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Adviento en familia – Día 3 – Mirada de niño

Cuando uno viaja de noche no puede ver nada afuera. La oscuridad lo envuelve todo y, ya sea en coche, en avión o en tren, las luces artificiales de las que nos servimos reflejan una realidad que no es la verdadera tras los cristales. Un viaje a oscuras es, ciertamente, aburrido.

Cuando la luz comienza a aparecer, sobre todo con la encantadora timidez del amanecer, es conveniente que estemos despiertos, que nos hayamos deshecho ya de todo rastro de legañas y que, con mirada de recién nacido, nos dispongamos a maravillarnos ante el milagro del «despertar» del mundo. Esa mirada no se consigue con ejercicios, con libros, con estudios, con títulos, con dinero… No es una mirada que uno consigue sino que es algo que Dios regala.

Cuántas veces viajamos a oscuras, ¿verdad? ¿Eres capaz de asombrarte ante el milagro que llega o la luz te molesta?

Un abrazo fraterno

Adviento en familia – Día 2 – La alegría del viajero

Viajar siempre es salir de uno mismo y abrirse a la novedad, a la sorpresa, al descubrimiento. Y eso provoca en el interior del viajero una alegría profunda que motiva y sostiene la marcha. Son las ganas de encontrarse con algo que desconoce, de llegar a lugares nuevos y pasearlos, de ir al encuentro de seres queridos y algo distantes…

La alegría, como nos recuerda el salmo de hoy, es signo distintivo del Adviento. La tristeza, la apatía, el enfado, la pereza, la desesperanza… nunca nos llevan a Belén, porque nunca nos ponen en marcha hacia ninguna parte. Si hay alegría podremos subir montes y atravesar dificultades en el camino; si no la hay, no seremos capaces ni de hacer la maleta.

¿Es la alegría un catalizador de la fe o es fruto de ella? ¿Tú cómo andas de alegría? Estás a tiempo.

Un abrazo fraterno

Adviento en familia – Día 1 – Salimos de viaje

No sé si a ti te pasa pero a mí sí. La noche previa a un viaje importante duermo mal. ¿Por qué? Creo que tengo miedo de no levantarme a tiempo y que se me pase la hora, que pierda el avión, que me llamen para decirme que el taxi ya está abajo, que se me escape el tren… Tengo miedo de que el viaje no comience con buen pie.

Hoy comienza el Adviento y, con él, un viaje maravilloso llamado Año Litúrgico. Leo las lecturas antes de asistir a la Eucaristía y veo que mi sentimiento es, exactamente, el que nos pide Jesús: deseo de que no pase el Señor sin enterarnos.

¿Te imaginas que hoy pasa Jesús por tu lado y te enteras, al rato, cuando te lo dicen otros? Imagínatelo y me cuentas.

Un abrazo fraterno

Oración de Adviento para rezar en familia – Semana I

ADVIENTO SAN JOSE COLORSeñor Jesús,

gracias por este tiempo nuevo de Adviento.

Estamos juntos, en familia,

porque la espera acompañada

es más alegre y bonita.

Cuando estamos solos

nos sentimos mal y echamos de menos el cariño y la fuerza de los demás.

Hemos preparado esta Corona de Adviento

para que nos ayude a preparar la Navidad.

La luz de cada vela nos recuerda

que Tú eres la Luz principal,

que cuando no nos acordamos de ti,

ni te hablamos, ni vamos a misa, ni rezamos…

vivimos un poquito más a oscuras:

Las cosas no nos salen tan bien,

no somos capaces de ver a los demás,

ni lo bueno que vive en nosotros.

Te pedimos que bendigas esta luz que encendemos

y que bendigas a nuestra familia.

Ojalá tu llegada traiga a nuestra casa y a todas las casas del mundo,

MÁS PAZ, MÁS JUSTICIA Y MÁS AMOR.

 

Modo Adviento = ON

Hoy es el último día del año litúrgico actual. Mañana, domingo, comenzamos un nuevo tiempo, mi tiempo favorito. Mañana es el primer domingo de Adviento.

Desde que descubrí el Adviento, he de decir que la Navidad es mucho más auténtica, verdadera, plena… La Iglesia, en su sabiduría, no establece un tiempo de preparación porque sí. Es necesario. Es necesario disponer el corazón, templar las energías, recoger las emociones, silenciar todo aquello que nos separa y nos distrae de lo verdaderamente importante. Por eso, suelo buscar alguna lectura que me ayude a meditar estos días, dedicar más tiempo a la oración y transmitir a los niños para qué sirve todo esto…

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Familiarmente, el Adviento nos trae la tradicional Corona. Esas cuatro velas que simbolizan un camino, un viaje, una luz que se acerca, que se va haciendo presente. Los niños la preparan con cariño con nosotros y durante estos días será lugar donde rezar, cantar o, simplemente, observar. La Corona es un signo externo que ayuda a que todos esperemos, anhelemos, deseemos… a que todos vivamos con naturalidad que hay Alguien que trasciende nuestros sentidos pero del que estamos seguros de su presencia.

Os deseamos a todos un fructífero Adviento a todos.

Un abrazo fraterno

¿Cuál es tu obra? (Juan 6,30-35)

¿Cuál es tu obra? ¿Qué signo vemos en ti para creer? Eso le preguntó la gente a Jesús y hoy me ha llamado la atención y me ha interpelado porque esta pregunta, para un cristiano, siempre es vigente. Y yo hoy siento que me la preguntan a mi también: ¿Hay algo en mi que, al verlo, lleve a Dios, a Jesús? ¿Cuál es mi obra?

Sinceramente creo que hay cosas que no son muy buen ejemplo y además, sinceramente, lo más oscuro intento que no se vea demasiado. Escaso de radicalidad diría yo. Pero también creo que me esfuerzo en orientar mi vida teniendo a Dios en medio. Creo que intento apostar por la vida, por la fe en comunidad, por la valentía y la confianza del Señor, por el amor… a veces lo haré mejor y a veces lo haré peor. Hoy por hoy los demás mirarán mi familia, mi comunidad y mis diferentes compromisos por construir Reino y ayudar a que otros vivan más felices. Es lo que tengo. Pero no sé si convencerá demasiado…

Como dice el salmo, mientras tanto «yo confío en el Señor».

Un abrazo fraterno

No estaba en sus cabales (Marcos 3, 20-21)

Las familias son algo difícil de manejar. Porque aunque haya amor y cariño, esa proyección públice de Jesús, ese meterse en líos constantes, ese decir lo que nadie se atreve, ese ir en contra de lo establecido, ese juntarse con leprosos, prostitutas y publicanos… no debía de hacer mucha gracia. Creo que con afán protector, más de una vez, debieron decirle a Jesús que se olvidara de eso que hacía.

La fortaleza de Jesús le lleva a distanciarse de su familia en pos de su misión. Lección que hay que aprender hoy en día. Sacudirse los chantajes sicológicos, los afectos y responsabilidades y ser uno mismo. Jesús decide no representar el papel que otro quieren para Él.

Un abrazo fraterno

Adviento en familia – Día 1

Acabamos de terminar la oración en familia de este primer día de Adviento. Es ya una tradición que empezamos hace 2 años, cuando Álvaro tenía 3 e Inés era una recién nacida. Y fue bien. El Adviento es un tiempo precioso para vivirlo y orarlo en familia. Esta es la oración que he escrito y que hemos leído frente a la vela encendida:

SEÑOR JESÚS,
HOY EMPIEZA EL ADVIENTO, UN TIEMPO QUE NOS GUSTA MUCHO.

NOS GUSTA PORQUE NOS RECUERDA
QUE FALTA POCO PARA NAVIDAD.
NOS GUSTA PORQUE NOS ACORDAMOS MUCHO DE TI,
DE LO PEQUEÑO QUE ERAS.
NOS GUSTA PORQUE CANTAMOS VILLANCICOS
Y PONEMOS LA CASA PRECIOSA CON EL ÁRBOL Y EL BELÉN,
LLENOS DE LUCES, COLORES Y REGALOS.

HOY ENCENDEMOS ESTA VELA PARA NO OLVIDARNOS DE TI.
PARA QUE AUNQUE VENGAMOS CANSADOS DEL COLE
O DEL TRABAJO,
RECORDEMOS QUE QUEREMOS QUE SEAS NUESTRO AMIGO
Y QUE NOS ACOMPAÑES CADA DÍA.

UN BESO DE BUENAS NOCHES, JESÚS.

Después dimos gracias por el día vivido y a la cama. Buena manera de empezar adviento, sin duda.

 

Carta en tiempos oscuros

Aquí estoy otra vez. Sumido en tiempos de oscuridad, en momentos de dificultad.

Laboralmente las cosas están complicadas. Después de los despidos de este pasado verano todo el mundo ha incrementado su nivel de ansiedad y susceptibilidad y aunque no hay mal ambiente… se ha instalado una tristeza y una desconfianza que ahoga cualquier atisbo de ilusión y entusiasmo. Se ha dado la salida a lo más competitivo de nosotros. Se ha despertado al monstruo empresarial que tan poco me gusta. Estoy incómodo. Me muevo con dificultad. Sé que en este entorno tan poco humano… yo no soy valioso. No es el entorno que hace brotar lo mejor que tengo. Me inmoviliza. Me anula. Me desprestigia. Y no me siento a gusto. No sé si será esa la razón por la que estos últimos días me estoy descubriendo con la sensibilidad a flor de piel. Y cuando estoy así… añoro.

Tal vez sea una herida real ante la que siempre quise mostrarme fuerte pero lo cierto es que hay momentos de mi vida en que, pese a lo feliz que estoy junto a mi mujer, mis hijo, mi comunidad… añoro a los que no tengo. No es que eche de menos situaciones ni que me deje envolver de recuerdos y entre en una espiral de melancolía insana. No es eso. Echo de menos a las personas, a aquellos a los que quiero y de los que puedo disfrutar tan poco. Echo de menos a mis padres, a mi hermano, a mis amigos de la infancia y la juventud con quien sigo vibrando cada vez que nos encontramos. Los añoro. Tal vez sea una herida real o simplemente el precio de la ausencia, el tributo de una apuesta vital fuerte y que salió bien.

Cuando hablo con mi mujer de esto sé que me escucha y me entiende aunque creo que es difícil ponerse en el lugar de uno cuando no has pasado por ello. También es verdad que yo no me sé explicar demasiado bien, ¿qué quieres que te diga?. Me cuesta hacerme consciente de estas ausencias y sólo es en momentos oscuros cuando percibo el frío del que está sin mantita. ¡Claro que mi mujer es refugio y abrazo! Pero cada uno aporta lo que quiere y puede desde su posición. Y la manta paterna, el calor del amigo, la mirada cómplice y conocida de aquel que lleva más de 20 años a tu lado… se echan de menos.

Este verano visité varias veces Coruña. Me sabía en casa. Y me acostumbro últimamente a disfrutarla y pasearla a solas. A recorrer esos rincones que nunca antes había recorrido de esta manera. Y me descubro entrando en lugares archiconocidos y tremendamente desconocidos a la vez. Me descubro entrando a teatros casi vírgenes, mirando jardines más que pateados, observando la bahía desde otro ángulo… Me descubro oliendo el mar y subiendo a tranvías por primera vez, como si todo fuera nuevo. Es una extraña sensación. Y aprovecho para cargarme de las risas de mi madre que tanto tiempo me dedica, entregada… Y observo con detenimiento a mi padre durmiendo la siesta, como cada día en su sofá a la hora del telediario… Y ceno con mi hermano y le escucho y le pego mil y una charlas de las que luego me arrepiento… SUC30603

A los amigos los echo también mucho de menos. Muchos quisieron explicar de qué va esto de la amistad pero creo que sólo el corazón sabe de sentimientos. No lo sé explicar. Ni lo pretendo. Cuando hablo de mis amigos hablo de aquellos que nos conocimos en el cole, algunos en la universidad… aquellos que saben de mi desde que teníamos 14 años o antes. Aquellos que han pasado a mi lado todo, de todo. Mis amigos conocen mi historia y yo la suya. Casi al dedillo. Conocemos a nuestros padres y nuestros padres nos tratan como de la familia. Mis amigos saben cómo soy y al revés. No hace falta decir mucho, ni llamarnos mucho. Estamos. Y estamos juntos. Los quiero. Y los necesito. Y no los tengo. Esa es la realidad. ¡No te imaginas, tú que estás leyendo esta carta, cuántos abrazos pendientes tengo con mis amigos! Abrazos que necesito dar. Abrazos que necesitan recibir. Abrazos que pido a gritos.

Me descubro frágil en estos días de oscuridad. ¡Vienen tiempos oscuros! le decía Gandalf a Frodo en su largo camino, en su importante y peligrosa misión. ¡Qué lejos queda la comarca!

Una carta siempre es una lancha de salvamento. Un salvavidas. Por eso escribo. Y hoy tocaba esto. La música, como siempre, a mi lado.

No tengo miedo. No estoy solo. No me siento solo. Tal vez algo triste. Tal vez sea eso. Y no quiero echar a la tristeza de un plumazo. ¡Dejadme sentir sus manos! Se me pasará. Tengo antídotos más que sufientes en casa, en la habitación de al lado o durmiendo en mi cama cada día o gastando la vida junto a mi. No es por antídotos. Simplemente quería contar esto. Quería contármelo. Traerlo a la primera línea de mi consciencia. Quería llorarlo un poquito. Sólo eso.

Un fuerte abrazo

… se me alegra el corazón (Sal 15)

Me da mucha pena haber tenido este blog tan abandonado tanto tiempo pero no puedo perder ni un segundo en lamentaciones de algo que tampoco es tan importante. Me he dedicado a la vida y sus quehaceres y hay veces que no se puede todo.

Estamos en Pascua. Cristo vive. Y el salmo pone palabras en mi boca que hago mías. Porque el corazón se me alegra también como al salmista. Se me alegra al ver que Jesús me sigue saliendo al encuentro y me sigue encomendando la misión de anunciar que está vivo, que el miedo es menos poderoso que la alegría de la Resurrección.

Ha sido una Pascua especial ésta. La he disfrutado en Cercedilla, con Esther y los niños, con la comunidad en pleno, con muchos jóvenes bien conocidos, con personas queridas que hacía tiempo que no veía, con nuevos amigos y hermanos en el Señor, con escolapios, con calasancias… Fue una Pascua en la que hubo de todo y en la que. día a día, nos fuimos adentrando en los misterios que año tras año la Iglesia nos anima a revisar y a revivir. Estoy muy contento, sobre todo, de haberla celebrado en familia y con mi comunidad. Como los antiguos.

Ojalá la luz de Cristo prenda fuerte de nuevo en mis entrañas. Luz para el mundo.

Un abrazo fraterno

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