para jóvenes – Domingo del Bautismo del Señor

Posiblemente sea este el domingo que marca el fin de la Navidad, el fin de las fiestas para muchas familias, en muchas casas. ¡Qué pereza recoger y guardar todo! ¡Cómo cuesta volver a la rutina en muchos casos: al colegio, a la universidad, a los trabajos…! Los días, sin embargo, comienzan poco a poco a hacerse más largos. Cuando nos demos cuenta, tendremos delante de nuestros ojos los primeros brotes de la primavera.

Hoy es la fiesta del Bautismo del Señor y el evangelio de Lucas nos presenta la escena: Lc [3, 15-16.21-22].

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:

«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

Te dejo tres ideas:

  • «El agua» – El agua es parte esencial del rito del Bautismo. El agua siempre lo identificamos con algo que limpia, que purifica, origen de la vida. Y no estamos desacertados. Pero para los judíos, en aquella época, el agua es también lugar de peligro, de tormenta, de inseguridad, de muerte. No sé si estás bautizado, bautizada, pero el agua en el Bautismo nos habla de un RENACER, de un tú que muere y que deja paso a un nuevo tú que nace. ¡Y qué bien cuadra esto con este comienzo de año en el que nos hacemos tantos propósitos! ¿O no? En el evangelio, se nos narra la «muerte» de un Jesús desconocido, vecino de sus vecinos, encargado de la carpintería de su padre, desconocido durante 30 años… y el «nacimiento» de un Jesús con una misión clara, por la que entregará su vida; un Jesús que ya no volverá a su casa, que recorrerá Palestina predicando y anunciando la llegada de un nuevo Reino. Comienza su «vida pública». A ti se te invita hoy a renovar tu bautismo cada día o, si es el caso, a plantearte comenzar el camino para bautizarte. Se te invita a tomar la vida en tus manos, a ser consciente de a qué te llama Dios, a afrontar la misión que se te ha encomendado, a dejar que muera toda esa parte de ti abandonada, oscura, conformista, autocomplaciente… y a dejar que nazca la mejor versión de ti mismo, de ti misma, donde tu luz brille y tus dones y tus capacidades se pongan en juego.
  • «Entre el pueblo» – Es llamativo visualizar a Jesús haciendo cola. No estamos acostumbrados a que ministros, presidentes, cantantes, celebrities, influencers, etc. pasen desapercibidos, se sientan uno más. Jesús comienza así su misión: entre la gente. Jesús es uno más y, a la vez, está llamado a cambiar la vida de todos. Tal vez vives en una sociedad que te insinúa todos los días que tú eres diferente, único, irrepetible y que, si quieres, puedes triunfar en la vida. Y triunfar, en el fondo, para este mundo, es no vivir como el resto, como la mayoría. Jesús hoy viene a ofrecerte otra perspectiva, la perspectiva de aquel que sabiéndose único, y amado en primera persona, no necesita marcar distancias con nadie. Su vocación son las personas, las relaciones; le preocupará lo que le preocupa a la gente, vivirá para los demás. Y ese será su modelo de éxito. ¡Brutal eh! Aparentemente no parece muy llamativo el modelo… pero está testado: aquellos que han decidido ponerlo en marcha han confesado que han sido muy felices. ¿Por qué no te animas a plantearte tu vida desde ahí? Gasta tiempo con los demás (presencialmente y también aprovechando los entornos digitales), siéntete único, única, entre otros que también son únicos, como tú. Aspira a una vida llena de nombres, de personas, de vidas compartidas. Cuando llegue el final, tendrás la certeza de haber vivido una vida exitosa.
  • «El diálogo» – ¿Y qué me dices del diálogo final? El evangelio nos dice que Jesús oraba mientras era bautizado y que el cielo se abrió y se oyó la voz del Padre, confirmando a su Hijo en este «comienzo de carrera». Jesús rezaba a menudo. Los evangelios nos hablan muchas veces de cómo Jesús mantenía una relación estrecha con su Padre. Y, en momentos de especial trascendencia, esa oración era, si cabe, más intensa. ¿Cómo llevas tú lo de la oración? ¿Cómo rezas? ¿Sabes rezar? ¿Piensas que no vale para nada? ¿Hay relación? ¿Hay diálogo o monólogo? Tal vez sea un buen momento para pensar cómo sacar 5-10 minutos de oración al día. Comienza con poco pero GARANTÍZALO. No hay mucho que decir. No se trata de vivir algo «extraño». Busca un lugar adecuado, haz silencio, saluda a Dios, háblale de cómo estás, de tu día, de lo que te preocupa, de tus alegrías y desvelos… y luego calla y escucha. El primer día, y el segundo, y el tercero… tendrás la sensación de estar solo, sola, pero si te mantienes… comenzarás a descubrir que son minutos en compañía. Y todo empezará a cambiar.

Buena semana. Abrígate y protégete. Y recuerda: Dios te quiere y te anima a llevar adelante cada uno de tus días desde tu mejor «yo», en compañía de otros. Suena apasionante. ¿O no?

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Tiendas del encuentro (Ex 33,7-11;34,5b-9.28)

Que sí, que Dios está en todas partes, lo sé. Pero hay lugares, momentos y personas en los que se nos regala la capacidad de hacerlo presente de otra manera. Esto creo que todos lo experimentamos en nuestra historia de fe. También el pueblo de Israel era consciente de ello. Por eso el relato del Éxodo, que nos habla de la Tienda del Encuentro es tan hermoso.

Miro atrás y descubro las tiendas del encuentro donde me encontré con Dios de manera más evidente, donde el Señor acudió a encontrarse conmigo. La casa de los escolapios de Cercedilla, mi comunidad Betania, la iglesia de S. Jorge en Coruña, mi colegio, mi mujer y mis hijos, mi amiga Pau, las Escuelas Pías… Algún retiro espiritual, alguna conversación, la casa abierta de personas que me quieren, mis clases de Ciencias Religiosas y mis compañeros… Siempre que acudo a recibir el sacramento de la Reconciliación también lo siento especialmente presente… ¿Y los tuyos? Es bueno reconocer esas tiendas que ha habido en tu vida, ponerles nombre. Son espacios, personas y momentos sagrados.

Lo siguiente que me surge en esta oración es: ¿soy yo también tienda de encuentro? ¿Facilito que Dios y otra persona se encuentren a través de mí? ¿Soy espacio para que el verdadero encuentro tenga lugar? ¿Soy mediación o estorbo? Ayúdame Señor a ser lo primero. Tienda que acoge, que se abre para que suceda el milagro.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Hombres y mujeres de bien (Eclo 44,1.10-15)

Hay vidas que merecen la pena ser contadas y recordadas. Porque antes de nosotros, han pasado por el mundo muchos hombres y mujeres de bien. Algunos son parientes nuestros: padres, abuelos, bisabuelos, tíos, tías… personas que con sus decisiones, opciones, legados, valores… han ido conformado un ser familiar que llevamos en la sangre. Otros han sido personas relevantes en la sociedad por motivos diversos: deportistas, políticos, artistas, científicos… personas que han contribuido a que la humanidad haya dado pasos en la buena dirección. Otros muchos son personas anónimas y desconocidas pero que, a la vez, guardan en sus biografías auténticas historias maravillosas de amor, de superación, de entrega, de lealtad, de fortaleza…

Vivimos tiempos sin grandes referentes. No porque no los haya, sino porque hemos ideologizado tanto las cosas que es difícil hoy ser referente de algo. Y aún así, nuestros niños y nuestros jóvenes necesitan de personas a las que mirar. No por ser superhéroes, o famosos, o instagramers, sino por haber vivido vidas, más largas o más cortas, que han valido la pena. ¡Contemos esas vidas! Los que somos creyentes, tenemos en los santos grandes ejemplos y también en otras personas fuera de la Iglesia. Los que no son creyentes, lo mismo.

No perdamos el tiempo con personas que han decidido que sus vidas no valgan más que para ser escaparates, cacharros rotos. No endiosemos a quién no se debe sino, más bien, busquemos y encontremos a Dios en quienes lo han transparentado antes que nosotros.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El precio de estar loco (Mc 3, 20-35)

Dicen que Jesús se ha vuelto loco. Por eso su familia acude al rescate. Por las habladurías. Porque no entienden a Jesús. Porque no captan por qué hace esas cosas. Porque igual si ha perdido un poco la cabeza… Debía de ser fácil transmitir ese mensaje. Tal vez porque lo que decía y lo que hacía, por los jardines en los que se metía, por las maneras que tenía, por quiénes eran aquellos a los que apuntaba… no tenía sentido a menos de que quisieras acabar mal, como así pasó.

Todos los que se salen de la foto, los que proponen nuevas cosas, los que apuestan por el Evangelio, los que deciden cuestionar a los que mandan, a los que gobiernan; todos los que pongan patas arriba tradiciones, costumbres, motivaciones y actitudes… todos, van a ser cuestionados, enfrentados, amenazados. Porque el peso de la división, porque la brillante manzana ofrecida a Adán en un tiempo, sigue ofreciéndose a cada uno de nosotros, con buenas maneras y buenas palabras y bajo un manto de ley, de perfección y de pureza.

Necesitamos ser iluminados por el Espíritu y fortalecidos en Él para afrontar las consecuencias de predicar su mensaje, de apostar por la liberación, por la verdad, por el amor. Porque las consecuencias llegan y, entre ellas, está sencillamente que muchos de los que te quieren no entienden. Cuando llegue ese momento no lo tendremos fácil pero deberemos decir eso de «Dios mío, hágase en mí según tu palabra».

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Se postraron ante el Señor (1Sm 1,24-28)

No es sencillo reconocer que lo que uno tiene no es suyo realmente. Tendemos a poseerlo todo, incluso a las personas. La actitud de Ana en la primera lectura de hoy me ayuda como padre a meterme en la cabeza que mis hijos son un regalo, un préstamo.

Ayer precisamente fueron protagonistas de respectivas celebraciones navideñas en la guardería y en la Escuela de Música. Tanto uno como otro expresaron con sus gestos, sus bailes, sus cantos, sus miradas, sus manos… lo que llevan dentro y lo que van aprendiendo y creciendo. Cada uno distinto. Cada uno con sus dificultades y sus facilidades, con su manera de entender el mundo en el momento concreto que les toca vivir. Y a nosotros, como padres, no nos queda más que observar, acoger y aplaudir con cariño. Es un mágico misterio descubrir que cada uno de ellos está pleno de una forma de ser moldeable todavía pero distinta a cada uno de la familia. Sensibilidades diversas, miedos distintos, formas de expresar cariño divergentes… Cada uno es sagrado. Con ellos, por ellos… sólo queda postrarse ante el Padre, agradecer, adorar…

Ojalá Dios conserve en Esther y en mi el cuidado de no pisotear ese terreno sagrado y de sorprendernos con el color que las flores van tomando aunque no sea el color que uno hubiera elegido. Poco a poco aprendiendo a ser padres también. Adviento también es un tiempo de aprendizaje para los papás y mamás que, como María y José, se enfrentan a una nueva realidad que cambia sus vidas día a día, que los transforma, que nos transforma.

Un abrazo fraterno

… a las aldeas cercanas (Mc 1, 29-39)

Jesús tenía muy claro que ésto no podía convertirse en un «club» acomodado y ombliguista. Él tenía claro que no podía predicar para aquellos que lo seguían entusiasmados, para aquellos que lo buscaban. Jesús tenía claro que debía salir a las aldeas cercanas, allí donde todavía no había estado, allí donde todavía no le conocían o no le habían visto, allí donde no sabía cómo le recibirían.aldea

Creo que esto dice mucho hoy, en el momento que nos ha tocado vivir, el mundo y la sociedad que nos ha tocado evangelizar. Esto no puede ser algo para unos pocos. No podemos hablar y proponer para aquellos que nos siguen el rollo. Hay aldeas cercanas. Hay otros. Hay lugares adonde ir, personas con las que encontrarse fuera de lo conocido, de lo cómodo, de lo afectivamente agradable. Ahí hay que ir.

Claro que antes ya podemos todos «levantarnos de madrugada y salir a orar». Nosotros solos no podremos. Yo solo no podré. Toca ponerme de rodillas  y vestirme de Espíritu.

Un abrazo fraterno

… no tengo a nadie… (Jn 5, 1-3.5-16)

Es verdaderamente triste la situación del enfermo al que se acerca Jesús. Ya no es sólo el sufrimiento causado por la enfermedad en sí sino el no tener a nadie al lado dispuesto a echar una mano, a ayudar, a empujar al enfermo hacia la búsqueda de soluciones…

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Esta Palabra me ha hecho ser consciente de las muchas personas que han compartido vida y que han estado junto a mi en los momentos de debilidad, enfermedad u oscuridad. Desde las noches en vela de mi madre escuchándome al pie de la cama hasta la aceptación de mis hermanos de comunidad cuando se comparte la vida en profundidad, la vida en serio. Todos ellos no sólo me acompañan sino que perciben mi necesidad y alargan sus manos para llevarme a lavar a la «piscina». Ése es tal vez el milagro de Jesús: ser capaz de reconocer y «ver» lo que no otros no son capaces y puede que sea esto lo que cure al enfermo, o el primer paso de curación.

Un abrazo fraterno

A vino nuevo, odres nuevos (Mc 2, 18-22)

Esta es una de las primeras citas que uno lee cuando entra a los foros del Ágora Marianista, uno de los mejores portales católicos de la red de redes. Hoy quiero dar gracias en mi oración por ellos.

Para alguien que toda su vida ha estado rodeado, trabajando y compartiendo misión con los escolapios, como yo, ha sido agua fresca meter la cabeza en otro hogar y olisquear el olor que produce otra leña en el mismo fuego de Cristo. Llegué a los foros buscando algo y encontré otra cosa. Encontré, ante todo, personas. Si internet no es capaz de trascender lo virtual vale para poco. Y eso está en la mano de los navegantes, no de la tecnología: ésta tiende el puente, uno decide cruzarlo. Yo decidí hacerlo y descubrí seguidores de Jesús y hermanos en la fe. Personas distintas y únicas y, a la vez, muy parecidas a mi, a mi comunidad, a lo que conocía.

Hoy mi oración es una profunda acción de gracias. Gracias por seguir creyendo en las personas. Gracias por seguir apostando por los encuentros, por lo desconocido, por lo arriesgado. Gracias por seguir buscando y encontrando. Gracias por el progreso y sus buenos frutos. Gracias por cada uno de los que Ágora ha traído también a mi vida. Gracias por los escolapios, por los marianistas y por todos aquellos que han decidido apostar por un seguimiento radical a Cristo. Gracias por las pequeñeces, por las imágenes, por las canciones, por los debates, por las dudas, por el enriquecimiento mutuo…

Un abrazo fraterno

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