Un Reino nada espectacular (Lc 17,20-25)

Reconozco que, conociéndome, me encantaría que el Reino de Dios se hiciera presente de manera más contundente y espectacular. Hace poco compartía con mi acompañante los pros y contras de vivir la vida con un alto grado de épica. Es muy emocionante, sí, pero a la vez olvida el valor de lo pequeño, de lo invisible, del día a día.

Hemos hecho del seguimiento de Jesús, tantas veces a lo largo de la historia, algo tan grande… Hemos construido grandes catedrales, inmensos monasterios; hemos coronado a emperadores y hemos gobernados territorios; muchos se consideran príncipes de la Iglesia y, otros tantos, han utilizado el mensaje del Señor para imponer sus criterios. Hemos hecho de la liturgia muchas veces un escaparte de ornamentos valiosos. Hemos elevado hasta el infinito la humanidad de los santos y del mismo Cristo. En definitiva, nos hemos olvidado muchas veces del Evangelio de hoy.

En mi vida pasa igual. Valoro enormemente los grandes momentos, las grandes ocasiones y olvido, sin quererlo, la pequeña rutina diaria, donde el Reino se manifiesta en casa y en la maravilla de la diferencia de cada uno.

Te pido Señor gafas de cerca. De lejos veo bien. Tal vez demasiado. Necesita fijar la vista en lo que tengo más a mano. Descubrirte también en mí, pese a mis imperfecciones, fracasos y frustraciones. Necesito que las luces del escenario se apaguen y que hablemos cara a cara en la intimidad del camerino.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Delicatessen de la fe (Sal 36)

«Sea el Señor tu delicia
y el te dará lo que pide tu corazón»

Escándalo, ese gran pecado (Lc 17,1-6)

Escandalizar es un gran pecado. El escándalo producido sobre otros, sobre todo a los más pequeños, a los desprotegidos, a los indefensos. El escándalo resquebraja vidas, las parte por la mitad, las desnuda y las deja a la intemperie.

Pero leyendo hoy el Evangelio, me doy cuenta de que si escandalizar es pecado, también lo es no escandalizarse por nada. O, mejor aún, no escandalizarse con los escándalos de verdad. Y es que vivimos tiempos de postureo, de relativismo, de posverdad, de hipocresía, de mentira, de apariencia. Y nos escandalizamos por pequeñeces, por tonterías, por sandeces. Y no nos escandaliza lo más mínimo un naufragio de patera, un mendigo bajo unos cartones en un portal, un deshaucio a quien no tiene…

¿Estamos sin criterio? Pues leamos más el Evangelio y dejémonos de tantas palabras. Hasta la indignación la hemos convertido en escaparate. Somos indignados de salón.

Es hora de darle vuelta, ¿no crees?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Hablamos de todo… menos de dinero (Lc 16,9-15)

La Iglesia ha puesto el foco demasiadas veces sobre la moral sexual y toda la doctrina que de ella se deriva. Y cuando preguntas a los que no están o a los que se han ido… muchos te explican los lejos que se sienten de la visión de la Iglesia en el campo de la sexualidad humana, la homosexualidad, la libertad sexual, el sexo fuera del matrimonio, el sexo dentro del matrimonio, la masturbación, etc. No quiero hablar de este tema precisamente. Lo saco simplemente porque leyendo el Evangelio de hoy, me doy cuenta de cuánta tinta hemos gastado en el sexo y qué poca en el dinero.

Si en algo es duro Jesús es en lo referente al dinero. Sólo hay que recordar al joven rico, a la aguja y al camello, a los dos amos de hoy… Jesús deja muy claro que el dinero es el gran competidor de Dios mismo, es el dios más tentador al que adorar y, posiblemente, el más tramposo. Y más de 2000 años después todavía no nos hemos enterado. Seguimos manifestándonos contra los matrimonios homosexuales… pero no encuentro paridad en cuanto al sistema económico imperante, en cuanto a las riquezas de algunos, las injusticias sociales, etc. Decimos cositas, pero en bajito y sin claridad.

Que el Papa Francisco comenzara su pontificado apelando a una Iglesia pobre para los pobres… no es casualidad. Seguro que le aumentaron los enemigos, pero a la vez, también le crecieron los simpatizantes. Porque cuando la Iglesia se acomoda, y también juega con los dineros, pierde su credibilidad. Al contrario, cuando somos una Iglesia pobre, que da la vida por el pobre, cerca del pobre… siendo auténticos, es cuando nos hacemos de fiar.

¿Y tú? ¿Cómo llevas esto del dinero? ¿O es un tema privado del que mejor no hablar?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Jugando con los números enteros

Hoy hemos bajado al patio. Me encanta recordar la cara que pusieron en clase cuando les dije que íbamos a bajar al patio a jugar con los números enteros. Sonrisas, aplausos, caras de sorpresa… Creo que la sorpresa, sin dejar que te convierta en su esclavo, es algo básico en cualquier experiencia humana. Está bien el orden, la rutina, el método… pero si a eso le metes algo sorprendente y rompedor de vez en cuando… ¡Es genial!

Hacía bueno y el objetivo era practicar el cálculo mental y jugar con la suma y resta de enteros. Nos pasamos unos 30 minutos jugando y el rato estuvo fenomenal.

El primer juego consistió en ponerse todos en fila. Su lado derecho era el lado positivo y su lado izquierdo era el lado negativo. Yo iba diciendo en alto sencillas operaciones y ellos debían moverse tantos pasos como diera el resultado hacia el lugar correspondiente (positivo o negativo). Por ejemplo, si yo decía «¡4-7!», cada uno debía moverse tres pasos hacia su izquierda. Y si yo decía «5-(-1)», pues cada uno debía dar seis pasos hacia la derecha.

Pero el juego estrella fue una versión matemática del juego del pañuelo. Dos equipos, cada uno en un lado del patio. Yo en medio. Mis operaciones era ya más difíciles. Cada equipo tenía que mandar a tantas personas, cogidas de la mano, como diera el resultado. Si el resultado era positivo, venían mirando hacia adelante. Si el resultado era negativo, venían hacia atrás. El equipo que llegara antes hasta mí tenía un punto. ¡Fue muy divertido!

Al final, cuando ya terminamos, una alumna se me acercó y me dijo «qué buen profe eres». Me eché a reír. Le pregunté si además de estar a gusto, estaban aprendiendo algo. «Mucho» me respondió. Satisfecho me quedé.

Creo que esta clase está haciendo un gran trabajo y que, juntos, están perdiendo el miedo a las matemáticas. Están empezando a saborear el pensamiento, el reto matemático, el método, el orden, el problema, el cálculo… Están empezando a descubrir que cuando uno se acerca, y pierde el miedo, no sólo disfruta sino que los resultados acompañan.

Sigamos así.

Un abrazo – @scasanovam

Edificio de Dios (I Co 3,9c-11.16-17)

Uno de las experiencias más bonitas cuando uno llega a una ciudad desconocida por primera vez, es pasearla y descubrir, admirado, los edificios que la componen, normalmente aquellos que llevan tiempo formando parte del paisaje urbano y que reflejan la huella de tiempos pasados, de valores vividos, de estilos asumidos, de intentos por alcanzar y reflejar una felicidad anhelada por toda sociedad.

Los edificios son fachada, son lenguaje, son palabra que nos habla. En su color, en su altura, en sus formas, en el diseño arquitectónico… refleja parte de lo que es, parte de lo que estuvo y está llamado a ser. Pero, a la vez, cada edificio es las personas que alberga dentro, la vida que se acurruca entre sus muros, las lágrimas por el dolor vivido y las alegrías disfrutadas.

Yo también soy edificio, casa, morada. Soy más que una fachada, aunque la fachada también soy yo. Soy un universo de vida que me habita. Estoy llamado a ser fachada de Dios y a mostrar, a quién me mire, la mirada amorosa del Padre. Y estoy llamado a ser habitado por Él y, en Él, a ser posada, morada, hogar, de todo aquel que necesita un espacio de amor, de dulzura, de aceptación, de compañía.

Señor Dios, ayúdame a ser tu casa, para Ti, para otros.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

La levadura invisible (Lc 13,18-21)

La levadura es invisible. No sólo eso. Su cantidad es mínima comparada con la cantidad de otros ingredientes que hacen que el pan o el bizcocho salga adelante. Es una de las imágenes más bonitas que usa Jesús para hablar del Reino.

La presencia de Jesús en el mundo es una realidad pequeña, frágil, ¡tan invisible! A veces nos gustaría que no fuera así. Tenemos los mismos anhelos que aquellos judíos de la época de Jesús. Nos gustaría un Mesías poderoso, salvador, decisivo, combativo, liberador a nuestro estilo. Nos encantaría que Dios se impusiese en este mundo descreído e injusto, tantas veces desnortado y confuso. Nos gustaría que todos creyeran en Él, que nadie nos persiguiera, que nos reconocieran, que… ¡Buf! Y el caso es que esto parece que no va así.

También en lo personal sucede a esto. A mí me pasa. La presencia de Jesús Resucitado en mi vida, en mi corazón, es también una realidad frágil y silenciosa, que me va haciendo, me va conformando. Uno no se hace de repente, como los bizcochos. Necesita mezclarse, necesita calor, necesita tiempo. A veces soy demasiado impaciente conmigo mismo.

Mezclémonos en el mundo. No tengamos miedo. Si hay levadura en el corazón, si somos levadura, fermentará todo. Al calor de la Palabra, de los sacramentos, de la comunidad, de la oración…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Las mates se me dan mal

Cuando comenzó el curso, el primer día de clase de Matemáticas de 1º ESO, les pedí a mis nuevos alumnos que me escribieran en un papel varias cosas. Entre ellas, les pedí que me contaran sus sentimientos hacia la asignatura y cómo se veían ellos en la misma. Ciertamente no me sorprendí: me aburre, la odio, no me gusta, soy malo, no se me da bien, me cuesta mucho… 

Es digno de reflexión el profundizar en las causas de esta «mala fama» de las Mates, una asignatura que puede ser, sin duda lo digo, de las más gratificantes, divertidas y apasionantes del espectro de asignaturas de cada curso. Creo que el peso psicológico sobre la misma es muy alto y que hay un buen número de alumnos y alumnas que, en algún momento de su vida decidieron que las mates se les dan mal, y ya arrastran la maldición hasta el final de sus estudios.

Una de mis tareas en este primer mes de clase ha sido crear ambiente en el aula, un ambiente de respeto entre nosotros pero, a la vez, un ambiente distendido. Las mates se trabajan mejor si lo hacemos relajados. Concentrados pero relajados. Relajados pero concentrados. Les he dicho en clase ya muchas veces, en estos primeros días, que es necesario que estén enchufados. No quiero a nadie fuera del aula y con la mente en otro sitio. Intento preguntar mucho, hacer participar a todos, procurar que descubran errores, que hagan ejercicios, que ayuden a sus compañeros, que me corrijan a mí si cometo errores, etc. Hay que estar plenamente metidos pero eso, a la vez, es lo que te permite disfrutar.

Los resultados del examen del primer tema, de números naturales, han sido muy buenos. Vamos a ver si lo conseguimos. No sólo que aprueben todos sino que nadie repita ya la frase que activa todas las maldiciones: «las mates se me dan mal».

Un abrazo