Son sabios, no magos (Eclo 24,1-2.8-12)

Lo de magos está muy bien para la niñez. Pero yo prefiero llamarlos sabios. Porque cuando la magia no da respuestas, allí está la sabiduría.

Y es que esto de creer no se basa tanto en milagros como en búsquedas, salidas, caminos, seguimientos… y en reconocer a Dios en la pequeñez del ser humano en la más profunda de las oscuridades.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

En busca de intimidad (Jn 1,35-42)

«¿Qué buscáis?» les preguntó Jesús. «¿Dónde vives maestro?» respondieron ellos.

Uno se espera otras mil respuestas. Buscamos la respuesta a nuestras preguntas. Buscamos la felicidad. Buscamos a Dios. Buscamos lo eterno. Buscamos sentirnos bien. Buscamos nuestros sueños. Buscamos realizarnos. Buscamos el amor. No sé… ¡cualquier cosa menos ese «dónde vives»!

Dándole vueltas, he llegado a la conclusión de que la preguntita-respuesta puede tener más miga de lo que parece. Porque preguntar a alguien dónde vive, es sugerir que uno quiere conocer cómo es su hogar, dónde está el lugar donde esa persona se sabe «en casa», el lugar donde es más él… En realidad le están preguntando por su ser más íntimo. Es una pregunta preciosa.

Y más preciosa es la apertura de Jesús a compartir su intimidad con ellos. «Venid y veréis». Todos estamos invitados a compartir la intimidad de Jesús. Sólo hay que quererlo.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La culpa la tiene el Espíritu (Jn 1,29-34)

El Espíritu es el que me regala la fe.
El Espíritu es quién me escucha cuando oro.
El Espíritu es quién me empuja a orar.
El Espíritu es quién me cruza con personas que me hacen bien.
El Espíritu es quién me cruza con personas a las que hago bien.
El Espíritu es quién me sostiene cuando me arriesgo y confío.
El Espíritu es quién me cicatriza las heridas y me impulsa a volver a la lucha.
El Espíritu es quién me guía en los cruces de caminos.
El Espíritu es quién me da la Palabra justo en el momento adecuado.
El Espíritu es quién me sobrecoge cuando me siento amado.
El Espíritu es quién me revela que ese pan y ese vino son Cristo mismo.
El Espíritu es quién me anima a ser mejor.
El Espíritu es quién me permite sentir a Dios vivo en mi vida, cerca.
El Espíritu es quién me hace ver a Dios en el arte y en lo bello.
El Espíritu es el amigo que siempre está.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Yo no soy el Mesías (Jn 1,19-28)

Quién lo escuchara… Esa frase sería oro en la boca de muchos contemporáneos que, como otras veces en la Historia, se creen los salvadores de muchos. Juan el Bautista lo tenía claro. Él no era. Hoy, muchos están confundidos. Tenemos una buena ristra de experimentos mesiánicos en la faz de la Tierra.

Incluso yo tengo que hacer el esfuerzo por no creérmelo. Los que trabajamos con personas, y si es en la educación más, tenemos la tentación de acabar pensando que somos el Mesías y que estamos en la tierra para salvar la vida de muchos. Y podemos llegar a engancharnos al placer que da que a uno le sigan, le veneren, le escuchen, le respeten, le quieran seguir e imitar…

Gran tentación la del mesianismo. Eterna tentación que se acabó con un Cristo Mesías muerto en la cruz. ¿Qué Mesías de hoy está dispuesto a transitar ese camino?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¡Feliz Año Nuevo! (Nm 6,22-27)

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro
y te conceda la paz”.

Llega el 2020, gracias a Dios (Jn 1,1-18)

Hoy cerraremos el año 2019 y es bueno preguntarse cómo fue. En twitter, estos últimos días, es tendencia el hashtag #2019in5words, con el que resumir en cinco palabras el año que nos deja. Siempre es bueno hacer balance. ¿Termino el año mejor que cómo empecé? ¿He hecho cosas que han valido la pena? ¿He compartido tiempo con las personas importantes? ¿Me he arriesgado y he tomado decisiones? ¿En qué lugar ha estado Dios en todo esto? ¿Ha habido heridas, luchas, fracasos y derrotas? ¿He aprendido de ello?

El tiempo pertenece a Dios y que 2020 esté a punto de comenzar no es más que otro regalo del Creador. «Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada» nos dice San Juan. Pues eso. Que tenemos un nuevo presente para que lo aprovechemos. Más allá de propósitos de año nuevo, de gimnasios, adelgazamientos, viajes y sueños varios, gocemos del tiempo que se nos da y gastémoslo con responsabilidad. Un día se nos preguntará qué hicimos con ello.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Lo que pasa y lo que permanece (1 Jn 2,12-17)

Demasiadas veces ponemos el foco en lo que pasa. Demasiadas veces dejamos para otro momento lo que permanece.

Pasan las discusiones y los desencuentros. Permanece el cariño y la amistad.

Pasan los disgustos y las heridas. Permanece el amor y la vida compartida.

Pasa la belleza corporal. Permanece la bondad del corazón y la miericordia.

Pasan el bienestar y el placer. Pasan las apetencias y los sentimientos. Permanecen las certezas, los valores, los principios.

Pasan las palabras. Permanecen las acciones y los vínculos.

Pasan los individuos, los influencers, los selfies. Permanecen las personas con las que compartí tiempo.

Pasa la vida terrenal. Permanece la vida eterna.

Pasa el hombre. Y permanece, si quiere, junto a Dios.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Dios se hace familia (Eclo 3,2-6.12-14)

La familia es el auténtico pesebre de Dios-Niño.

Es la familia un lugar de acogida, donde igual cabe Dios hecho hombre que un par de vacas, tres cerdos y una mula.

Es la familia un lugar humilde, que se sabe necesitada del buen aroma de Otro, que venga a curar las incomprensiones mutuas.

Es la familia un lugar de luces y sombras, donde vivir juntos en la intemperie, donde sentir el calor humano aún cuando fuera hace frío.

Es la familia un lugar que no depende del lugar, que existe por las personas, que camina siempre, que no se acomoda, que no conoce el bienestar anestesiante.

Es la familia un lugar donde todos traen a Dios al mundo, desde su pequeñez; una mula que carga con el peso de los demás, que ayuda a dar luz aún en los momentos de penumbra.

Es la familia un lugar en riesgo, que molesta, que cuestiona potestades y poderes, que grita que el amor es posible y que hay vínculos que pueden ser eternos.

Es la familia un pequeño infinito, un espacio regalado entre el Cielo y la Tierra, donde acariciar la Salvación con los pies pegados todavía al sufrimiento.

Es la familia un puñal que hiere, una rosa que pincha, un amor que ama y que nos enseña a sufrir por amor.

Dios se hace familia.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Huir también es de Dios (Mt 2,13-18)

Huir del mal. Eso sí es de Dios. Cuando la trampa está cerca, conviene no minusvalorarla. El mal es poderoso. ¡Cuántos cayeron en sus redes pensando que nunca pasaría! ¡Cuántos se hicieron los valientes y confiaron en una falsa protección de Dios!

Dios nos protege, claro que sí. Vela por nosotros. Cuida nuestra vida. Procura nuestra felicidad. Pero en esta partida, de luces y sombras y ángeles y demonios, el mal también juega su partida y es enemigo poderoso.

A José, Dios le susurró que era hora de huir. El mal había anidado en el corazón de Herodes y convenía proteger al Amor pequeño que había nacido. También nosotros tenemos esa responsabilidad. Y cuando el mal se acerca y tiende la trampa, debemos seguir la voz de la luz que nos incita a salir de ahí cuanto antes y no hacernos los fuertes.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Vio y creyó (Jn 20,2-8)

Si nuestra mirada responde a los estímulos de la fe, será capaz de ver cosas que nadie ve, saber cosas que nadie sabe, ver a Dios aún cuando no es obligatorio hacerlo.

¿Reconocemos a Dios vivo entre nosotros, naciendo en la pobreza, muriendo en la misma de nuevo? ¿Lo reconocemos?

Un abrazo fraterno – @scasanovam