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¿Es Dios un desconocido? (Hch 17,15.22–18,1)

¡Qué grande este Pablo! Es un animal evangelizador. Qué envidia. Pasearse por Atenas, ver la estatua al dios desconocido y percibir en ella la sed del pueblo ateniense, la sed espiritual. Ver la oportunidad. No hacer juicios. No comparar con otros pueblos o lugares o épocas. Y anunciar a Jesús.

Parece que esta historia es de otro tiempo, pero creo profundamente que hay sed en la sociedad de hoy. Sed de amor. Sed de compañía. Sed de seguridad. Sed de silencio. Y de trascendencia. Pero nos equivocamos de dioses. Igual que los atenienses, le estamos poniendo a velas a muchos dioses desconocidos, a dioses creados por nosotros, a los que idolatramos y veneramos y que, sin embargo, no tocan nuestro corazón. ¿Y Cristo? ¿Es un desconocido en nuestra sociedad? Pues en buena parte sí. Tal vez porque muchos hayan cerrado sus oídos. Tal vez porque otros nos hemos predicado más a nosotros mismos que a Él. El caso es que la buena noticia de Cristo es una absoluta desconocida en el «prime time» social de hoy.

Como Pablo, debemos ver la oportunidad. Sin juicios. Sin comparaciones. Sin nostalgias de tiempos pasados y no necesariamente mejores. Es muy cansando hablar de lo poco que saben hoy los niños de Jesús, de lo poco que saben sus familias, de los pocos que van a misa, de … y así pasamos la tarde.

¿Es Cristo un Dios desconocido? ¿A qué estamos esperando pues para anunciarlo? Allí donde la gente está. En el tiempo en el que la gente mira. Con palabras que la gente entienda. Y con el testimonio de una vida que rezume a Él.

Un abrazo fraterno

Mary's land: un auténtico tsunami

La vi esta misma tarde, con mi mujer, en los cines Palafox de Madrid. Una sala de las de toda la vida, a puntito de terminar el año, para que nuestra vida, la mía en particular, no siga siendo como siempre.

Tras la alegría y las buenas sensaciones experimentadas tras «La última cima«, tras haber seguido a @jmcotelo, incluso tras conocerle personalmente, y tras ir profundizando y descubriendo la figura de María en esta última etapa de mi vida… la cita con «Mary’s land» era obligatoria. Eran muchas las ganas y la curiosidad pero pocas las expectativas. Las expectativas no suelen ser buenas compañeras de viaje… Allí nos fuimos: de la mano y en silencio.

Lo primero que puedo decir es que me gusta Cotelo. Me gusta lo que haiEncuentro_3ce. Me gusta. Sus películas son de crítica difícil porque, de alguna manera, son incriticables. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que un testimonio personal no se puede criticar, no es opinable. Mi testimonio es patrimonio personal. Puede ser útil o inútil. Puede ser más o menos bonito, más o menos emocionante, más o menos impactante… pero no puede ser bueno o malo. Me lo puedo creer o no, me puedo abrir a él o no… pero no puedo juzgarlo, no puedo discutirlo, no puedo debatirlo… Cotelo acierta una vez más: se aleja de la regla, de la doctrina, de la palabra institucional, de la enseñanza, de la catequesis ortodoxa, de los maestros y los sabios, de los doctores… y nos ofrece vidas concretas, nombres y apellidos, experiencias reales, corazones transformados, encuentros incuestionables, pobres, pecadores, testigos de andar por casa, pescadores del siglo XXI… Y aquí radica toda una fuerza que te va arrastrando y que te deja en silencio cuando se echa el cierre. marysland-75¡Bravo Juan Manuel! ¡Bravo! La experiencia dice que es un lenguaje, un camino, un estilo de comunicar y testificar, propositivo, alegre, pacificador, que rompe las barreras de la fe y llega al alejado, al exiliado religioso, al incrédulo. ¡Bravo!

Estuve inquieto toda la película. Inquieto y nervioso, tal vez porque la película te sitúa rápidamente ante tu propia batalla. ¿Qué batalla? La que cada uno de nosotros libramos en nuestro interior, minuto a minuto, día a día. Una batalla espiritual en la que es tu vida la que está en juego. Tu vida y la de muchos otros porque todos estamos entrelazados. La música te conduce a picos tensos en los que realmente me di cuenta de que esto no es una broma y de que «no se puede estar ya en terreno neutral». El hilo conductor, al más puro estilo 007, roba sonrisas pero, de manera misteriosa, enfatiza el dramatismo del asunto: Dios y Satán intentando atraerme hacia sí.  A mi y al mundo entero. No me llevo pues una sensación dulce y tranquilizante sino más bien una inyección que ha puesto los músculos de mi alma en disposición de actuar cuanto antes.

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El comienzo de la película, la narración bíblica, es de lo más bello que he visto últimamente referido a Dios y a nosotros. La escena de la creación del hombre, en un entorno maravilloso, y rodeado de criaturas celestiales, es de una belleza sublime así como la «infantil» versión de Adán y Eva. Como padre que soy de tres hijos, capté lleno de emoción, acongojado, el amor de un Dios Padre joven hacia sus pequeños. Ese paseo juntos, los abrazos, las palabras… Sólo ese fragmento del film justifica una catequesis, un compartir, una toma de conciencia entre hermanos de lo maravilloso que es saberse hijos de Dios y, también, de lo que implica la libertad… Quince primeros minutos que dejan sin palabras ni comentarios.

¿Los pilares? ¿las ideas fundamentales? ¿Lo que se repite una y otra vez? ORACIÓN, CORAZÓN ABIERTO, DIVINA MISERICORDIA, CONFESIÓN, ROSARIO… Ya lo dice la modelo: uno solo no gana la batalla. Uno solo es soberbio, se inclina al pecado, se queda sin fuerzas, no sabe, no puede, no quiere tantas veces… Necesitamos acudir a Él y a la Madre. Rezar, contarle todo, decirle lo que sentimos, lo que pensamos, cargarle con nuestras preocupaciones y anhelos… acudir a María, confiar en ella, pedir su intercesión… Siempre escuchan, siempre responden. Y siento que tengo tanto que hacer en este campo. Porque yo también experimento ese fracaso en la batalla, ese querer y no poder, esa tentación que me tumba tantas veces, esa falta de fe… «¿Por qué si hacemos caso a un médico no seguimos las prescripciones de Dios y de sus mensajeros»… 

marysland-8Medjugorje es, sin duda, el centro neurálgico de todas las experiencias. La Iglesia todavía no se ha pronunciado definitivamente sobre las apariciones de la Madre en este enclave entre montañas pero, sin duda, la Iglesia participa ya de ese encuentro, acude a la escucha y experimenta los buenos frutos irrefutables, públicos y notorios con que es bendecida en este pequeño pueblo de Bosnia. Como dice Cotelo… «podría hablar con todos los que están aquí y seguiría dudando de si están locos o dicen la verdad»… por eso… ahí no radica el secreto. Ni en pensarlo, ni en buscar explicaciones razonables, ni en tomar partido, ni en seguir hablando de… Corazón abierto y adelante. Me da hasta vértigo pensarlo… Ay, la tramposa razón, que difícil nos lo pone a veces y qué bien disponer de un corazón apasionado capaz de lanzarse sin atender a razones…

La película habla de la Virgen, de Dios, de personas… pero, al final, es una investigación de «asuntos internos», claramente. Yo la considero mediación en este tiempo acomodado, vacío e incrédulo. Doy gracias a Dios por ella, por Cotelo, por su equipo, por atreverse, por actuar a corazón abierto. La película habla del amor de un Padre y una Madre por sus hijos. Es la versión moderna y cinematográfica del Hijo Pródigo. Es una luz.

Dicho esto: no voy a caer en la trampa del buenismo del creyente de exterior: me resulta incómoda. Salí del cine en silencio y profundamente removido, movilizado, cuestionado, sobrecogido y, sobre todo, consciente. Y el diálogo dura, horas después, en mis entrañas… Un diálogo que, lejos de calmar las aguas, ha provocado un auténtico tsunami…

Un abrazo fraterno

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Y yo… ¿a qué muevo? (Lucas 8, 16-18)

ScreenShot577Hoy leía el Evangelio y una posterior meditación sobre el mismo y me impactaba una reflexión muy certera de S. Ambrosio: «las cosas nos parecen menos difíciles cuando las vemos realizadas en otros». La meditación apostillaba: «todos tienen derecho a tu buen ejemplo». Y es verdad.

Yo me considero cristiano, seguidor de Jesús. El Evangelio de hoy no me lanza una pregunta sino una afirmación y una advertencia. La afirmación es que todo aquel que sigue a Jesús, debe ser testimonio vivo de Jesús entre los hombres, luz en la tiniebla del mundo, igual que lo fue el Maestro. La advertencia es clara: al que tiene, se le dará y al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener. Dicho de otro modo: que eres llamado a ser luz entre los hombres, a dar luz también a tus partes más oscuras… eres llamado a poner la luz de Jesús en medio de tu ser y dejar que lo ilumine todo. Si no respondes a ese llamado, si te anclas en tu oscuridad, en la oscuridad del mundo, si no te dejas «mover» como Ciro (en la primera lectura)… cada vez vivirás en una mayor oscuridad.

Un cristiano no se agota en sí mismo. Nadie lo hace pero menos un cristiano. Un cristiano que no testimonia no es cristiano. Un cristiano que no dejar ver a Cristo en sus acciones… no es cristiano. Un cristiano que no colabora en la salvación de los demás con su propia vida, no es cristiano.

Ciro lo vio claro. Se dejó mover por el Señor y quiso construir el Templo y llamó a construirlo con él. No todos respondieron entonces ni todos responden ahora. Yo hay veces que tampoco lo hago. Hay veces que me tizno y me oscurezco, que me dejo absorber por la atrayente y seductora oscuridad, donde nada se ve y donde todo lo que soy queda bien escondido. Pero no estoy llamado a eso. Ni tú tampoco. Cada uno en su lugar, en su trabajo, con las personas que le rodean, en su familia, con sus amigos, en la red… donde sea y con quién sea… Somos llamados a plantar la luz de Cristo en medio para iluminarnos a todos.

Un abrazo fraterno

¡Uno para todos y todos para uno! (Corintios 1, 1-7)

Hoy tocan las bienaventuranzas pero a mi me ha encantado la primera lectura, la carta de Pablo a los Corintios. Me ha encantado porque resalta un aspecto nada sencillo en nuestra de vida de fe, cuando llegan el sufrimiento y las dificultades.

Es difícil alentar a quien sufre si uno no ha sufrido nunca. Es complejo alentar al pobre si uno vive en la suficiencia. Es arduo alentar al que está solo si uno nunca se ha sentido así. El sufrimiento y la lucha nos hermanan, nos conectan con otros hermanos y hermanas, nos unen inseparablemente a Jesús. Y la manera en la q

cancer-infantil-nina-lienzoGHace ya muchos años, recuerdo el día en el que acompañé a mi madre al médico y éste me sacó de la sala de espera para comunicarme que el diagnóstico era cáncer de colon. Mi madre ahora está fenomenal después de ser operada y tener su tratamiento de quimio. De esto hace ya casi 15 años. Esa experiencia, difícil, dura y que, de aquella, vivimos con cierta angustia por momentos… fue llevada por mi madre y, por el resto de los que la rodeábamos, con esperanza y con confianza en el Señor. Ahora mi madre es una privilegiada: es idónea para poder hablar, escuchar, animar, alentar, dar fuerzas… a todos los que pasan por una enfermedad parecida. Puede hablarles de lo que supuso para ella la oración, de cómo se sintió en manos de la Virgen al entrar en quirófano, de cómo ha ido viviendo sus días uno a uno junto al Señor… Al final, como dice Pablo,

Dios siempre da lo necesario para sobrellevar el dolor y la cruz. Nunca te abandona a tu suerte.ue tengamos de llevar y sobrellevar estas realidades dolorosas, servirá o no a otros en su sufrida «carga».

El Señor llama hoy a cada uno a tomar su cruz también como tarea. El testimonio en la persecución, en la enfermedad, en la dificultad, en el dolor… es tabla de salvación para otros. No podemos privar a otros de eso. No podemos hacer que sea sólo mi enfermedad, mi persecución, mi dificultad… Otros necesitan saber, creer, esperar…

Un abrazo fraterno

Jesús y la ocasión de dar testimonio (Lucas 21, 12-19)

Nosotros siempre renegando de que nos persigan, nos insulten, nos machaquen, se rían de nosotros… y viene Jesús y nos lo muestra como «momento de oportunidad«, como «ocasión para dar testimonio».

Orando, creo que lo que Jesús me quiere decir es que es en determinadas situaciones de dificultad donde el testimonio se muestra con mayor esplendor y sus frutos son grandes. La fidelidad es fructífera y esplendorosa en momentos en los que la tentación de ser infiel es grande. La bondad y el amor, justo cuando más mal nos quieren. Nuestra alegría, cuando más motivos habría de vivir desesperanzados…

Esta nueva perspectiva cambia la manera de vivir radicalmente. Sin miedo.

Un abrazo fraterno

Desgarren su corazón (Ester 14,1.3-5.12-14) – Jueves I de Cuaresma

Hoy, jueves, me enteré de la muerte de una persona. Era una persona más bien desconocida. Conozco más a su cónyuge. Joven. Enferma. Ya está con el Padre.

Su historia, la suya personal y de la de su matrimonio, me ha desgarrado el corazón. No hay palabras para expresarlo pero sentí la presencia de Dios fuertemente al saber de su muerte.

Mi oración de hoy es una acción de gracias profunda por sus vidas, por sus testimonio silencioso pero brutalmente eficaz.

Un abrazo fraterno

Padre de huérfanos (Sal 67)

No soy un apasionado de los salmos pero de vez en cuando me sorprenden y me conmueven tocando lo más hondo de mi ser. El salmo de hoy, su primera parte, es una de estas sorpresas. Creo que en sus palabras se esconde la más bella y verdadera descripción del Dios en el que creo, del Dios cristiano. Son palabras que me han tocado el corazón. Un padre para el huérfapapaitono, una compañía para la viuda, para el que está solo, la libertad para el preso… lluvia abundante para los que están atribulados… es hermosísimo. Un Dios que fundamenta su ser en el otro, en la persona, en su necesidad… que acoge amorosamente y descubre nuestras necesidades más básicas. Un Dios que abraza, que toca, que calienta, que susurra, que mira, que moja, que anima, que vivifica, que acompaña…

Si somos testimonio de ese Dios, seremos buena noticia. Si somos testimonio de otras cosas… ya no lo sé.

Un abrazo fraterno

Hasta setenta veces siete… (Mt 18, 21-29)

Mi mujer Bridie y yo estábamos en nuestras vacaciones anuales en Warrenpoint donde tenemos una caravana. Disfrutábamos del descanso cuando el lunes 8 de julio de 1996 oí que habían matado a un taxista de Lurgan. Bridie y yo nos miramos. Nuestro hijo Michael había cogido un trabajo a tiempo parcial como taxista en Lurgan, mientras estudiaba en la universidad. «Si fuera alguien relacionado con nosotros seguro que ya lo sabríamos», dijo Bridie.
Más tarde esa mañana llegaron más noticias. «Unos treinta años, casado con un niño, la mujer esperando otro, recién graduado en la Universidad de Queen», decía la radio.
Era Michael. No podía ser nadie más. Nuestro hijo, nuestro único hijo. Estábamos tan impactados que empezamos a gritar y llorar. Salí corriendo de la caravana, y caí de rodillas. Golpeé el suelo con mis puños.
Miré al Cielo y le grité a Dios. «Lo de colgar en la cruz no fue nada comparado con lo que estoy pasando», le dije. Sentí que nunca volveríamos a reir o a sonreir. Yo quería tanto a mi hijo, ¡y ahora nos lo habían quitado! La idea de no volver a verlo era más de lo que podía soportar.
Al día siguiente, Bridie y yo decidimos suicidarnos, porque Michael era todo lo que teníamos.
Bridie sufre de artritis, así que tiene mucha pastillas. Pero al ir a la cocina, de repente una imagen de Cristo crucificado apareció en mi mente. Me golpeó una idea: el Hijo de Dios también había sido asesinado… murió por nosotros.
Supe que lo que planeábamos hacer estaba mal. Aún me asombra que Dios interviniese de una forma tan milagrosa para hacernos cambiar de idea.
En el velatorio, y antes de tapar el ataúd, me acerqué al cuerpo de Michael, y poniendo mis manos sobre las suyas le dije: «adiós, hijos, te veré en el Cielo».
Al decir esto, sentí como si un gran poder fluyese a través de mí. No tenía ni idea de lo que podía ser. No era algo terrenal, eso seguro. Es como si me llenase de una gran sensación de gozo y confianza en Dios. Me sentía capaz de enfrentarme al mismísimo Goliath, nunca me había sentido tan fuerte en toda mi vida.
Desde ese momento, mi vida entera cambió. Me di cuenta de cuánta maldad había en Irlanda del Norte y quise dedicar mi vida a algo bueno y positivo.
Vivencia de perdón
Después del funeral vi un equipo de televisión filmando. Había mucha actividad debido a la marcha por el barrio de Drumcree. Supe que tenía que acercarme a ellos. Esa mañana yo había escrito en un sobre unas palabras que habían venido a mí con calma y claridad: «entierra tu orgullo con tu hijo». Al final escribí: «perdónales». Sentí que a pesar del dolor que sufríamos, Dios me había dado un mensaje de paz, perdón y reconciliación.
Yo no quería que la gente que había asesinado a Michael devastase otra familia. Bridie y yo recibimos la gracia y el poder de perdonar públicamente a los asesinos de Michael. Supe que era el Espíritu Santo quien nos hablaba a través de las palabras de Jesús: «Perdónalos, porque no saben lo que hacen». Las palabras del Padrenuestro también resonaban en mis oídos: «perdona nuestras ofensas como perdonamos a los que nos ofenden».
Dije a los reporteros de la TV que perdonaba a quien hubiese quitado la vida a Michael.
Cada mañana pido a Dios que continue dándome la gracia de perdonar a los que asesinaron a mi hijo. El poder y la gracia que experimenté al perdonar desde el corazón fue de una gran libertad, de liberación.  Sé qie el resentimiento y la amargura me habrían matado.
Después de la muerte de mi hijo, Dios me dio una visión clara de lo horrible del pecado, y recuerdo decirle a Dios: «estas manos nunca volverán a hacer ningún mal». Me di cuenta que de la misma forma en que yo perdoné a los que mataron a mi hijo, así Dios había perdonado mi pecado.
Vida cambiada, vivir para otros
A veces es imposible para nosotros llevar solos el fardo del pesar. Tenemos que rendirnos, entregarlo, y he descubierto que la mejor persona para entregarlo es Dios. Él lo quita completamente de tus hombros y te encamina en una nueva dirección.
Desde la muerte de Michael, soy un hombre cambiado. Con Bridie hemos empezado un servicio de ayuda a huérfanos de Rumanía. Siento como si Cristo hubiese tomado mi vida y ahora quiero dar mi vida amando a Dios y sirviendo a la gente. En este proceso de trabajo y caridad se han construido amistades duraderas, a través de las barreras de distintas denominaciones religiosas. La gente se ha unido en su deseo de responder a las necesidades desesperadas de los demás.
Testimonio aparecido en inglés en el libro Adventures in Reconciliation, de Eugene Boyle y Paddy Monaghan, y recogido también en la revista inglesa GoodNews.

¿Dónde vives? (Jn 1, 35-42)

venidyvereis.jpgCómo somos las personas. Siempre preocupados por cosas materiales, por seguridades, por las espaldas cubiertas. Lo que pasa es que hay determinadas apuestas, determinadas misiones, determinados actos que son tremendamente difíciles de explicar, de cuantificar…

Cantidad de veces nos preocupamos los cristianos en mejorar la manera de explicar a otros qué es esto de ser cristiano, por qué deberían comprometerse, quién es este Jesús, dónde vive… Caemos en el juego de las preguntas y de las respuestas como si se tratara de un concurso de la tele o de un Trivial… No nos damos cuenta de que lo importante es la vida. «Venid y veréis» responde Cristo a esos dos que se le acercan interesados. No les da respuestas, les ofrece vivir algo, vivirlo de una manera. Ellos debieron quedar mínimamente convencidos porque se quedan a su lado.

Es nuestra vida la que testimonia, la que convence. Dejemos de hablar de comunidad e invitemos a la gente a ellas sin complejos. Dejemos de hablar de Pascuas e invitemos a la gente a ellas. Dejemos de hablar de la paternidad y animemos con nuestra vida a ser padres y matrimonio. Dejemos de hablar de familia y hagamos de las nuestras germen de paz, lugares abiertos, espacios donde se vive de otra manera… Así, aún tenemos alguna oportunidad…

 Un abrazo fraterno

El Reino de Dios está dentro de vosotros… (Lc 17-20-25)

«… si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás».

 Esta lectura toca lo profundo de mi «ser catequista». Cuando uno se pone delante de los chicos y chicas que vienen a catequesis por la sed y el ansia de búsqueda de Dios, tiene que pensar, sentir y saber que lo que tiene enfrente es terreno sagrado. Hay que descalzarse para no pisar allí donde la semilla es capaz de germinar.

Los catequistas no tenemos que decir dónde está Dios. Ni siquiera podemos decir dónde lo hemos encontrado nosotros. Porque no sirve. Deberíamos ser lo suficientemente francos para el primer día de catequesis decir: «si alguna vez os digo lo que tenéis que hacer, creer, pensar o dónde tenéis que buscar… no me hagáis ni caso». A veces me descubro enseñándoles el camino a seguir en lugar de ayudarles a caminar por el suyo, el único que les llevará al Padre. ¡Y me saltan las alarmas!

Sólo el que sea capaz de hacer el camino hacia dentro, será capaz de abrir sus manos hacia afuera. Sólo el que sienta y descubra a Jesús resucitado en cada poro de su piel será capaz de dar testimonio de una buena noticia capaz de hacer milagros.

Como dice Amparanoia en una de sus canciones: «mira p’adentro, mira p’adentro, mira p’adentro p’a sentirte contento».

Un abrazo fraterno