Evangelio para jóvenes – Domingo de la Ascensión del Señor

Ayer el Real Madrid ganó su 14ª Copa de Europa-Champions League. Aunque no soy madridista, reconozco el hito y el mérito de un club que es admirado y envidiado en todo el planeta. Viendo la trayectoria del Real Madrid en esta temporada de Champions, no debe pasar desapercibido el sufrimiento por el que ha tenido que transitar. Se ha enfrentado contra los mejores equipos, ha sido inferior a ellos en muchos momentos, ha estado contra las cuerdas en todas las eliminatorias y sólo ha conocido el sabor de la victoria al final. Así se construye una historia, una leyenda. En este día de la Ascensión de Jesús, que también huele a victoria definitiva, así nos lo cuenta el evangelista [Lc 24,46-53]:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.»
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Ya no vivimos con Jesús al lado. Hace mucho de eso. Aquellos que comieron y bebieron a su lado también tuvieron que experimentar la orfandad de quedarse sin Él, el vacío y la dureza al tener que seguir sin su presencia. Tú también te sientes solo muchas veces. ¡Cuánto pagarías, como yo, por saber qué opina Jesús de esto o de aquello, qué haría Él o, sencillamente, qué pretende de ti! Pero que no le tengamos a Él no implica que estemos solos. Te dejo tres pistas:

  • «Testigos» – ¡Estás rodeado de testigos! ¡Eres testigo de aquello que viviste y descubriste! ¡El Espíritu consigue hacer a Jesucristo presente a través de las personas! ¡Y de los sacramentos! ¡Y de la oración! Fíjate bien: conocer a Jesús no deja a nadie indiferente. Todos aquellos que han sido tocados en su corazón, están llamados a hablar y a vivir desde ese enamoramiento arrebatador. ¡Tú también estás llamado a eso! ¿Quién mejor que tú para que otros jóvenes descubran quién es ese Dios del que tú hablas, al que tú sigues, que te llena la vida y te empuja a hacer locuras! Jesús ya no está pero estás tú. Acércate a esos compañeros que no le conocen, acércate a aquellos que se burlan de Él, acércate a los que han perdido la esperanza, a los que viven con miedo, a los que están perdidos, a los que no saben qué hacer con su vida… acércate y vive desde el amor. Y nada más.
  • «Hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto» – El paso de ser «seguidor» a ser «testigo» no es ni puede ser automático. Aunque muchas veces tengas ganas de comerte el mundo y de salir a convencer a todos, me gusta mucho este detalle de Jesús de hoy. Entre su Resurrección y Pentecostés, cuando los apóstoles reciben al Espíritu, pasa un tiempo. Porque se necesita hacer proceso también de la victoria. Porque en todo lo humano, y también en lo espiritual, hay que hacer camino. Nada es magia. Casi nada es instantáneo, pese a los que a muchos les gustaría. En ti tampoco. Necesitas acoger la fuerza que te será dada y hay momentos en los que toca «esperar». Esa es una espera activa, una espera basada en la escucha, una espera acompañada: tiempo de comunidad, tiempo de grupo, tiempo de oración, tiempo de Iglesia. Ser testigo de Jesús es difícil y, tantas veces, doloroso. Hay que estar preparados. Y no hay que fiarse sólo de las fuerzas de uno.
  • «Dios te bendice» – Siempre nos explican que bendecir es «hablar bien de» y es algo precioso. Pero los hebreros entendían el «ser bendecidos», también, de otra manera que me parece, hoy, más rica, plástica y cautivadora. ¿Qué significa que Dios te bendice a ti, hoy, aquí? Significa que Dios te hace capaz, te capacita, te hace fecundo, fecunda, te otorga la capacidad de dar vida, de conseguir frutos, de multiplicar dones. Dios te llena de vida para que des vida. Dios te colma de bienes para que hagas el bien a todos. ¡Qué maravilla! «No soy capaz» nos decimos muchas veces. Hoy Dios te dice lo contrario: «Eres capaz porque yo te hago capaz, porque veo en ti todas las posibilidades para colaborar conmigo en la preciosa labor de seguir creando, de seguir amando».

Buen domingo de la Ascensión. Ojalá sepas vivir la paradoja de que justamente el Cristo que se va es el Cristo que se ha quedado entre nosotros para siempre; de que el Cristo que sube el cielo es justamente el Cristo que se hace el encontradizo en cada rincón de esta tierra.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

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